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¡Creemos!¡Estamos seguros!


Un amigo que suele plantearse la fe como respuesta a sus preguntas, me  hablaba de cómo le impresionaba la convicción de los que rezaban a Dios,  le admiraba que pidieran  por él de forma desinteresada, y que no le dejaba indiferente contemplar esas acciones.  ¿Pero cuando responde Dios a nuestras oraciones?

Jesús en el evangelio nos invita a pedir con confianza todo aquello de lo que tenemos necesidad. “Buscad y hallaréis, pedid y os será dado, llamad y se os abrirá”. Es más, Jesús nos invita a pedir, sabiendo de antemano que lo que pedimos será escuchado. San Juan, nos dice: “ Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. (Jn,14). Entonces si tenemos esta certeza ¿por qué parece a veces que no se nos concede lo que pedimos? ¿Nos engaña Dios, nos rechaza, o es simplemente una ilusión para los pobres que no tienen esperanza alguna? Muchos experimentan lo que esta pregunta plantea. También nosotros seguro que alguna vez andamos en esas cavilaciones.

San Agustín parece responder a ello cuando dice: “A veces no obtenemos lo que pedimos en la oración porque oramos mal, o sea sin atención o sin fe. No obtenemos porque pedimos mal, en el sentido que nuestra oración no es una oración perseverante, humilde, confiada, agradecida. Algunos solo piden por ellos. La oración que no se hace en estado de gracia, o sea en pecado mortal, es otro ejemplo de porqué la oración no llega hasta Dios; si no nos arrepentimos al menos de nuestros pecados, con un corazón contrito y humillado, ¿cómo podemos pedir de forma justa? Sería como decirle a Dios: “Mira, no me preocupo mucho por ti en mi vida, en mi forma de vivir, en mis elecciones diarias, pero tú ponte a mi servicio y me das lo que te pido” O tal vez oramos siendo malos. Somos malos cuando no tenemos misericordia con los otros, que muchas veces nos piden ayuda, tiempo, dinero, paciencia, compasión, disponibilidad, perdón.  Podríamos preguntarnos ¿por qué Dios debe ayudarnos si no lo hacemos con los otros? O sea, sin querer mejorar nuestra conducta. O pedimos cosas que nos hacen mal, por ejemplo, bienes materiales que podrían hacer más mal que bien a nuestra eterna salvación. Los bienes de la vida, todos, también aquellos más evidentes (salud,trabajo,hijos) no son bienes absolutos: Bien absoluto es Dios, su gracia. Si se la pedimos, siempre se nos dará en forma magnánima. Pero toda oración es escuchada, y si Dios no nos da lo que pedimos, nos dará algo que sea mucho mejor”. Jesús nos empuja a buscar primero el Reino de Dios, para tener todo lo demás en abundancia.

Los propietarios de la montaña "Mount Morgan" en Queensland (Australia) se cansaron durante muchos años cultivando sus colinas sin beneficios. Apenas podían sobrevivir, sin darse cuenta de que debajo de sus pies estaban las reservas de oro más ricas que el mundo había visto. Tenían una riqueza de un valor inmenso como ninguno hubiese soñado, que no estaba descubierta, por lo tanto inútil. Pertenecía a ellos y sin embargo no la poseían. Los cristianos, conocemos las riquezas de Dios en su gloria, en Jesús y parece que tampoco sabemos como poseerlas. Jesús nos hace saber que quien las pide puede recibirlas. Basta mirar a la mayoría de padres con sus hijos. ¿No dan todo lo que es bueno para ellos, incluso lo que no se les pide?...

Nunca se nos ocurriría darle a un niño un carbón ardiente, incluso si él gritase con todas sus fuerzas para tenerlo. Reclamaciones inapropiadas e irresponsables. La respuesta de Dios a la oración puede ser "sí" o "no". Pero también existe la posibilidad de que él diga "¡espera!" Es muy probable que Dios prepare una bendición mayor para nosotros de lo que podemos imaginar y que haga que tanto nuestras vidas como las de los demás prosperen. con un "no" , esto no significa necesariamente que seamos culpables de un pecado evidente o deseado. La razón para rechazar ciertas solicitudes, muchas veces surge del hecho de que ignoramos la voluntad de Dios para esas peticiones y estamos motivados por intenciones egoístas cuando rezamos. "... porque no sabemos lo que debemos pedir en oración, como corresponde, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con suspiros inefables" (Romanos 8:26). Este fue el error de la madre de los hijos de Zebedeo. Ella se acercó al Señor, se postró a sus pies y le hizo una petición.

Pero Jesús respondió de inmediato: "No sabes lo que preguntas" (Mateo 20:22) . La respuesta de Dios a veces es "espera". Quizás debamos esperar a que Dios complete nuestra oración porque aún no estamos listos para el regalo que pedimos. San Agustín otra vez: "¡Oh, ¡Señor, purifícame, pero no de inmediato!" ¿Nuestras oraciones no se parecen a esto? De vez en cuando nos hace esperar hasta que nos da la respuesta, porque apunta a algo que aumentará su gloria. El retraso de Dios no es un rechazo. No siempre entendemos por qué unas veces se demora en responder, y otras nos responde "antes de invocarlo".

Un ejemplo de una oración devota. George Müller, el padre de los huérfanos de Bristol (1805- 1898), estuvo rezando más de sesenta y tres años por la conversión de su amigo. ¿Quién puede adivinar la razón? "Lo decisivo es no renunciar antes de que llegue la respuesta", dijo Müller. “He orado sesenta y tres años y ocho meses por la conversión de una persona, aún no se ha convertido, pero estoy seguro de que sucederá, y ¿por qué no?" "Tenemos las promesas inmutables de Dios y confío en ellas".

Casi inmediatamente después de la muerte de George Müller, justo en su funeral, el amigo en cuestión se convirtió. Sí, Dios escuchó su oración, incluso si el cumplimiento se hizo esperar un tiempo muy largo. George Müller tuvo la experiencia de que gran parte de sus peticiones se hicieron realidad, por lo que no es sorprendente que un día exclamara: "Qué bueno, amable es el Señor que conocemos". Solo soy un hombre pobre, débil y pecaminoso. , pero Él ha escuchado mis súplicas innumerables veces ".

Termino con una reflexión del papa Francisco : «Así, Jesús nos enseña a rezar». Nosotros, habitualmente presentamos al Señor nuestra petición «una, dos o tres veces, pero no con mucha fuerza: y luego me canso de pedirlo y me olvido de pedirlo». En cambio, los ciegos de los que habla Mateo en el pasaje evangélico «gritaban y no se cansaban de gritar». En efecto, Jesús nos dice: ¡pedid! Pero también nos dice: ¡llamad a la puerta! Y quien llama a la puerta hace ruido, incomoda, molesta».

Precisamente «éstas son las palabras que Jesús usa para decirnos cómo debemos rezar». Pero éste es también «el modo de oración de los necesitados que vemos en el Evangelio». Así, los ciegos «se sienten seguros de pedir al Señor la salud», de tal manera que el Señor pregunta: «¿Creéis que yo puedo hacer esto?». Y le responden: «Sí, Señor. ¡Creemos! ¡Estamos seguros!».

¡Que tengáis un feliz día!


Evan Craft & Majo Solís - "Confío" 

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1 comentarios

  1. Hola Angel!!! Me gustan tus entradas...Y hablaba en el mio de la Entrega..y de la confianza..me gusta la cancion!! un abrazo siempre en Cristo!! La Paz.

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