DECIDIRNOS A SONREIR
Existe un dicho que afirma que "los hijos son la alegría del hogar". Y, sin embargo, todos los que tienen hijos pequeños -y no tan pequeños- han experimentado la tensión continua que supone elesfuerzo por educar bien a los hijos.
Puede que estemos tan centrados en ayudarles a portarse correctamente, a adquirir buenos hábitos que nos olvidemos que también necesitan bromear y reír.., a carcajada limpia.Efectivamente, nuestros hijos necesitan autoridad y disciplina, pero la infancia también necesita un tiempo para reírse. Casi puede decirse que nuestros hijos se encuentran en la edad de la risa: fácil,espontánea, continua, por naderías... feliz.
Se encuentran en el período sensitivo para hacer del buen humor una forma de ser, una postura ante la vida. Fomentárselo les ayudará a contar con recursos para superar problemas y disgustos.
Nuestros hijos han de ser capaces de enfrentarse a las dificultades de la vida, pero también han de ser capaces de recordar su infancia como una época feliz, unos años de risas continuas (junto a nuestra exigencia, que también es igual de necesaria). Y, para ello, hay que aprender a reírse en familia. Divertirse .
Pero para ganarse el afecto de los hijos es necesario que nosotros colguemos los problemas en el perchero, al entrar a casa.
Y lo mismo que nos proponemos besar a nuestra mujer o marido al llegar, también nos decidamos a sonreír.
Estar de buen humor no cuesta tanto y, además, es mucho más gratificante. Hay que esforzarse por sonreír, aunque a veces se haga difícil. Así acabará por enraizarse en el carácter un sólido sentido del humor.En definitiva, los hijos aman a aquellos que tienen tiempo no sólo para enseñarles, sino para divertirse con ellos. Por lo tanto, podemos buscar las mil y una ocasiones que presta la vida normal para convertirlas en carcajadas, es decir, para reírnos con nuestros hijos.
Los hijos necesitan un ambiente en el que, habitualmente, se esté de buen humor. Y, cuando no es así, ese hogar va cayendo poco a poco en un sopor parecido a la tristeza, que nunca es productiva ni libera en nada de los problemas.
Ricardo Regidor
Puede que estemos tan centrados en ayudarles a portarse correctamente, a adquirir buenos hábitos que nos olvidemos que también necesitan bromear y reír.., a carcajada limpia.Efectivamente, nuestros hijos necesitan autoridad y disciplina, pero la infancia también necesita un tiempo para reírse. Casi puede decirse que nuestros hijos se encuentran en la edad de la risa: fácil,espontánea, continua, por naderías... feliz.
Se encuentran en el período sensitivo para hacer del buen humor una forma de ser, una postura ante la vida. Fomentárselo les ayudará a contar con recursos para superar problemas y disgustos.
Nuestros hijos han de ser capaces de enfrentarse a las dificultades de la vida, pero también han de ser capaces de recordar su infancia como una época feliz, unos años de risas continuas (junto a nuestra exigencia, que también es igual de necesaria). Y, para ello, hay que aprender a reírse en familia. Divertirse .
Pero para ganarse el afecto de los hijos es necesario que nosotros colguemos los problemas en el perchero, al entrar a casa.
Y lo mismo que nos proponemos besar a nuestra mujer o marido al llegar, también nos decidamos a sonreír.
Estar de buen humor no cuesta tanto y, además, es mucho más gratificante. Hay que esforzarse por sonreír, aunque a veces se haga difícil. Así acabará por enraizarse en el carácter un sólido sentido del humor.En definitiva, los hijos aman a aquellos que tienen tiempo no sólo para enseñarles, sino para divertirse con ellos. Por lo tanto, podemos buscar las mil y una ocasiones que presta la vida normal para convertirlas en carcajadas, es decir, para reírnos con nuestros hijos.
Los hijos necesitan un ambiente en el que, habitualmente, se esté de buen humor. Y, cuando no es así, ese hogar va cayendo poco a poco en un sopor parecido a la tristeza, que nunca es productiva ni libera en nada de los problemas.
Ricardo Regidor
3 comentarios
Muy buen artículo, muy importante. Y no hay nada que dé más felicidad que ver a un hijo risueño, eso es algo que se mama en casa, está claro.
ResponderEliminarBesos, gracias.
El sopor...hasta en el trabajo...no me quiero imaginar de donde viene el personal...pero no importa, haremos por que se la lleven (la sonrisa) al lugar de donde vienen.
ResponderEliminarNos gustan los retos.
Un saludo.
La clave de la convivencia está en la alegría, porque estar alegre supone controlar y aceptar los problemas que suscita la convivencia. Sin lugar a duda, la alegría oxigena el ambiente y le da el aroma necesario para que se cultive la amistad, la enseñanza, el buen humor, la obediencia, el respeto, la libertad responsable, los deberes, y tantos valores que hacen de la familia el centro de la vida del hombre y la sociedad.
ResponderEliminarUn abrazo en XTO.JESÚS.
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