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El susurro del Amor en la etapa final

 


Hace ya varios meses que he estado insistiendo en mi blog sobre un tema que me toca profundamente: la vejez, un tema que se ha convertido en una constante en mis reflexiones. Es innegable que lo compartido en algunos de mis posts recientes sobre la difícil decisión de ingresar a mi madre en una residencia ha influido poderosamente en mi enfoque. Este post, en especial, está dirigido a aquellos que trabajan en el corazón mismo de las residencias geriátricas, donde mis experiencias se han convertido en un reflejo de altibajos emocionales.

La decisión de trasladar a un ser querido a una residencia conlleva una carga emocional significativa, tanto para quienes toman la decisión como para quienes permanecen en el entorno familiar. Se espera que la inversión económica y emocional se traduzca en una mejora palpable en calidad de vida y atención. Sin embargo, a menudo, la realidad de los servicios prestados no cumple con lo prometido en palabras y folletos llenos de promesas. Al caminar por los pasillos, me detengo a recordar los rostros del pasado y los comparo con los del presente. Es desgarrador ver cómo el tiempo parece acelerarse dentro de esas paredes, y el aire se llena de una brisa sutilmente impregnada de tristeza, con pocas sonrisas reflejadas en los rostros de quienes allí habitan.

Mi madre encarna estos cambios de manera conmovedora. Llegó a la residencia apoyándose en un bastón sencillo que le proporcionaba el apoyo necesario para avanzar, pero con una vitalidad y esperanza que, aunque frágiles, aún persistían. Pero el tiempo avanza inexorablemente, esas mismas piernas que le llevaron a tantos lugares la han traicionado, y su actual compañera de andanzas es una silla de ruedas. Las fotografías de hace dos años revelan de manera impactante el brutal cambio en su aspecto físico y su creciente fragilidad corporal. Esas imágenes capturan recuerdos visuales que testimonian, de forma implacable, el paso del tiempo en un lugar como este: las arrugas han trazado nuevos caminos en su rostro, su cabello se ha transformado en un respetuoso y precioso blanco plateado, y su sonrisa, la misma que antes iluminaba por completo cualquier habitación, apenas se asoma ahora.

Para quienes dedican sus días a trabajar en estos espacios, este es un toque de atención para su reflexión. Y la pregunta central debe resonar en sus corazones: ¿Estoy interactuando con los residentes como parte rutinaria de mi día, o me estoy tomando un momento para conectarme verdaderamente con ellos? Quiero creer que aquellos de vosotros que elegisteis esta profesión fue por razones que trascienden las meras circunstancias laborales; optasteis por una vocación donde cada día representa una oportunidad crucial para marcar la diferencia en la vida de seres humanos que confían en vosotros.

Además, es esencial hablar del papel de la dirección de la residencia y del equipo técnico, cuya prioridad debe, de manera incuestionable, centrarse en el bienestar de los residentes y no en las aspiraciones personales de ascensos o beneficios económicos. Cuando la gestión se orienta hacia el cuidado de los ancianos, se crea un ambiente de seguridad y bienestar que trasciende cualquier curriculum vitae. Las decisiones administrativas deben reflejar una ética que coloque al residente en el centro de toda política y acción, y no ser tomadas tan solo con miras a un buen informe de fin de año, o a una puntuación alta en las encuestas de satisfacción.

Permitidme contaros un pequeño secreto: entre los momentos de cuidado y dedicación donde una sonrisa puede disipar las sombras con más brillantez que el amanecer más radiante, hay un superpoder oculto en el corazón de los cuidados geriátricos. No, no es otorgar inmortalidad —aunque, a veces, parece que enfrían el envejecimiento—. Es, de hecho, la capacidad única de transformar días sombríos en días llenos de sol, con solo una pizca de paciencia y una cucharada colmada de amor. A menudo olvidamos que el cariño es un poderoso aliado en la vida diaria. Afrontar las situaciones cotidianas con cordialidad o una sonrisa sincera puede transformar los momentos más desafiantes en oportunidades para cambiar perspectivas. Al encontrarse con un residente y ofrecer vuestra sonrisa más luminosa —aun en medio de dificultades—, sed conscientes de  que encarnáis el verdadero espíritu de vuestras residencias, con los lemas que vuestros directivos han colocado en bonitos folletos y carteles: "Cuidamos personas con dedicación", "ofreciendo el mejor cuidado profesional porque vuestra felicidad es la nuestra".

