En estos casi dos años de vida bloguera, hay un denominador común ,que a menudo asoma entre todos los que formamos esta comunidad. Sufrimiento, desaliento, tristeza, lágrimas, angustia. No solo en esta comunidad, podría replicar alguno. Son palabras, que cualquiera , puede llevar escritas en su espalda.
Un sentimiento de impotencia, se adueña a veces de mí, al evidenciar , que las palabras no logran aliviar y que mis acciones de consuelo, poco pueden confortar . Pero es que sólo Dios ,puede curar las heridas del alma.
Suelo decir a mis amigos, que con el paso de los años, parece que crecen los sufrimientos, pero añado,a renglón seguido , que también se gana capacidad, madurez y confianza para afrontarlos. Tal vez nos olvidamos, o no sabemos prestar atención a una realidad. Todo el mal que existe, es fruto del maligno. No comprendemos muchas veces, por qué Dios lo permite, pero sí podemos estar seguros, de que Dios nunca abandona a sus hijos.
Lo que Dios ha prometido, llegará, la experiencia me dice que nunca debemos dudarlo, ni lo más mínimo. Quien sabe esperar, nunca quedará desilusionado, porque Dios es fiel. Esperar con paciencia, no significa estar sentados con los brazos cruzados sin hacer nada.
Compadecerse, significa en el fondo, pensar que sabemos lo que es mejor para nosotros, y rechazar aquello que Dios permite. Y como decía la semana pasada ¿qué va a querer Dios sino que seamos felices? Del mal, siempre saca bien. ¿Quién no ha roto cosas cuando era pequeño, y ha ido corriendo a su padre o madre buscando el arreglo? Dios “arregla” nuestro mal.
Tenemos que llegar a ser personas fuertes, para afrontar todas las dificultades de la vida, fuertes para soportar la enfermedad, el luto, la injusticia, la ignorancia, las maldades, las humillaciones. Debemos ser animosos, para saber esperar el tiempo establecido por Dios para su llegada. Podría ser mucho tiempo. ¿Cómo afrontaremos esta espera? ¿Impacientándonos y lamentándonos? ¿Con desánimo e incredulidad? ¿Luchando, o tal vez resignándonos sin reaccionar ante la adversidad?
Tenemos necesidad de fortaleza, constancia y paciencia, solo el Señor puede dárnosla. Por este motivo, debemos conocerlo mejor cada día ,a través de Su Palabra. Confiar y aprender de los que nos precedieron en la fe y creyeron. Permanecer abrazados a Jesús; a su tiempo volverá, y quien haya sabido resistir, perseverar, hasta el final, verá su recompensa.
“¿Quién nos separará del amor del Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor"
Romanos 8 :35-39
¡Alabado sea Jesucristo!