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Como león rugiente buscando a quién devorar



Ha vuelto a ocurrir, una vez más los católicos hemos sido zarandeados, desorientados, aturdidos, escandalizados… Una vez más hemos tenido que acudir al Señor, teniendo la sensación de que la barca de Pedro se hunde, que hace aguas por todas partes. Las grietas son visibles y las contemplamos horrorizados al tener conocimiento de las causas que las han producido.

Nos cuesta imaginar que en la Iglesia la corrupción esté también arraigada, en estos tiempos donde se les exige a todos los que la forman ser modelo a seguir, sabiendo que toda acción maléfica que cada miembro comete, repercute en toda ella, dañándola gravemente, cuando no hiriéndola casi mortalmente. Solo nos queda a todos los que formamos parte de ella, tener la certeza de que Jesús no falla en sus promesas, no las cambia, no engaña, nos queda la seguridad de su Palabra consoladora: “Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.” (Mt.16:18).

La palabra “corrupción” en la Iglesia católica, nos hace retroceder a los tiempos de oscuridad, cuando los pastores de la Iglesia, entre ellos el papa, utilizaron el poder temporal para alcanzar sus propios objetivos personales, perdiendo la confianza de la gente. Hubo una verdadera decadencia en el poder eclesiástico. El evangelio tuvo que someterse a todo tipo de especulaciones, para conquistar bienes terrenales. Se produjo una dicotomia entre lo que la Iglesia anunciaba y lo que realmente organizaba. Todos estos episodios inconcebibles en la mentalidad del siglo XXI, llevaron a un acto hasta entonces inaudito. Por primera vez un papa (Juan Pablo II) pedía perdón por tanta injusticia, y escándalo que la Iglesia ofreció en toda la historia, invocó hasta siete veces la misericordia de Dios. Parecía que todo quedaba de nuevo en el lugar que le correspondía, pero no fue así, nos esperaban nuevos escándalos confirmando las palabras de Pablo VI:” Se diría que a través de alguna grieta ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios”. (Oct-31-1973).

La Iglesia vuelve a verse angustiada por innumerables escándalos vinculados a la inmoralidad del clero hasta las impactantes revelaciones de los muchos crímenes cometidos contra menores. La figura de los sacerdotes como educadores y promotores de la acogida de los más débiles, decae tanto como para transformar la imagen de los representantes de Cristo en personas poco fiables. Los escándalos se multiplican con un mundo mediático feroz y ruidoso al resaltar cada “árbol que cae” olvidando el bosque del bien de esas realidades sin fin, totalmente dedicadas al sacrificio por los más débiles y olvidados. La santidad de la Iglesia ha sido tan degradada por los oscuros y turbios comportamientos que lograron la renuncia del Papa Benedicto, ante las pocas fuerzas físicas que experimentaba para afrontarlo. El Vicario de Cristo atacado continuamente fuera y dentro de la Iglesia, de una forma cruel y despiadada como si todo dependiera de él. Es muy fácil criticar a aquellos que deben gobernar cuando no tienen ninguna responsabilidad. Es simplista acusar y pretender corregir a un Papa y toda una institución tan compleja y variada cuando uno tiene que mirar por la ventana… Hoy es realmente el Papa Francisco quien hasta ahora ha dejado de forma clara la tolerancia cero contra los que comenten estos crímenes que apuñalan a la iglesia entera.

No nos dejemos engañar. La madre de toda corrupción es el pecado, donde el malvado, el diablo, “como león rugiente anda buscando a quien devorar” para destruir el espacio de Dios en la sociedad, que es su Iglesia.  Los que representan a la Iglesia los obispos, sacerdotes, religiosos, son hombres y mujeres que como tales, pueden cometer errores, Su representación de los intereses religiosos, así como los civiles, hace que el escándalo grite cuando no se comportan como deberían, y como enseñan que todos deberíamos comportarnos.

El Papa Francisco está haciendo todo lo posible para hacer que los que administran el patrimonio de Dios sea más humilde y generoso, pero no podrá erradicar definitivamente los males que están conectados con la imperfección del ser humano. Es de esperar que su empeño moralizador de sus frutos, pero no debemos pensar que puede cambiar la naturaleza humana y su posibilidad de errar.

Entiendo, - porque yo soy uno de ellos también- que nuestra fe está bajo el peso de una dura prueba, y debemos buscar la verdad sin dejarnos llevar por titulares ideológicos que se apoderan de nuestra confianza, dejándonos desalentados. Tenemos sentimientos de enfado, incredulidad, tristeza y vergüenza. Todos aquellos que han cometido esos pecados tan graves y que han causado un gran escándalo, serán juzgados por Dios y deseamos también que por las autoridades competentes.