Pero, ¿qué pasa en esos días cuando la sonrisa no fluye con facilidad? Esos momentos, aunque difíciles, son joyas escondidas en el andar diario. Resulta que, precisamente en ese desafío, uno evita ver el trabajo como una carga para encontrar en él una ventana brillante hacia una auténtica conexión humana. Si alguna vez dudaste de tu poder de hacer la diferencia, imagina cómo crece el calor de una sonrisa, una caricia, una palabra amable, calentando hasta convertirse en la manta más acogedora durante el invierno más frío.

¿Cómo puedes estar seguro de que dejas la marca correcta? Reflexiona sobre un día cualquiera: cuando el estrés del día te hace olvidar esos momentos de humanidad sembrada. ¿Te detuviste a escuchar esa historia, por mil veces contada que sea? El poder sanador que tiene para quien te la cuenta.

Y recordar, queridos cuidadores y gestores, que el amor y la dedicación al cuidado de ancianos no son recursos escasos ni excluyentes. Vosotros sois quienes insufláis vida en hogares cálidos y significativos, más allá de las instalaciones concebidas, por muy lujosas y confortables que sean. Aseguraos de que cada anciano sienta que el paso por la residencia no es un simple paréntesis en sus vidas, sino un capítulo en el que las conexiones humanas verdaderas son las estrellas protagonistas.

Mientras escribo este post, deseo que mis palabras resuenen en vosotros no solo como un canto, sino como un recordatorio del significado histórico de vuestro papel. Aunque el trabajo diario puede nublar el horizonte, espero que esta reflexión reavive vuestra vocación. Cada sonrisa en un anciano lleva una historia que merece ser honrada con ternura y calidez. Recordad, un gesto de amor sincero o una escucha atenta puede cambiar esperanzas y convertir un día monótono en uno significativo. Que vuestra tarea sea un espacio de historias compartidas y vidas enriquecidas. En cada decisión, desde la dirección hasta el cuidador, debe reflejarse el compromiso de poner al ser humano en el centro, porque cuidar de nuestros mayores es cuidar del legado de una vida entera.

20 comentarios

  1. Que buenas palabras se pueden leer aquí. Soy enfermera y reconozco que muchas veces por falta de tiempo no somos capaces de ofrecer esa sonrisa a esa persona que tanto la necesita de ofrecerle esa pequeña broma que le hace que su día empiece mejor. A veces parece que corremos a hacer las cosas para que llegue nuestro momento de descanso. Otras porque nos faltan manos para poder ofrecer realmente todo lo que nos gustaría. Y otras veces es porque estamos insatisfechos con el salario que se recibe y lo pagamos con quien menos debemos que es con los ancianos. Ellos han dado todo por nosotros, estamos aquí gracias a ellos y muchas veces no somos capaces de regalarles una simple sonrisa que no nos cuesta nada. Creo que se está deshumanizando mucho este trabajo cuando lo que se debería hacer es todo lo contrario. Siempre he tenido predilección por la geriatría y cuando me he visto un poco más cansada con poca energía o simplemente sin ganas de trabajar pienso lo que me llevo a querer dedicarme a esta parte de la sanidad, el poder acompañar en los últimos momentos de cada persona es un privilegio que no todo el mundo puede tener. Ser sus brazos, sus piernas y todo lo que podamos para que puedan disfrutar de sus vidas el tiempo que les queda.

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    1. Muchas gracias por compartir estas palabras tan sinceras y llenas de humanidad. Es admirable tu vocación y el amor con el que ves tu profesión. Sin duda, la labor que realizas es invaluable y marcar la diferencia en la vida de los ancianos con pequeños gestos de cariño es un acto de gran generosidad. Ojalá más personas valoraran el impacto de su trabajo como tú lo haces. ¡Gracias por tu dedicación! 🌷

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  2. Es una necesidad primordial el trato humano, cálido, amistoso y tierno. Los ancianos ya no tienen defensas de ningún tipo, son como niños arrugaditos. Algunos no tienen recursos mentales para dejar pasar el tiempo, ese tiempo interminable... El cuidado de ellos es verdaderamente vocacional.

