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¡Verdaderamente ha Resucitado!




Hace  unos años, un gran amigo mío compartió conmigo una confidencia donde me hablaba de que para él la fe era un motivo de alegría, se nos había regalado desde el momento en el que Cristo resucitó, por eso toda su vida de fe estaba enfocada y basada en esa convicción. Y desde la resurrección sabía vivir cualquier acontecimiento que se presentara en su vida. Más tarde reflexionando sobre ello, me hizo plantearme como era mi alegría pascual y la de los cristianos en general y llegué a la conclusión que son pocos los que logran experimentar ese gozo que tanto se nos proclama en toda la liturgia que nos ha acompañado estos días. Desde entonces intento vivir mejor el tiempo pascual, pidiendo a  Dios penetrar en ese júbilo que la Iglesia celebra hoy. Porque si la resurrección de Jesús no nos transforma, no podremos seguir avanzando en esa fe que muchas veces pregonamos tener.

Se me erizó la piel, al escuchar por primera vez el saludo que los griegos cristianos proclaman en la noche de Pascua: "¡Christos Anesti!" La otra parte responde: "¡Alithos Anesti! ¡Cristo ha Resucitado! ¡Verdaderamente ha Resucitado!" Este grito de alegría va tan cargado de convencimiento interior, que incluso algunos lo sustituyen por el saludo habitual de "buenos días, o buenas tardes". No exagero al escribir “grito de alegría”, porque se percibe en la fuerza de las palabras, en la expresión del rostro, en el modo de transmitirlo, en la fidelidad de manifestarlo durante todo el tiempo Pascual. Sigue asombrándome cada  vez que lo escucho.

Traigo a mi mente mis noches en la vigilia Pascual, y lo contrasto con el pobre deseo rutinario que se escapa de nuestras bocas,  repitiéndolo año tras año: "¡Feliz Pascua!","¡Igualmente "; respondemos cortésmente , adornado por una aparente insensibilidad  ante el día más grande para un cristiano:¡ La Resurrección de Cristo!

¿Hemos entendido lo que acabamos de celebrar en la gran noche? ¿Salimos con la alegría de sentirnos salvados? Ese gozo que no ha cesado de proclamarse durante toda la liturgia de la Vigilia. Basta estar atento al Pregón Pascual para conmoverse en todo lo que se proclama en él. Hasta llega una alabanza para el pecado.  ¿Ha vibrado nuestro corazón, se ha emocionado con toda la simbología que asume la Verdad más grande revelada? ¡Cristo ha vencido a la muerte! ¡La esperanza y la certeza de una vida nueva es real! No hay lugar para la tristeza.

Se acabará la Vigilia Pascual, nos sentiremos contentos porque hemos asistido a todo el triduo de este año, y el domingo de Pascua lo celebraremos tal vez con una comida especial, pero el lunes volveremos a nuestra rutina. ¿Notará alguien, el gozo que deberíamos estar manifestando? ¿Estamos recogiendo los frutos de conversión que sembramos durante la Cuaresma? ¿Hemos cambiado algo de verdad? Me resisto a creer que en este siglo XXI , los que han optado por seguir a Jesús, la celebración de su resurrección  no transforme  algo  sus vidas. Albergo la esperanza de que al menos se está intentando.

Basta ojear por la red como han celebrado la Pascua todos esos cristianos perseguidos en países donde no se les permite manifestar su fe, donde se les hostiga y aniquilan . Deberíamos recibir un fuerte mazazo que nos hiciera avergonzarnos de nuestra pobre convicción en la alegría y esperanza en el Resucitado. Os invito a buscar esos testimonios en las páginas de internet.

El lunes, el martes, el miércoles..., todos los días después de Pascua, no podemos afrontar nuestros quehaceres diarios como antes. Si  todo permanece en el mismo sitio, si nada cambia en nuestras vidas, merecería que buscáramos un tiempo para preguntarnos: “¿Si todo sigue igual para mí, para qué Resucitó Cristo?” Si no sabemos entrar en este gran misterio, debemos pedirlo.

Existen personas que dicen que no saben que decir a Dios en la oración, pues si tú estás entre ellas, cuando experimentes esos momentos ya tienes una cosa para demandarle hasta que te la conceda. “Señor que entienda, que perciba la grandeza de la Resurrección, que  abra mi corazón  para recibir su luz, que viva en la alegría Pascual y la lleve a los demás, transfórmame, restáurame contigo!"

Tiempo Pascual... ¡Que permanezca más allá del calendario!

¡Christos Anesti! ¡Alithos Anesti!


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3 comentarios

  1. La Resurrección puede producir también hoy entre nosotros, en el ámbito personal y comunitario. La capacidad del perdón; de la reconciliación con nosotros mismos, con Dios y con los demás; la capacidad de reunificación; la de transformarse en proclamadores eficientes de la presencia viva del Resucitado, puede operarse también entre nosotros como en aquel puñado de hombres tristes, cobardes y desperdigados a quienes transformó el milagro de la Resurrección.

    ¡Él está vivo...Jesús ha resucitado!

    «Que la alegría de la Resurrección nos levante de la soledad, la debilidad y la desesperación a la fuerza, la belleza y la felicidad». (Floyd W. Tomkins)

    ¡Bendecido Domingo de Pascua!
    Un gran abrazo, estimado Ángel.

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