No podemos permitirnos que todas estas atrocidades cometidas por los que deben ser guías de luz, nos hagan entrar en la oscuridad de la fe. Debemos estar al lado de la Iglesia. ¡Somos Iglesia! Hay que tapar las grietas, hay que devolverle su brillo. Sus pecados no pueden hundirnos. Hoy más que nunca los católicos tenemos que ser coherentes con la fe que profesamos, abrazarla con todas nuestras fuerzas. Hay que rezar de verdad, hay que doblar las rodillas humildemente ante el Señor para pedir insistentemente la santidad de cada uno de los que con orgullo nos proclamamos católicos. Hay que estar al lado de Pedro, rezando para que no decaiga. Hay que llevar en cada uno de nuestros dolores a todos los pastores que se les ha encomendado el rebaño de Cristo. Hay que ofrecer y reparar. No es tiempo de poltronas y brazos cruzados, es tiempo de estar ante el Señor pidiéndole que su barca vuelva a navegar a todo trapo y con vientos favorables.

Creo que la gran mayoría, en estos días hemos recibido por WhastApp una carta que se ha compartido muchísimo de un sacerdote al New York Times. Creo oportuna acabar con ella, porque la Iglesia está viva, porque la gran mayoría de los que creemos de verdad en ello, queremos que brille en todo su esplendor con la alegría de Cristo Resucitado. ¡Vivo entre nosotros! Os dejo aquí el link donde podéis leerla. 

¡Que tengáis un buen día!

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6 comentarios

  1. Me preocupa tu post de hoy. Yo no he retrocedido ni un milímetro en mi Fe. Bendito don De Dios. Tu no dejes que el diablo siembre en tu una semilla de duda y otra de falta de coraje.

    Si Jesucristo hubiera dudado viéndose colgado de un Madero.

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  2. Querido Ramón. Quítate la preocupación de encima. Para nada mi fidelidad a la Iglesia, y mi fe retrocede ante la fragilidad humana y los escándalos que puedan derivarse de ella; todo lo contrario. Mi post pretende ser un reconocimiento a la grandeza de la Iglesia que va más allá de todas esas miserias. Tenemos la alegría y el gozo de contar con muchísimas almas que buscan santificarla para dar gloria a Dios, y son ellas las que nos confirman que el mensaje del evangelio se puede vivir con pasión entrega, confianza y fe. Ninguna duda de que Jesús la lleva y que por mucho rugido diabólico que se oiga, nunca podrá devorarla. Un fuerte abrazo

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  3. Por mi forma de ser suelo entrar mucho en conflicto con la institución de la Iglesia. Yo que naci a la fe y crecí en el camino neocatecumenal, estoy en continuo estado de rebeldía con muchas de las cosas que ocurren en la casa de mi Padre. Pero no dejo de ver que somos personas, los de arriba y los de abajo. Y que la tribulación es lo que arranca la roña de nuestras heridas.
    Mañana alguien podría dinamitar hasta los cimientos la Iglesia Católica. Y yo seguiría anunciando el Kerigma con todas mis limitaciones de persona que hace mal las cosas aún a sabiendas. Porque no solo creo en Él. Sé que el vive por encima no solo de mis porquerías, sino de las porquerías del resto de los humanos.
    Abusar de niños es asqueroso, ya seas obispo, funcionario del estado, parado... Alguien importante o un cero a la izquierda. Y se debe cortar por lo sano ese tipo de abuso de poder sea quien sea el que lo practique sobre otros. Pero eso, no interfiere en la promesa de Jesucristo siempre nueva y presente en el dia a día de quien la quiera acoger. Y creo que el postureo católico a menudo hace mucho daño a quienes aún no han tenido la fortuna de sentirse amados por Dios.
    Esto que ocurre es un acoso derribo a la Iglesia, pero la verdad solo tiene un camino y se dará a conocer por si misma. Aunque la mayoría de católicos seamos unos incompetentes, por suerte y gracias del Espíritu Santo... También los hay que se saben sacrificar y seguir dando la vida por el resto... Pero de esos... que pocas cosas se cuentan...

    Tu post como siempre bueno Angelo. Tocando conciencia. El Señor te da esa virtud de poner la palabra justa delante de quien te lee. A mi me ayudas cada vez que entro aquí.
    Beso.

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    1. Muchas gracias querida Mento por tu exposición tan enriquecedora como siempre. Recemos unos por otros para que sepamos brillar siempre. Un fuerte abrazo

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  4. Mi Fe está por encima de todos los abusos y corrupciones cometidos por miembros del clero, me siento Iglesia más que nunca y mi responsabilidad es ayudar a sanar a esta parte de nuestra Iglesia "enferma".Saludos

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    1. Querida Charo, gracias a Dios la inmensa mayoría de los que formamos la iglesia, tenemos muy claro lo que exige nuestra fe y sabemos distinguir lo humano de lo divino. Me gusta la palabra ayuda, que has manifestado. Todos debemos arrimar el hombro desde lo más pequeño a lo más grande para taponar las grietas y que no vuelvan a producirse. Un abrazo

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