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    1. Qué hermoso y cierto lo que expresas. El trato humano y cálido es esencial para nuestros mayores, que tanto han dado y ahora necesitan de nuestra paciencia y cariño. Su cuidado es, sin duda, un acto de vocación y amor. Gracias por compartir estas palabras llenas de sensibilidad. 🌿❤️

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  3. Desde luego, a última hora la diferencia la marcan las personas. Yo creo que a última hora nos tenemos que mirar al espejo de nuestra alma para calibrar si nuestros actos han estado a la altura de lo que debíamos hacer. El problema es dejarse atrapar por el día a día sin caer en la cuenta de aquellas personas que nos necesitan y que encontramos en nuestro camino.

    Un abrazo grande

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    1. Rafa, ¡qué alegría verte por aquí de nuevo! Tienes toda la razón, al final del día, lo que realmente importa es la calidad humana con la que vivimos y tratamos a los demás. Detenernos a reflexionar sobre nuestros actos nos ayuda a no perdernos en la rutina y a recordar que siempre hay alguien que necesita de nosotros. Gracias por compartir estas sabias palabras.

      ¡Un abrazo grande! 😊✨

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  4. Tu publicación me ha causado gran impresión!! Mi abuela lleva casi ocho años en una residencia y me cuesta mucho ir a verla.

    Me da pena ver cómo los abuelos se quejan a diario de que quieren irse a sus casas, y cómo los trabajadores están ahí porque no les queda otra a los pobres.

    Pero, por suerte, no son todos iguales. Se distingue fácilmente a aquellos que sonríen, y que tratan con amor a nuestros mayores.

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    1. Entiendo perfectamente lo que sientes. No es fácil ver a nuestros seres queridos en una residencia, pero el simple hecho de visitarlos ya les brinda un poco de alegría en su día. Es cierto que algunos trabajadores están ahí por obligación, pero también hay quienes ponen el corazón en su labor y marcan una gran diferencia con su trato humano y cálido. Esos pequeños gestos de cariño, tanto de los familiares como del personal, son los que realmente les dan luz a sus días.

      Gracias por compartir tu experiencia. Un abrazo. 💙

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  5. Ay Ángel cómo me ha emocionado este póst, me han venido tantos recuerdos… Mis padres solo pasaron un mes en una residencia de mayores para pasar un verano y la experiencia fue tan nefasta que nos dejó un poso de tristeza y desazón que aun cuando paso por delante no puedo ni mirar hacia la entrada.
    El trabajo con los ancianos en esas residencias debe ser muy, muy vocacional porque como bien relatas se vuelven tan vulnerables, tan necesitados de compañía, de cariño, de sonrisas, de miradas… que todo es poco y no merecen menos.

    Tu última frase ha llegado a mi corazón como un dardo… ”cuidar de nuestros mayores es cuidar del legado de una vida entera”❤️

    Gracias y más gracias por poner tanto sentimiento, relatar tanta verdad, y escribir con tanta sensatez.
    Un abrazo muy fuerte!!

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    1. Queridísima Emma, encantando de verte de nuevo por aquí.Gracias por compartir tus sentimientos y recuerdos con tanta honestidad y emoción. Entiendo lo doloroso que debe haber sido para ti y tu familia aquella experiencia, y cuánto pesa en el corazón cuando algo tan importante como el bienestar de nuestros mayores no recibe el cuidado y el amor que desearíamos para ellos.

      Es cierto, el trabajo con los ancianos debe ser profundamente vocacional, lleno de entrega y sensibilidad, porque cada uno de ellos lleva consigo una historia, un legado, una vida entera de amor, sacrificios y sueños. Y es justamente por eso que nuestras miradas, sonrisas y caricias se convierten en pequeños pero inmensos regalos para ellos.

      Me emociona saber que mis palabras han resonado en ti y que han despertado recuerdos y sentimientos encontrados. Al final, lo que nos queda en la vida son esos lazos de amor y gratitud que tejemos con quienes nos rodean.

      Te envío un abrazo enorme y lleno de cariño. Gracias a ti por leerme con el corazón abierto. ❤️✨

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  6. Me ha llegado al corazón este post, entiendo que es un poco lo que se pretendía, que sea un post encarnado, y no simples palabras.
    Se ha hablado de conexión, de encuentro, de HUMANIZAR.

