Olvidando
Que fácil, hermoso y sencillo resulta leer el evangelio. ¿No hemos encontrado consuelo cuando nos detenemos a releer lo que tantas veces hemos reflexionado? ¿De verdad, existe alguien que cuando busca aliento o luz en lo que allí se nos narra, se vaya como entró? Me gusta creer, que aún en las noches más oscuras que el alma pueda atravesar, las palabras de Jesús traen esas chispas que aparecen en las tinieblas.
Conté una vez en este blog, la impresión que me produjo contemplar por primera vez ,el espectáculo que ofrecen las luciérnagas. Es una belleza. En más de una ocasión me viene esa imagen, mostrándome que Dios aparece así en nuestras oscuridades; con pequeñas lucecitas a nuestro alrededor, las suficientes para sentir que la penumbra no nos envuelve. Que esa luminiscencia es suficiente para seguir avanzando.
A menudo me pregunto: "¿Pero por qué lo hago todo tan complicado? " Basta poner en práctica lo que Jesús nos dice. Y nada, erre que erre, con saltarme los consejos,… así me va muchas veces. Solo encuentro explicación a tan gran tozudez, en la certeza de que la huella del pecado ha dejado a nuestra alma, herida y debilitada. El poder del mal, se empeña en arrebatárnosla, para destruir la obra de Dios; porque a veces, hasta nos creemos que el diablo está interesado en nosotros, que le encantamos vaya. ¡Le importamos un pepino! A él no le interesa nadie, es el odio personificado, y su único fin es desbaratar la creación más grande y hermosa de Dios : ¡El hombre!, ¡Cada uno de nosotros!
Hoy me viene en ganas, reflexionar sobre un compañero que el maligno nos propone como acompañante, cuando el perdón insiste en salir. Como todo lo que presenta el padre de la mentira, resulta ser fraudulento, hay que estar alerta y reconocer al falso amigo . Si se presenta a vosotros , sabed que se llama : Rencor.
Es frecuente oír en en el tiempo presente , aquello de: “perdono pero no olvido”; pues lo siento mucho, yo no entiendo el perdón de esa forma, ni creo que Jesús en el momento de su crucifixión, perdonando a los que le mataban, pensara ni por asomo, en un acto de resentimiento. Todo lo contrario, cada palabra en la cruz fue de amor, confianza y perdón.Todo otorgado en el culmen del dolor.
Pero a veces podemos caer en el error, de pensar que esa aversión que se queda estancada en el alma, se produce ante agravios profundos. No, no, queridos amigos, seamos sinceros, ¿Quién no retiene esa palabra dicha que tanto nos ha dolido? ¿Quién no guarda en su archivo personal, esa acción que el otro ha realizado tal vez sin intención de dañar?... “Es que lo que me has dicho"… "Es que lo que piensas de mi"… "Es que ¿cómo te atreves a juzgarme así?"... Demasiados planteamientos ante la ofensa recibida.
Perdonar es un acto heroico, devolviendo amor, ante la punzada que nos asestan. Soy de los que creen, que es mucho más difícil ofrecer pedón que pedirlo.
En el momento de la historia en que nos toca vivir, donde el hombre vive alejado de Dios, la palabra perdón, adquiere una connotación de humillación y debilidad, que la sociedad de hoy no permite. No dudemos de que perdonar, es uno de los actos de amor que más almas han llevado a Dios. Muchas personas han cambiado radicalmente, ante la generosidad y heroicidad magnánima de olvidar las ofensas. El perdón debe ser total, sin ningún resquicio de rencor, sin analizar las circunstancias, sin medir la aflicción en que puedan habernos sumergido.
"Alto, alto... ¡qué fácil lo ves tú! " podrá reprocharme alguno. Pues no, por propia experiencia, sé que no es fácil , que a veces, resulta muy muy difícil, pero no imposible...
Creamos de verdad, que Dios no pide nada superior a nuestras fuerzas. La cruz no gusta a nadie, (ni a Jesús le atrajo), pero allí nació el poder de condonar la ofensa recibida. Desde el crucificado , se puede hablar de perdón. Nos enseñó cómo hacerlo: con los brazos extendidos, las manos y pies clavados a un madero y un corazón amoroso traspasado por una lanza.
No olvidemos que cada día nos dirigimos al Padre con la misma súplica: "Perdónanos como nosotros perdonamos". Que esas palabras siempre sean elevadas a Dios con un corazón sincero. ¡Intentémoslo!
9 comentarios
AMEN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias,Dios te bendiga.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo :)
Hay que ver a los familiares de víctimas del terrorismo, como consiguen perdonar a sus ase unos. Hace mucho un alma bella me dijo que para el hombre es imposible, pero para Dios todo es posible. Entonces es cuestión de dejar el enfado, el dolor y el rencor a los pies del Crucificado y luego elevar la mirada hasta fijarla en Él y todo queda ordenado y restaurado en nuestros corazones. Si, es difícil, pero para Dios todo es posible. Gracias Ángel.
