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PERDONADO DE VERDAD


Cuentan que estando san Jerónimo en el desierto de Siria y hallándose en una gran depresión vio a Jesús crucificado. Jerónimo se arrodilló delante de Él y se golpeó el pecho. Jesús desde la cruz le sonrió amablemente y le dijo:"Jerónimo ¿Qué tienes para darme?" Jerónimo respondió enseguida: "mi soledad en el desierto, la dureza de esta vida tan apartada, mi existencia llena de sacrificios". El Señor le agradeció con cariño y le preguntó otra vez: "¿Qué más tienes para darme?". Sin dudarlo, Jerónimo hizo un recuento de todo lo que él hacía buscando ser recto y santo. "Mi ayuno, mi hambre, mi sed, mis largas jornadas de oración, las noches en vela rezando, la pobreza absoluta". Jesús volvió a agradecerle, pero repitió la pregunta."¿Qué tienes para darme?". Jerónimo continuó enumerando todo lo que él hacía por amor al Señor, mientras Jesús insistía en repetir una y otra vez la misma pregunta. Al final, a Jerónimo se le acabaron los argumentos y dijo rendido: "No, Señor, no tengo nada más para darte". Jesús lo miró colmado de amor y le dijo:"Has olvidado lo más importante, Jerónimo. Regálame tus pecados para que yo te los pueda perdonar".

Hace tiempo, una gran amiga, me daba uno de los mejores consejos que he recibido en mi vida. A pesar de que lo había oído en otras ocasiones, nadie lo pronunció para mí, y tal vez por eso, produjo en mi alma una reacción que no ha cesado de trabajar en mi interior. Simplemente me dijo: “Tienes que empezar a perdonarte”. Y es que nadie llega a la meta intentándolo una sola vez, ni se perfecciona la vida con una rectificación, ni logramos alcanzar altura, volando una sola vez.

¿Quién ha sido capaz de caminar, sin haber pisado en falso muchas veces…? Nadie mira la vida sin experimentar temor en muchas ocasiones, ni se sube en el barco sin temer a la tempestad, ni llega al puerto sin remar muchas veces.

Nadie puede juzgar, sin conocer primero su propia debilidad, ni consigue su ideal, sin haber pensado infinidad de veces que perseguía un imposible. Nadie conoce la oportunidad hasta que esta pasa por su lado y la deja ir. Nadie encuentra el oasis de Dios, hasta caminar por la sed del desierto. Ni sabe lo que es levantarse, sin andar y caerse. Nadie deja de llegar, cuando se tiene la claridad de un don, el crecimiento de su voluntad, la abundancia de la vida, el poder realizarse, el perdón de sus errores y el impulso de Dios.

Son muchos los años que he intentado, poner en práctica el consejo de mi amiga y el de otras personas, pero la falta de introspección interior desde la fe y desde la mirada de Jesús, una y otra vez solamente me topaba con un voluntarismo férreo, carente de misericordia para conmigo, dándome cuenta del acto de orgullo que ello me producía, consiguiendo que la carga aumentase. No “me bastaba el perdón del Señor” porque no descansé en su corazón cuando los recibió y los destruyó. No supe verme limpio y curado.

El peso de algunos pecados deja marcas en el corazón herido. El retiro de Emaús que realicé el mes pasado, me otorgó la victoria, por fin supe poner el perdón de Dios en el lugar que estuvo siempre.Él me ayudó a penetrar, experimentar y conocer su amor misericordioso, que ama, perdona y olvida al instante. Desde que comparto y descargo con los que me acompañaron en ese retiro, todo aquello que el Señor va haciendo en cada uno de nosotros, confirmo que juntos podemos llevar adelante cualquier carga que pueda atormentarnos. Uno se apoya en el hermano y cuántos más mucho mejor, porque entonces no hay fuerza que se resista, ni peso que no pueda ser  levantado. Ni agujero del que no pueda salirse.  Cuando nos hayamos perdonado por nuestras faltas, dejemos que Dios pula nuestra alma, para dejarla lustrosa cada día, recuperaremos nuestra verdadera paz y alegría. Está empeñado en ello.

Se cuenta de que San Bernardo preguntó a Jesús, cual fue el dolor que más sufrió y mas desconocido por los hombres. Jesús le respondió : "Yo tenia una llaga profundísima en el hombro sobre el cual cargué mi pesada cruz; esa llaga era la mas dolorosa de todas. Los hombres no la conocen. Honrad pues esta llaga y haré todo lo que por ella pidas"...

En un libro publicado en lengua italiana por el convento de San Pio, titulado “Il Papa e Il Frate”, de Stefano Campanella, se publicó que el futuro San Pio, una vez, había tenido una conversación muy interesante con Karol Wojtyla, el futuro papa san Juan Pablo II .

Según Campanella, el padre Wojtyla le preguntó al Padre Pío cuál de sus heridas era la que le causaba el mayor de los dolores. El padre Wojtyla espera que el Padre Pio dijera que era su herida en el pecho, pero en cambio el Padre Pío contestó: “Es mi llaga en el hombro, que nadie conoce y nunca se ha curado o tratado”.

Me ha hecho mucho bien conocer esta herida de Jesús, de la que tengo vagos recuerdos de haberla leído anteriormente. Llega en el momento oportuno, acompañando a mi post. Toda la simbología que podemos recoger de este dato. Cristo herido por el peso de la Cruz. El peso de nuestros pecados. Cuando Él perdona nuestros pecados se perdonan de verdad. Jesús es el único que ha cargado con ellos, Él solo ha experimentado en su carne la herida que produce el peso de su carga ¡Ya está! ¡Dejémonos de atormentarnos con esa opresión que Él asumió, que Él llevó por nosotros!¡Estamos perdonados de verdad, sin resquicio  para volver a culparnos!



María Vallejo Nájera en su libro “Cielo e Infierno” comparte una hermosa plegaria que titula “Oración para perdonarse a sí mismo” La dejo para todo aquel que experimente ese desasosiego interior, ese lastre que algunos pecados dejan en el alma. Si queremos cambiar el mundo, primero tenemos que cambiar nosotros, quitar toda tribulación que nos impida dar testimonio de Cristo Resucitado con toda la limpieza y alegría que Él nos trajo en ese día. 

"En tu nombre, Señor Jesús, por el poder del Espíritu Santo, para la gloria del Padre, te pido perdón por todos mis pecados. Cúrame de toda herida producida por mis pecados. Me acepto tal cual soy, con mis defectos y limitaciones, y con las cualidades que me has dado. Me amo tal como soy, porque tú, Jesús, me amas con un amor personal y para siempre; me has amado el primero y nada, sino mi propia infidelidad, podrá separarme del amor que me tienes. Amén "

 ¡Que tengáis un feliz día!

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6 comentarios

  1. Gracias hermano, comparto con mi grupo de Emaus. 👍🏼😚

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  2. Cuanto bien me hace esta reflexión; en estos días, estoy arreglando el garaje de casa, donde tenía acumulado papeles y documentos de mi padre, que murió hace 22 años,de mi marido,muerto hace 12 y míos , de distintas actividade profesionales.Termino reprochándome el tiempo perdido en el que he estado ,apartada de Dios y olvidando para lo que he sido creada. Gracias y bendiciones

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  3. Hermosa y emotiva entrada que me ha hecho mucho bien.....aunque no pueda dejar de pensar que podía haber hecho mejor unas cosas o no haber hecho otras. Saludos cordiales

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  4. Preciosa reflexión que me ha hecho muuuuuucho bien. GRACIAS!!!
    Fuerte abrazo!

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