    ¿No nos cuesta nada una sonrisa, una mirada tierna, una escucha atenta? No, no nos engañemos, claro que nos cuesta, por eso no lo hacemos.

    Lo que cabe reflexionar es ¿pesa más un día complicado que una sonrisa, tal vez la última, que le pida regalar a esa persona que tanto me da dado?( tal vez no directamente a mí, pero quien has tenido el honor de comprar a una persona en sus últimos días, sabe, que todos estamos unidos, unos a otros y que el dolor del otro no me es indiferente, sus miedos, su paz cuando se va, todo eso me habla y me resuena por dentro, es como un hilo invisible que nos conecta) , por eso decía ¿pesa más mi salario que una mirada tierna? ¿Pesa más mis dificultades que , en definitiva, la vida del Otro? Sería para reflexionarlo…

    Porque si decidimos no sonreír es porque he elegido que mi dolor, mi dificultad, mi rutina o mi indiferencia pesan más que el encuentro real con esa persona, que además, seguramente lleve esperándome bastante tiempo.

    Ahora que está tan de moda vivir en el ahora, creo que nos vendría bien hacer ese ejercicio, y en vez de pensar en mi situación, si me centro en el ahora, sería algo como “ahora estoy dando de comer a Felisa, ahora miro a Luis y le sonrío y recibo de él otra sonrisa, inesperada porque tiene Alzheimer y hace mucho que “desconectó” pero qué maravilla que a la sonrisa de otra persona no ha llegado la enfermedad, ahora ayuda a Lola a dar un paseito por la residencia, y ahora “no hago nada” solo escucho atentamente a Nazario que me cuenta cómo le gusta ir al huerto por las mañanas “ y ahora me maravillo cómo ese encuentro conmigo, casi sin hacer nada, SANA al otro, y no solo al Otro, sino a mí misma.

    Que tengamos la humanidad, la sensibilidad y la humildad de reconocer que nos necesitamos unos a otros y que el mayor regalo que puedo dar soy yo mismo y el que puedo recibir es al Otro.

    Un besiño

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    1. ¡Qué palabras tan hermosas y llenas de verdad! Gracias por compartir esta reflexión tan profunda y necesaria. Nos recuerdas lo esencial: el valor de la presencia, de una sonrisa, de una escucha sincera. Ojalá nunca perdamos de vista que el mayor regalo que podemos dar y recibir es el encuentro auténtico con el otro, ese que trasciende las palabras y nos conecta desde lo más humano. Que tengamos siempre la sensibilidad para reconocerlo y la humildad para vivirlo.

      Gracias por haberte detenido a compartir, por poner en palabras algo tan valioso y recordarnos lo que realmente importa. Un abrazo grande y gracias de corazón. 💙

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  7. Buenos días Ángel
    Hace dos meses falleció mi padre ejemplo para mí en muchos aspectos y se quedó con nosotros mi madre .La pobre tiene alzheimer y cansada de la vida. Nos dejaron las cuidadoras y era una castillo de naipes que se derrumbaba a nuestros pies
    Había que plantearse que hacer .Sabíamos que el deseo de mi padre era que se quedara en casa pero por otro lado vivimos momentos de angustia porque mi madre no quería vivir y veíamos que estabas en mano de cuidadoras y nuevas . Para ella
    se le habían ido sus puntos de referencia
    Después de una mala época intentamos no cambiar le su vida y decidimos que se quedara en casa porque era una enferma difícil y veíamos difícil que le dedicaran todo el tiempo y el cariño que necesitaba
    Ángel es muy difícil estar y muy difícil poder cuidar a nuestros mayores tanto en sus casas como en las residencias.Em los dos lados puedes encontrar una sonrisa o un gesto se cariño por parte de los que le cuidamos y de nuestros mayores.En casa estamos viviendo un periodo desconocido en nuestra madre desde hace años , una agradecimiento, una sonrisa, y con un rato que estés con ella está contenta.No sabemos lo que durará pero tenemos claro que la tenemos que disfrutar y sobretodo sentirse querida por los que le rodean
    Gracias por este artículo tan bonito y que nos hace pensar que no estamos solos y que tenemos que vivir el día día y por supuesto que los que les cuiden tengan claro que estás en sus manos y de ellos dependen totalmente.
    Muchas gracias otra vez por compartir tu testimonio y verme reflejada


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    1. ¡Ana, qué alegría verte por aquí!

