Yo deseo
En una de las meditaciones que escuché en mis vacaciones, se hablaba de la codicia. Como estaba en el jardín, mi hija Alicia se detuvo un ratito junto a mí, curiosa por lo que estaba oyendo a través de mi tablet.
Debió gustarle porque se quedó. Al terminar, me dijo que le explicara mejor, que era la codicia. Siempre temo algunas preguntas de mis hijos, sé que aquello que le diga , es lo que su cerebro archivará, así que es importante no salirse por la tangente.
Le dije que era desear de forma desordenada riquezas o cosas materiales, que en la sociedad de hoy se podía ver a diario muchos ejemplos de ello. Basta vivir el momento vacacional en otro lugar distinto al nuestro , para darnos cuenta de que también nosotros empezamos a desear mucho de lo que vemos. ¿O no?
Dice el diccionario que la codicia es un deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes o riquezas. Tiene como primas hermanas a la avaricia, la envidia, la ambición. ¡Las conocemos bien!
Y resulta que en la misma semana que reflexiono sobre el tema, me envían un testimonio que no necesita comentarios, donde el antónimo de codicia queda muy bien reflejado, así que a callar y a dejar leer.
Dobri Dobrev es un hombre búlgaro de 98 años con una conmovedora y ejemplar historia digna de ser dada a conocer… El hombre, que perdió gran parte de su capacidad auditiva en el período de la Segunda Guerra Mundial, recorre cada día unos 25 kilómetros a pie, para trasladarse desde su aldea hasta la capital Sofía, donde se pasa el día mendigando por dinero.
Vistiendo la ropa y zapatos que él mismo se encarga de confeccionar, dedica gran parte de la jornada en recaudar limosnas. Y a menudo expresa plegarias en la iglesia como forma de agradecimiento a todas las personas que día a día se acercan a colaborar.
Este hombre; muy conocido en su pueblo, ha quedado en boca de todos cuando hace poco tiempo, se descubrió que “pedía dinero con una misión en mente, y esa misión la cumplió”.
Llegando a recaudar unos 40 mil euros, donó hasta el último centavo para colaborar con la restauración de los monasterios e iglesias de Bulgaria y para contribuir a pagar las facturas de agua y luz de los orfanatos.
Mientras tanto, Dobrev vive enteramente de una pensión mensual de 80 euros que le brinda el estado.
21 comentarios
guaoooooooooooooo, es Jesucristo!!!
ResponderEliminar¡Cuanto has dicho con pocas palabras!
EliminarGracias
Con la boca abierta me quede.
ResponderEliminarMaravilloso Dios!!!
Martha V.
Pues algo así me ocurrió a mí también cuando me lo enviaron.
EliminarUn beso Martha
Una cosa es la pobreza y otra la miseria. No me intérpretes mal pero creo que que si Dios le da el sustento por medio de limosnas debería de gastar algo en mejorar su miseria y donar el resto si ese es su deseo.
ResponderEliminarPienso que Dios no tiene nada en contra con llevar una vida pobre pero no quiere que vivamos miserablemente.
Es mi opinión, como siempre discutible.
De todas formas lo admiro por su caridad con los demás. Que Dios lo bendiga
Pienso que Dios pide a veces cosas especiales a los que Él elige. También nos resultan extraños los anacoretas, en el siglo XXI, y otro tipo de llamada. Las personas para Dios, somos únicas e irrepetibles y sólo Él puede juzgar las acciones. Nosotros desconocemos tantas cosas... A mi me impresiona esa opción voluntaria de pasar por mendigo, porque tal vez ahí esté el quick de la cuestión. Mendigar por amor , para dar a los demás. Mucho amor, convierte en dulce lo amargo.
EliminarGracias por compartir tu impresión. Un abrazo
Gracias Ángel por compartir este impactante testimonio.
ResponderEliminarLo mejor de los blogs es compartir. Pues una vez más, doy lo que recibo. Gracias a quien me lo ha pasado.Un abrazo
EliminarGracias, una vez más, por tu testimonio, Ángel.
ResponderEliminarSiempre me quedará el recuerdo de cuando visité el Monasterio de Rila, en 1976 (la fecha en este caso sí es importante debido al régimen que entonces vivía Bulgaria), y las ancianas que llevaban como ofrendas al altar verduras sacadas de sus pequeños huertos, o huevos de alguna gallina que tuvieran, o panes y bizcochos elaborados en sus modestos hornos; se empeñaban, todas, en que los probase. La generosidad de esas ancianas, muy pobres, ofreciendo a Dios sus escasos bienes, antes de ser repartidos entre gente aún más pobre que ellas, me resultó toda una lección.
Un abrazo.
Juan Ignacio, muchísimas gracias por compartir este testimonio. Lo encuentro precioso.Me ha recordado, el pasaje del Evangelio, donde Jesús alaba la generosidad de la viuda, que "ha dado hasta lo que necesitaba para vivir".
ResponderEliminarUn abrazo
Conforme leo, me siento más canijo, y más, y más, y más...
ResponderEliminarEsos síntomas, tienen toda la pinta de tener un diagnóstico . ¡Amor!
EliminarCaray!! Qué pequeñita se siente una ante un testimonio como este.
ResponderEliminarComparto también un caso muy cercano de alguien conocido por mi que sin tener apenas para comer, pues disponía de una pensión mínima, recogía propinillas realizando trabajos por bares, recogiendo vasos, ayudando en la limpieza.... Para ayudar a gente sin recursos (como si él los tuviera) y que pudieran asistir a los cursillos de cristiandad a encontrarse y conocer a Jesucristo.
Con gente así, yo me pregunto y me miro a mi misma y .....bufffff miedo me da!
Un abrazo¡
Pues esos son los signos que Dios pone en nuestro camino, para valorar como su amor está detrás de cada alma. ¿Sabes que es lo mejor?... Que Dios nos mira con sus ojos, nosotros fijamos la vista en nuestras miserias, y por eso a veces nos sentimos tan mal. ¡Somos el amor de Dios! y ahí tenemos que aprender a entrar. El papa Francisco lo resume muy bien en su escudo ""Lo miró con misericordia y lo eligió"
EliminarGracias por el testimonio
Dios mío,me pasa igual que a nuestro querido Rafael.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo :)
Tú estás recorriendo un camino similar, saliste de ti para ir a los demás ... ¡Y menuda carrera llevas! Gracias por dejarte hacer.
EliminarNo sé que decir... Impresionante. Sólo sé que toda su fuerza viene de Cristo.
ResponderEliminarPd 50km en total todos los días?
Las sorpresas que nos encontraremos en el cielo. ¡Cuanta luz, obtenida por amar!
EliminarImagino que los 25 kms serán de ida y vuelta, porque vamos .... los que hemos estado en el Camino de Santiago sabemos lo que se tarda en recorrer esa distancia. Sean los que sean , aunque fueran unos metros, no le quita valor a su generosidad. Un abrazo Pepe, encomiendo tus estudios
Una historia conmovedora y es que la generosidad y el desprendimiento suele caminar más a menudo entre la pobreza que entre la riqueza.Saludos
ResponderEliminarGracias, Angel, una vez más un testimonio de eso que nos impactan, gracias y que Dios te bendiga!
ResponderEliminarPiel de gallina... ¡Gracias, mi Buen Jesús!
ResponderEliminarTe invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.