¿Cuál me corto que no me duela?
En cualquier familia donde convivan dos hijos o más, es casi inevitable que en algún momento, uno de ellos haya planteado a papá o mamá: “¿A quién quieres más? ¿Quién es tu preferido?” En mi caso, mi esposa siempre ha salido airosa de la respuesta trayendo lo que su abuela le transmitió: “Tengo cinco dedos. ¿Cuál me corto que no me duela?”
Cualquier padre y madre que se precie de ello, no alberga duda alguna de si quiere o no a sus hijos. No conciben sus vidas sin ese amor incondicional hacia cada uno de ellos, también es verdad que los que nos entregamos cuerpo y alma al cuidado y educación de nuestros hijos, podemos ser asaltados por la duda al percibir que tenemos una cierta predilección por alguno de ellos. Nos causa desazón , haciéndonos creer que nuestro amor tiene una medida diferente en cada uno de ellos, o nos muestra signos de animadversión que llegan a turbarnos presentándonos como culpables cuando surge esa cercanía hacia alguno.
Dicen los entendidos en la materia que es normal sentir afinidad con unas personas más que con otras; pues lo mismo ocurre al tratar con los hijos. Llegamos a percibir que cada uno es distinto al otro, no digo ya en las familias numerosas donde se ve más ampliamente esa diversidad donde ni uno solo tiene semejanza al otro. Es fácil que nos llene de incertidumbre , constatar que una misma educación impartida a todos ellos, produzcan reacciones tan distintas. Esto hace que a menudo nos olvidemos de algo que el tiempo nos demuestra, y que en el rol de padres se desdeña. Nos convencemos de que todos, siendo formados de igual forma, deben sentir, opinar, elegir, actuar, juzgar, con los cánones que se les ha dado. Nos olvidamos de la singularidad y la libertad que cada ser posee. Es ahí donde se “traza la línea divisoria” entre amar y preferir, al menos como yo lo veo. Ninguno es mejor ni peor que el otro, ¡simplemente son diferentes!
Se engañan los que se empecinan en demostrar que amor y preferencia es lo mismo. Los padres tenemos un corazoncito, que en determinadas situaciones de cada hijo puede hacer que se tengan momentos “especiales” hacia él. Puede suceder que sea el que más alejado está a nivel de expresar sus sentimientos, quien mueva a una actitud más cercana, otras el sufrimiento que los desengaños de la vida va ofreciendo a medida que se crece, o simplemente porque en las diversas etapas de la vida y en el descubrimiento de nuevos caminos, uno de los hijos tiene más afinidades comunes con nosotros. Esa predilección puede ir cambiando, a medida que también ellos mudan en sus preferencias, gustos, experiencias…
El amor no se divide, cada hijo recibe el equiparable a los demás. Basta ver como actuamos cuando uno no llega a la hora esperada, cuando se lastima, cuando cae enfermo, cuando sufre… Son esos momentos los que nos confirman nuestro desinteresado amor por cada uno de ellos. No hay diferencias en el amor. Lo importante es que cada hijo sepa que se ama de verdad con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser. Lo justo es valorarlos por su esfuerzo para que alcancen sus metas, su tesón para superar las dificultades o actitudes preocupándose también por los demás. Reconocer siempre a cada uno sus méritos, no olvidando nunca que jamás dos personas son iguales. Como expresaba al principio de este post: “Cinco dedos tiene mi mano, ¿Cuál me corto que no me duela?".
17 comentarios
Uffff tienes toda la razón, es imposible medir el amor por un hijo, cada uno tiene su particularidad, su caracter, sus reacciones, sus capacidades, sus....
ResponderEliminarA mi, que nadie me ponga nunca en esa tesitura porque mi amor por ellos es indivisible.
Gracias, gracias Tobias por esta preciosa entrada. Un abrazo!
