Preparándonos - Domingo XXVII Tiempo ordinario
Preparándonos para la celebracion dominical del 4 de Octubre con la Lectio divina para el XXVII domingo del TO. Ciclo B
Génesis 2, 18-24; Hebreos 2, 9-11; Marcos 10, 2-16.
El hombre y la mujer son llamados por Dios a la unidad -“…una sola carne…”-, dado que sólo ellos pueden formar una relación de Igualdad entre sí –“…no encontraba ninguno como él que lo ayudase…” (Primera lectura). Si Jesús no se avergüenza en llamarnos hermanos, por los que entrega la vida, no se puede justificar ningún tipo de dominio o inferioridad entre los seres humanos (segunda lectura); Y no es lícito por lo tanto repudiar, o dar acta de divorcio, a ninguna mujer ni a ningún hombre; la unidad entre ellos no puede ser disuelta, Dios mismo y su amor está comprometido en dicho amor humano – “…lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre…”-.
Ya conocemos la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio y esta nunca se niega en la Iglesia católica. Últimamente han surgido temores respecto al sínodo de la familia que está por empezar y, esperamos su desarrollo y conclusiones. Hoy la familia necesita ser iluminada de una forma nueva, sobre todo en sus dificultades, en un mundo de cambios acelerados. La Iglesia está “de lleno” en la dinámica del evangelio, empujada por el Papa Francisco, que nos llama a ser y a actuar desde y con la “Misericordia” de Dios. Por ello mi reflexión opta por un acento en consonancia con el mensaje de los anteriores domingos.
Ahora Marcos nos presenta cómo la ambición, por la que discutían los apóstoles, buscando quien era más importante, excluyendo a los demás de la posibilidad de hacer el bien y de Jesús mismo, adquiere ahora una dimensión de lucha de Género. Buscar “quien es el más importante” en la relación entre hombre y mujer se ha traducido en la historia de la humanidad en una humillación y abajamiento de la mujer por parte del hombre. Conocemos esta realidad con el nombre común y popular de “machismo” o, denominando la realidad social construida sobre estos criterios, como “sociedad patriarcal”. A tal punto llegaba esta sociedad que el hombre podía repudiar a la mujer relegándola a la marginación, a veces por motivos que hoy son irrisorios. Jesús no quiere que, entre sus discípulos y discípulas, haya ningún tipo de discriminación; por eso alude a la Igualdad fundamental entre hombre y mujer, basada en un amor más grande y de calidad superior que el que se profesa a un padre y a una madre -…por eso el hombre abandonará al padre y a la madre…-
Sin duda conocemos que en nuestra comunidad todavía existe esta mentalidad “heredada” y cómodamente sostenida en muchas familias y matrimonios. Es frecuente encontrarse mujeres abatidas y humilladas porque su marido no quiere darles el dinero que necesitan para sufragar los gastos comunes del hogar, y hasta viniendo a confesarse porque han “robado” el dinero que supuestamente su marido no quieren darles (por poner sólo un ejemplo común y usual). En algunas culturas parecerá que estoy hablando de épocas trasnochadas y arcaicas… Por ello, caminar a la luz del evangelio, para que el reino de los cielos, y una humanidad digna, llegue a esos “niños” de hoy, es decir, la mujer oprimida por el machismo de muchos, que son muchas veces las “últimas” (como los niños entonces) es tarea urgente de todos. ¿Cómo lo vamos a hacer? Porque todavía escucho en algunos grupos y personas (interpretando anacrónica e inadecuadamente un texto de San Pablo) decirles a los demás que el “marido es cabeza de la mujer”.
Dejémonos convertir de verdad por el evangelio de Jesús, Cristo e Hijo de Dios (así empieza el evangelio de San Marcos).
Feliz semana. Te esperamos en la celebracion de la que es tu comunidad.
P. Nicolás ST
3 comentarios
Oye, no te lo he dicho nunca, pero las fotos de tu blog son espectaculares...
ResponderEliminarMuchas gracias Javier. Me lo curro mucho buscándolas
EliminarEsta noche asistiré a la celebración eucarística de mi comunidad sabiendo ya las lecturas y el evangelio.Saludos
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