ResponderEliminarQuerido Angelo!
ResponderEliminarQué fácil y qué difícil a la vez... Perdonar con la ayuda del Señor lo veo posible, pero olvidar aquella ofensa, abuso, traición, abandono... Es difícil! porque ya no depende tanto de nosotros, sino de nuestra debilidad humana herida por el pecado.
Otra cuestión es recordarlo con rencor o resentimiento. Ciertamente esto no es cristiano y contra este sentimiento sí que hemos de combatir con todas nuestras fuerzas. A dónde no lleguemos nosotros llegará el Señor que todo lo puede.
Es posible sentir paz en tu corazón, es posible amar a esa persona de la que recibimos dicha ofensa pero no porque seamos capaces por nosotros mismos, sino porque el Señor, en su infinita misericordia, nos hace capaces.
Ya nos lo dice Jesucristo en el Evangelio de San Mateo: "Pedid y se os dará, buscas y hallaréis, llamad y se os abrirá..." Y el Señor siempre cumple su Palabra, nadie le gana en generosidad...
Un gran abrazo y gracias por esta estupenda entrada!!!
Muy acertado tu mensaje,como todos,
ResponderEliminarAngel.
Sólo la misiricordia de Dios nos puede limpiar de todo resentimiento.
Un saludo.
Martha V.
Claro que si Ángel desde Dios, lo podemos todo. Desde una vida ,vivida en los Sacramentos, la Adoración,
ResponderEliminarla oración diaria...sin ellos, yo no soy capaz de vivir cada día y superar todos los retos que me presenta la vida.
Además la herida del pecado original, nuestro enemigo que no duerme...No podemos...Desde Dios nos vamos transformando
en El, nuestro pensar , obrar y amar, ya no son los nuestros...Yo así lo experimento. Eres muy inquieto Ángel, como San Agustín , aprovecha...Dios te quiere mucho. Un abrazo.
En ocasiones es tan difícil que, una vez más, se hace patente nuestra impotencia. Sólo hay un camino, pedir que se nos conceda la capacidad de perdonar, que nos arranque el rencor.
ResponderEliminarEn "El gran divorcio" C. S. Lewis presenta a un hombre que tiene sobre su hombro un reptil que lo atormenta, le susurra, lo somete. Se le presenta un ángel y el hombre le dice: "Le he dicho a este bichejo (en ese momento señaló al lagarto) que tendría que estarse callado si venía... Pero debo reconocer que no está hecho para esto; no quiere parar".
El ángel se ofrece a matarlo, pero el hombre siente temor, trata de soslayar la única vía para su liberación.
"- Al principio no dijo usted nada de matarlo. No se me ocurriría molestarle con una solución tan drástica como esa.
-No hay otra forma -dijo el ángel cuyas manos abrasadoras estaban ahora muy cerca del lagarto-. ¿Quiere que lo mate?
El hombre sigue dando largas, evitando su liberación. El calor del ángel lo abrasa y se resiste, incluso teme morir él también. Le dice que por qué no lo ha matado sin pedirle permiso.
"-Yo no puedo matarlo contra su voluntad. Es imposible. ¿Me da su permiso?"
Finalmente, después de una gran resistencia, el hombre suplica "Ayúdame, Dios mío, ayúdame, Dios mío".
"El Ángel Abrasador agarró al reptil con su puño carmesí y lo retorció, mientras el reptil le mordía y se retorcía de dolor. Finalmente, lo arrojó, con el espinazo quebrado, al césped".
El hombre se tambalea, se siente perdido, pero para su sorpresa de los restos del reptil surge un caballo, "el semental más grande que jamás haya visto, de color blanco plateado, pero con las crines y cola doradas." El hombre liberado se va cabalgando sobre sus lomos, del cadáver del dolor ha salido su fortaleza.
Una entrada genial. El perdón del cristiano debe ser del que olvida porque se perdona por amor con olvido de sí mismo. Esto desde la perspectiva humana no parece justo. Pero ¿en que plano queremos movernos? ¿En el humano o en el del Amor infinito de Dios?
ResponderEliminarLo escribo sabiendo que muchas veces me ha costado pero por lo menos soy consciente de que el "deber ser" es así y hay que estar en lograrlo.
Pienso que en la oración del Padre nuestro debería decirse: Padre haz que nosotros perdonemos igual que lo haces Tú......Estamos de nuevo en el hospital, si no paso por aquí ya sabes los motivos.
ResponderEliminarTe invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.