Preparándonos - Domingo XXVIII Tiempo ordinario
Preparándonos para la celebración dominical del 11 de Octubre con la Lectio divina para el XXVIII domingo del TO. Ciclo B
Sabiduría 7, 7-11; Hebreos 4, 12-13; Marcos 10, 17 - 30
La vida no consiste en buscar riqueza, ni salud, ni belleza; sólo quien desde Dios aprende a vivir, en todas las circunstancias cambiantes de la vida, posee “el espíritu de sabiduría”, único “don” digno de ser pedido a Dios (primera lectura); este espíritu penetra “…como espada de doble filo…”, por la Palabra, hasta lo más recóndito de nuestro ser (segunda lectura); y es el único capaz de hacernos entender y vivir las exigencias del ser discípulos de Jesús: “…Entonces, ¿Quién puede salvarse?” (Evangelio).
“Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor…” resuena en la armonía de la vida, cuando nos aferramos a ella. Sin embargo una sola cosa hay importante a la hora de acercarse a Jesús: “SEGUIRLO”. Los discípulos lo dejaron todo y lo siguieron; y es que Él es el tesoro escondido que, una vez encontrado, se vende lo anterior para poder adquirirlo.
¡Esta es la dimensión más difícil de entender del evangelio! Y es que en realidad, al acercarnos a Dios, lo que solemos buscar es algo que Dios nos puede conceder; pero al encontrarnos con Jesús descubrimos que es Dios mismo quien quiere ser “todo nuestro” y, por ello mismo, quiere que aprendamos a ser “todo Suyo”. Y, de ahí, a ser todo de “los demás”, no hay frontera. Jesús quiere ofrecernos la libertad que necesitamos para poder vivir esta experiencia única. Esa es la verdadera sabiduría que necesitamos para vivir plenamente realizados en el presente y, en la “edad futura, con la vida eterna”. Por ello lo importante no es “qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna” sino aprender a Seguir a Jesús con la libertad de su Espíritu.
Esta semana no quiero, ¡ni puedo!, hablar de los ricos, a los que les es difícil entrar en el reino de los cielos…; porque en mi comunidad se encuentran, en su mayoría, las víctimas de ellos; Aquellos que han tenido que huir, por la ambición y el poder de estos ricos, de sus países; Aquellos que han aprendido a compartir el “único” pan que tenían, para no ser los únicos en el camino de la vida; Aquellos que han tenido que estrujar la única botella que les quedaba, para poder beber, en la sed del desierto que han cruzado; Aquellos que todavía tienen lágrimas en los ojos, porque no es fácil tener que reconstruir la vida; Aquellos que ahora, en la comunidad, están aprendiendo a ser Discípulos de Jesús, sin otros bienes que dejar, sino su propio “Yo” egoísta que, sea en ricos que en pobres, siempre hay que ir abandonando. “Bienaventurados los pobres… los que lloran… los que tienen hambre y sed de justicia… porque de ellos es el Reino de los cielos”. Las bienaventuranzas no están en el evangelio de Marcos, pero esos bienaventurados del Evangelio de Jesús sí están en nuestras parroquias.
Feliz semana. Te esperamos en la celebración de la que es tu comunidad.
P. Nicolás ST
3 comentarios
Ser pobre no es solo no tener dinero ni poseer cosas, para que Jesús te bendiga como pobre, has de estar desposeído a nivel interior del querer tener, el querer apropiarse de algo o alguien... y llegar a esa altura en la que el Señor viene a ser todo para el pobre, que así queda enriquecido con el mismo amor del Corazón de Cristo que palpita en su interior. Auxiliemos a los necesitados y vengamos a ser pobres a ojos del mundo, y desposeídos, por lo tanto libres, caminando siempre en Verdad.
ResponderEliminarexcelente reflexión del evangelio.
ResponderEliminarPreciosa reflexión! Muchas gracias por compartirla
ResponderEliminarBesos
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