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Convencer de mi alegría


Una de esas mañanas en las que dedico a hacer las compras del día. Entro en una de mis tiendas habituales, una donde siempre tienen la radio puesta. Mientras espero mi turno, escucho en la emisora el resultado de una encuesta telefónica sobre la situación general emocionalmente hablando. Me esforcé en escuchar mejor porque el locutor y los encuestados lograban captar mi atención. El resultado que se estaba definiendo ofrecía un pesimismo general. La Pandemia  exige un pago caro que roba optimismo y confianza.

La mayoría de personas que estaban llamando manifestaban una desconfianza  dominante, la esperanza mínima, la justa para seguir tirando y poco más. Se percibía una tristeza colectiva, como pocas veces he percibido. Algunas intervenciones de aquellos entrevistados eran penosas: Parados de larga duración con la amenaza del desahucio, o del corte de suministros en cualquier momento. Familias con hijos que ven mermadas sus necesidades básicas, autónomos que han tenido que cerrar su negocio de toda la vida, porque los costes superan a los ingresos desde hace meses... Etc., etc., etc...

Otro de los que esperaban turno en la tienda y que también escuchaba la emisora no pudo evitar hacer su comentario, contando situaciones personales, similares a las que estábamos oyendo. ¡Hay más que preocupación, ciertos síntomas de peligroso abatimiento! Parecía que el Covid nos iba a humanizar más y estamos que no nos aguantamos, irritados y tensos ante cualquier observación que se nos hace. La depresión no es buena, y además es inoperante y peligrosa, a veces el resultado lamentable son muchas familias rotas, y cientos de vidas sesgadas escapando de la realidad, a través del suicidio. Resulta alarmante los datos ofrecidos por diversos medios de comunicación, mostrando  la  cantidad de personas que en este año de pandemia se ha quitado la vida.

¡Pero ya no es tiempo de buscar culpabilidades!, la situación es tan extremadamente urgente, que exige buscar soluciones rápidas. Y la primera de estas, es recuperar la ilusión, ganarse otra vez la esperanza, despertar la posibilidad.

Parece fácil, pero...., ¿Quién le dice a nadie, que sonría, que es posible, que todo va a cambiar; si detrás de cada cual está colgando la espada de Damocles del paro, la hipoteca impagada, negocios que se hunden, muertes inesperadas  y de todas las demás calamidades que llevamos en este año?

No, no es fácil, lo sé y creo que ahí, precisamente es donde está nuestro desafío, el reto de los cristianos de la nueva generación. Probablemente esa nueva evangelización, (que todos los bautizados estamos obligados a llevar a cabo en este siglo), está en devolver al mundo a la senda de la esperanza, en dar la alegría a esta triste sociedad de caminos cerrados.

Y ese optimismo interior, esa fuerza impulsora, es la que pretendo  transmitir aquí, en el blog. Mi experiencia de Dios, ahora es intensa, antes no lo fue, y son precisamente los "aparentemente malos" golpes que te da la vida, las caídas, decepciones y descubrir la viga en el propio ojo, ha sido  lo que me ha ido acercando a Él. La Cruz, sin duda, me ha acercado a Dios, ha sido luz en lugar de oscuridad. Pero mucho más el gozo de seguir a Cristo vivo resucitado . Yo ahora creo, siento y busco su presencia cada día. Y pongo especial énfasis en lo de "cada día".

Creo profundamente en Dios, espero en Él, confío en Él, y esa certeza a mí me da una fuerza sorprendente, me llena de una alegría inusual, me supone una tranquilidad total que es complicado de explicar y difícil de entender para quien no tenga fe; sin embargo yo sí quisiera que todos sintieran como yo, por eso cuento mis cosas, por eso he vuelto a escribir en estos lunes semanales, por si alguien a través de mis torpes escritos, pudiera levantarse y "ver" a Dios, por si alguien obtuviera la gracia de encontrarse con Él.

Sin embargo, muchas veces y esta mañana me ha pasado otra vez, me asalta -y me quema- la siguiente pregunta ¿Puedo hacer algo más, por este mundo tristón, además de escribir en este blog? ¡Seguro que sí! No quiero mirar a mi exterior, no quiero ver pajas ajenas. Me miro, por dentro, y pienso que a veces, mi gran pega son las muchas ocasiones en las que yo no reflejo el verdadero espíritu evangélico. Así, ¿Cómo podré yo, convencer a nadie de mi alegría?, si no estoy reflejando en mi vida el rostro de Cristo.

Si quiero transmitir, alegrar al mundo, he de ser auténtico, no puedo quedarme en gestos sin respaldarlos - al menos con el intento- de mi recto quehacer diario. No puedo quedarme tampoco en palabritas-estereotipo, llenas de deseos-prototipo: "la paz del mundo", "el bien de la humanidad", etc.,etc.,etc. Coherencia es la prioridad. En la vida siempre tiene que haber una congruencia, entre lo que se dice, y lo que se vive. Es cierto que, todos somos imperfectos y estamos llenos de enormes contradicciones, pero cuando todo es mentira, es muy difícil transmitir nada, si todo es falso, la gente ¡huye despavorida!

Propagar la alegría, mostrar el Evangelio, difundir la Buena Noticia, ese es el objetivo y solo se puede llevar a cabo en base a la coherencia. Coherencia en la difusión de  La Buena noticia, implica en primer lugar, ¡empaparse de la misma!, leer, conocer e interiorizar la fe que profesamos; nadie da lo que no tiene, y luego, intentar ponerlo en práctica, porque nada será creíble, ni atractivo si antes, no se ha vivido en carne propia.

Coherencia, porque esa consonancia, esa unidad de vida es el mejor sello de credibilidad a lo que hacemos y decimos, esa Autenticidad es el más poderoso imán de todos, capaz de alejar y desterrar al más pesimista . Ojalá  que con nuestro actuar colaboremos a encender luces en la oscuridad.

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2 comentarios

  1. Ogni giorno siamo nelle mani di Dio ma spesso lo dimentichiamo. Le tue riflessioni sono molto profonde come sempre. Un abbraccio

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  2. Si no fuera por mi fe en Dios me hubiera derrumbado totalmente, se que Él me ayuda a seguir viviendo con optimismo y esperanza trás el giro que ha dado mi vida al llevarse a mi marido, en sus manos estoy y se que nada sucede en la vida por nada ya que todo tiene una razón de ser que sólo Dios conoce.Saludos

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