      Gracias por compartir tu experiencia con tanta sinceridad y profundidad. Siento mucho la pérdida de tu padre y todo lo que ha supuesto este proceso con tu madre. Decidir que se quede en casa, con todo el amor y el esfuerzo que ello implica, es un gesto de entrega inmenso. Sé lo duro y difícil que es cuidar a alguien con Alzheimer, el desgaste físico y emocional que conlleva, la incertidumbre, el cansancio y, a veces, la impotencia de ver cómo poco a poco se desdibujan los recuerdos.

      Aun así, qué hermoso que, en medio de todo, podáis seguir encontrando momentos de luz, como una sonrisa o un gesto de agradecimiento. Es cierto, cuidar a nuestros mayores, sea en casa o en una residencia, nunca es fácil, pero esos pequeños instantes de conexión nos recuerdan que vale la pena, que el amor sigue ahí, aunque la memoria se pierda.

      Gracias por tus palabras, por tu testimonio y por recordarnos la importancia de estar presentes. No estás sola en este camino. Un abrazo grande y mucho ánimo 💙

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  8. Tu mensaje está lleno de emoción y amor profundo. Me conmueve saber que hoy ha sido un día distinto, que en lugar del cansancio quedó la alegría de ver a tu madre feliz, disfrutando y sintiéndose acompañada. Eso, sin duda, es un regalo inmenso tanto para ella como para ti.
    El cuidado de nuestros seres queridos nos pone muchas veces a prueba, nos llena de dudas y de sentimientos encontrados, pero qué hermoso es cuando, en medio de todo, logramos momentos así: de conexión, de luz, de sonrisas sinceras. Que hoy te hayas ido con ganas de quedarte, con el corazón en paz, es la prueba de que el amor trasciende cualquier esfuerzo y se convierte en la mayor recompensa.
    Te mando un abrazo enorme y todo mi cariño. Que estos instantes se multiplican y te llenan de fuerza y ​​ternura en este camino. 💖✨

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  9. Lo acabo de leer, cuánta razón tiene... Claro que me trae recuerdos!! Dios mío!!...
    Qué importante era llegar con una sonrisa, tratarlos con paciencia, una caricia a tiempo... mirarlos con cariño, escucharlos... Con qué poquito se sentían felices...

    Qué duro debe ser tener que hacer uso de una Residencia, pero a veces no hay más remedio que tirar de ellas... Y eso no debe quitar os la paz...

    Este post vale tanto para los que trabajan en residencias como para los q lo hacen en las casas... Es un trabajo vocacional, como dice Ángel, estoy totalmente de acuerdo.

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    1. ¡Gracias por tus palabras! Qué cierto todo lo que dices… Una sonrisa, una caricia, una mirada llena de cariño pueden hacer toda la diferencia. Y sí, a veces no hay más opción que una residencia, pero lo importante es que se sientan queridos allí donde estén. Cuidar es, sin duda, un acto de vocación y amor. Un abrazo. 💙

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  10. Cuántos recuerdos se me han venido a la cabeza leyéndote, Ángel. El ver a nuestros padres mayores y totalmente dependientes al final de la vida es duro, muy duro… pero qué verdad es que si ese periodo de tiempo se lo dedicamos con el mayor AMOR que podamos, aunque estemos escasos de tiempo, que parece ser es el mayor inconveniente que tenemos, todo es diferente para ellos y para nosotros… ya hacen entre 7 y 8 años que se marcharon mis padres y 4 que lo hizo mi marido… es verdad que no me vi en la necesidad de tener que hacer uso de una Residencia para ninguno de los 3. Con mis padres también estaban mis hermanos y unas señoras que los cuidaban, con mi marido estaba yo sola… y no sé cómo fue mi actitud con ellos en esos años previos a sus respectivas partidas, pero puedo asegurar que aunque mi corazón se me partía de dolor en muchísimos momentos, siempre siempre intenté llegar a casa de mis padres con alegría, buenas palabras, interesándome por sus cosas, dolencias, superaciones, llamadas y visitas que habían tenido… escuchando sus necesidades, consejos, encargos,… (metiendo la pata, por supuesto, en muchísimas ocasiones)… llevándolos de un lado a otro, en coche, en la silla de ruedas,… pero siempre siempre con todo el cariño que en esos momentos podía darles, teniendo en cuenta que al mismo tiempo tenía a mi marido enfermo en casa, a quien intentaba atender y dar todo lo que yo podía, también con alegria y optimismo… eran muchas las atenciones que necesitaba…