Hola Paula. LO mejor es que los padres también vamos aprendiendo y enriqueciéndonos de esa personalidad que se va formando. En ellos también vamos entendiéndonos nosotros. Un beso. Gracias por tu comentario.
EliminarEste amor, que Dios derrama con tanta abundancia sobre su pueblo, hace exultar al anciano Tobías y le impulsa a proclamar: «Confesadlo, hijos de Israel, ante todas las gentes, porque él os dispersó entre ellas y aquí os ha mostrado su grandeza. Exaltadlo ante todos los vivientes, porque él es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los siglos» (Tb 13, 3-4).
ResponderEliminarFelicitaciones por esta nueva ventana abierta al mundo de la evangelización. Gracias por estar siempre ahí, al gusto de Dios.
Abrazos,
Miguel
Bienvenido Pastores Según mi corazón. Me alegra verte también aquí. Te agradezco profundamente tus palabras alentadoras para este inicio. Un abrazo
EliminarAqui me tienes!!! que arte tienes montando blogs hijo!! tengo muchos que los tengo y ya no escriben!!! menudo lio para quitarlos....
ResponderEliminarBueno Tobias...sea lo que sea...me vendrá siempre muy bien!! ya espero el segundo nieto!!un abrazo
Bienvenida Gosspi. No podías faltar con la energía y optimismo que siempre transmites. Felicidades por ese segundo nieto. Cada vida es una alegría. Cada niño que nace, nos dice que Dios aún no se ha cansado del hombre.Un beso
EliminarNo puede haber un Tobías sin un Rafael, así que aquí estoy para decirte con admiración: ¡qué sabia es tu mujer! Me apunto la frase porque es de antología (o más bien de antropología). Si alguna vez se pone un apodo en la red que sea "Sophia".
ResponderEliminarEn tu escrito se pone de manifiesto el carácter personal de las relaciones familiares. Y es que es verdad. En la familia cada uno somos "quienes" somos, íntregramente, irrepetibles, no "un" alumno, "un" empleado o "un" ciudadano, sino fulano o mengana. Por eso el trato no puede ser idéntico (ni mucho menos arbitrario). Uno precisa un refuerzo en el estudio que a otro le sobra. Hay a quien se le puede confiar una encomienda a una edad que a otro a esa misma edad le viene grande. Lo que a "A" le llena de felicidad a "B" le asfixia. Al final cada uno hará su vida llevándose consigo un pedazo de la de los padres, el pedazo mejor.
Yo creo que los hijos son un reclamo permanente para hacernos mejores personas, para mirar con ojos amorosos y salir de nuestro egoísmo. Como todo tiene sus riesgos y se puede prostituir inconscientemente, como los padres que crían niños consentidos para recibir su afecto (y aquí de lo que se trata es de dar, de hacerlos mejores, no de llenar mis necesidades afectivas).
En definitiva, Tobías, que has estado "sembrao".
Un abrazo
Querido Rafa. Me alegra que hayas traído el pasaje bíblico de Tobías y que nos una la misma relación de amistad y acompañamiento en el camino de Rafael. Siempre me muevo entre ángeles...
EliminarMe parece que das en el clavo al decir que los hijos nos hacen mejores personas y salir de nuestro egoísmo . Somos educadores pero a la vez también aprendices. A veces le decía a mi hijo mayor : "perdona por equivocarme, pero es que soy novato en esto" con el segundo y los que siguieron ya me costaba menos errar . El amor siempre es una entrega y un recibir y hay que saber manejarlo así. Gracias por tu reflexión. Un abrazo.