    Pero, como tú bien dices, la dosis de sonrisa, buenas palabras y atenciones, entre unos y otros intentábamos que no les faltara… qué importante es el que nuestros mayores y seres queridos que necesitan de nuestros cuidados, los reciban de la forma más natural posible sin hacerles sentir que son una carga para nosotros, sino todo lo contrario, que nos son muy necesarios… Gracias por tus palabras porque me han ayudado a revivir el bien que podemos hacer a cualquier persona con nuestra sonrisa y nuestros gestos y palabras llenos de cariño, ya sea en casa como si es en una Residencia… o en cualquier lugar…

    En relación al personal que atienden a nuestros mayores en las Residencias o en casa, no tengo más que añadir a lo que tú dices. Estoy totalmente de acuerdo que es un empleo totalmente vocacional y que esas personas deben tener una sensibilidad muy especial para ayudarnos a que ellos vivan lo más felizmente posible en esa etapa de sus vidas.

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    1. Querida Pilar, qué bonito y conmovedor tu testimonio. Gracias por compartirlo con tanta sinceridad y emoción. Se nota en cada palabra el amor con el que acompañaste a tus padres y a tu marido en esos momentos tan difíciles, a pesar del dolor y el cansancio. Qué gran lección nos dejas: la importancia de estar presentes, de ofrecer una sonrisa, una palabra amable, de hacer sentir a nuestros mayores que son valiosos y necesarios, nunca una carga.

      Es admirable todo lo que hiciste por ellos, cómo intentaste que cada día tuviera alegría y cariño, incluso en medio de tantas responsabilidades. Y sí, quienes cuidan, ya sea en casa o en una residencia, tienen en sus manos algo tan importante como hacer que la última etapa de la vida sea digna y llena de amor. Esa etapa en la que no hay que parar de susurrar el Amor.

      Gracias por detenerte a compartir, por recordarnos el poder de los pequeños gestos y por traer con tus palabras tanta luz y verdad. Un abrazo enorme. 💙







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  11. Ángel, palabras muy acertadas y sentidas que salen de lo más profundo de tu corazón y experiencia. Y más cuando al escribir estas palabras tu madre ya partió, ya terminó ese capítulo del que hablas, ya escribió y vivió su capítulo final, de la primera parte de su libro; porque tu y yo sabemos que ya sus pasos están en la segunda parte, el definitivo libro de la Vida, en buenas Manos, las Mejores.
    Pero volviendo a la residencia, cuanto bien se hace cuando no es un mero trabajo para conseguir un sueldo necesario, sino una vocación, una llamada al amor. Habrá situaciones de todo pero el amor conecta a las personas, y cuanto bien se les hace a los que están en ese capítulo de su vida, cuando se les cuida con amor, cuando se les sirve con amor y... por amor. Ese por amor trasnciende la mera remuneración y busca conectar de corazón a corazón, aunque el residente no se exprese, no agradezca, incluso aunque llegue a tener actitudes difíciles..., ese amor hace un gran trabajo, el mejor trabajo, es un trabajo en profundidad que acompaña y puede sanar corazones. Y no quiero alargarme, y por eso solo tomar en consideración otro aspecto de esta actitud.
    Miramos hacia los beneficios del residente, pero no creéis que viviendo lo así el primer beneficiado es el cuidador o directivo? Ayuda a uno a crecer en el amor, y eso es mejor que cualquier inversión, te da alas para volar aunque sea con los pies en la tierra, te ayuda en tu propia vida personal, familiar, social, pues desarrollas la capacidad más grande que uno tiene, que es la del corazón, la del amor. Como dice uno que una vez cayó del caballo, "si no tengo amor, de nada me sirve...", si no tengo amor... no soy nada. Pero ànimo que todavia somos algo y podemos ser mucho!! Y hacer que los demás lo sean! Palante. Y gracias a todos los que dedican su trabajo y su vida a los del "capítulo final", para abrir la segunda parte y definitiva. Buena transición!!!

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