Y el amor de Dios es como el amor de madre que "ama más al hijo pequeño hasta que crece, al hijo enfermo hasta que se cura, al que está lejos hasta que vuelve, al que está en la cárcel hasta que recobra la libertad, al que está solo hasta que se enamora"
ResponderEliminarDesde mi corazón de madre creo que es así, al fin y al cabo una madre siempre se esta dando a sus hijos, pero entre todos ellos siempre se da con más intensidad al que mas la necesita y verdaderamente en una familia numerosa siempre hay algún hijo enfermo( no necesariamente con enfermedades del cuerpo...), siempre hay un hijo lejos ( no necesariamente en la distancia...) siempre hay un hijo en la cárcel (no necesariamente entre rejas, pero si en una de las muchas cárceles que quitan la libertad a los jóvenes de hoy...), siempre hay un hijo solo ( no necesariamente aislado en soledad sino solo, solo en sus pensamientos , solo en su busca de si mismo, solo entre las soledades del alma...)y eso es amar más tal vez.
El punto de inflexión esta en el "hasta que"... cuando la circunstacia cesa, el corazón tranquilo sonríe contemplando y sigue amando sabiendo que por cualquiera de ellos se daría la vida...
Un abrazo.
Tobías,discrepo en algo de lo que dices en tu respuesta a Rafael: el amor siempre es una entrega pero NO siempre es un recibir...
Otro abrazo.
Gracias Abril por tu preciosa reflexión. Haces bien en tu discrepancia porque estoy totalmente de acuerdo contigo. Veo que me expresé mal, pero tú lo dejas muy claro y tu matiz era necesario. No quise decir recibir uno mismo, en este caso me refería a los hijos.Quien ha recibido algo sin esperar nada a cambio, quien ha sido querido, enseñado, ayudado, auxiliado, luego también tiende a querer, a enseñar, a ayudar, a auxiliar y a dar también desinteresadamente. Y así lo hemos vivido muchos hijos con nuestros padres, entendiendo con el tiempo y experiencia ese amor desinteresado y entregado. Desde luego que el amor es una entrega; desde la libertad, porque busca la felicidad del otro. Oscar Wilde lo expresa muy bien en una hermosa frase :"“Dar y no esperar nada a cambio, eso nace del corazón, eso es amor.” . Me ha encantado que lo compartieras. Un abrazo
EliminarQue va, que va... releyendo... tu no te expresaste mal, soy yo que estoy espesa... pero viendo la explicación tan bonita que me das, me alegro de mi espesura.
EliminarBuen día!
Pues la discrepancia y la espesura ha dado como fruto otra pequeña reflexión. Gracias a ti
EliminarMuy cierto lo que nos escribes, criados igualmente y tan diferentes. En nuestras circunstancias actuales observamos como van abriendose camino desde la distancia y siendo inmigrantes. Alguien un día me dijo refiriéndose a la personalidad de uno de los hijos: "Lo hiciste Bien, mami". Demos gracias a Dios, entonces.
ResponderEliminarHola María Auxiliadora. Desde luego que esa afirmación es una nota alta en el papel de madre. Muchas veces (al menos a mi me pasa) nos asalta la duda de saber si lo estaremos haciendo bien, entonces siempre me respondo lo mismo : El amor siempre triunfa por tanto dará fruto, y de aquello que no hagamos bien, aprendamos y en eso nos dan ejemplo los abuelos, que nos advierten de sus errores y que no suelen aplicarlos a los nietos; pero este es otro tema que un día podría tocar. Un abrazo
EliminarMe gusta tu nueva etapa, y me gusta que te lo tomes como una terapia sin obligaciones.
ResponderEliminarÁnimo, suerte y bendiciones en todo lo que te venga y proyectes.
Me gusta la frase "Cual me corto que no me duela".
Bienvenido Javier. Me encanta que hayas entrado y dedicado unas palabras de aliento en esta nueva etapa. Sabes que estás en tu casa. Un fuerte abrazo
EliminarEsa frase la repite también mi madre y es muy cierta. Podemos tener determinadas afinidades en algún momento, pero el amor no espera nada a cambio. La frase de Oscar Wilde me ha encantado.
ResponderEliminarGracias, Tobías.
Una etapa ¡preciosa!
Un abrazo.
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