Uso cookies para darte un mejor servicio.
Mi sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Acepto Leer más

Faire l'amour



Nunca me ha gustado la expresión “Hacer el amor” Gracias principalmente a los medios de comunicación social, el relativismo va minando todas las áreas. La confusión de conceptos es el instrumento más eficaz para manipular.

Cabría señalar en este caso, la descarada tergiversación, que se hace del uso del lenguaje, máxime cuando este esconde grandes mentiras bajo el sutil disfraz de eufemismos cocinados por los eficaces propagandistas mediáticos.

Séneca ya lo advertía: “Dondequiera que veas que la corrupción del lenguaje produce agrado, ten la seguridad de que allí también las costumbres se han apartado de la rectitud”. Uno de los ejemplos más patentes de esa perversión en el lenguaje sucede con la palabra “amor” ¿Se puede acaso, “hacer” el amor o es algo que ya existe y mana de un ser superior?

Parece ser que el origen de dicha frase proviene de la Francia de los siglos XVIII y XIX . Se comenzó a decir “faire l’amour” como una forma de evitar nombrar la palabra sexo. En aquella época era muy mal visto hablar sobre este tema y, más aún, hablar específicamente sobre la relación sexual.

Entre los cristianos existe aún una concepción del sexo  y fe como dos realidades antagónicas, condenando al sexo como algo pecaminoso. Cuando decimos que Dios creó … nos referimos a todo, por lo que debemos deducir que incluso el sexo fue creado por Dios , y fue Dios mismo quien dio las indicaciones al hombre y la mujer para vivir la sexualidad. 

El hombre y la mujer, a través del acto sexual, no hacen el amor, sino que expresan el amor que se tienen y lo trasciende en Amor hacía Él, que es quien nos ha unido. Amor y sexo, van (pueden ir) juntos, sí, pero mientras que el sexo es un medio de expresión, el amor es un acto de voluntad y entrega. Desgraciadamente, en la actualidad se identifica el sexo, con el amor y se han modificado los parámetros, hasta hacerlos distintos de lo que son y significan.

Ninguna palabra ha sido tan prostituida como esta de "amar" colocada con tanta frecuencia sobre cosas que nada tiene que ver con él. Puesto sobre aventuras de antiamor o, cuando menos, del más triste desamor. Se insiste de forma especial por algunos grupos en una falsa educación sexual, donde todo vale pero se olvidan de lo principal que es educar en el amor.

Nada es bueno o malo en sí mismo, todo depende del uso que hagamos. Incluso los mejores inventos pueden utilizarse para bien o para mal; pensemos por ejemplo en un cuchillo que pueda usarse para cortar o matar. Dios creó el sexo como algo bueno y agradable, pero algunos han hecho un uso diferente de lo que Dios pretendía, esto es lo que podemos definir como un uso "pecaminoso" (es decir, fuera de la voluntad de Dios) del sexo.

La Biblia es clara en varios lugares al definir el sexo como un privilegio de la pareja casada , tanto que en numerosos versículos, el sexo fuera del matrimonio se indica claramente como pecado. De hecho, solo los esposos pueden entregarse todo su ser con total sinceridad, habiendo asumido un compromiso indisoluble ante Dios en el matrimonio, y recreando en el acto sexual la completa unión física, emocional, relacional y espiritual que debe reinar en todos los aspectos del matrimonio.

La belleza del sexo conyugal radica en la singularidad incomparable de este acto de amor, marcado por dar más que recibir , con todo el tiempo que uno quiere dedicar a un hermoso descubrimiento mutuo, por cualquier necesidad de "actuación".

En el sexo, el hombre y la mujer son iguales , el uno pertenece al otro, y Dios no pide que se prive sexualmente el uno al  otro ,los esposos deben disfrutar de la sexualidad porque es su derecho a crear unión, realización, satisfacción ( Cantar de los Cantares 6, 3 )

El placer es la parte del sexo a la que se ha culpado cada vez más. También en este caso debemos saber que Dios quiso insertar en la creación una posibilidad para que el hombre la disfrute a través de los sentidos: pensemos en la belleza de un paisaje que observamos, el placer de degustar ciertos alimentos y bebidas, el placer del calor. de un abrazo o incluso al placer de la experiencia sexual. 

Dios no condena el placer , sino que nos da un regalo al darnos la oportunidad de experimentar el placer de diferentes maneras. En general, las experiencias que nos agradan son las experiencias que más queremos repetir, y si Dios ha hecho que el sexo sea placentero es porque quiere que repitamos esta experiencia y que obtengamos de ella gratificación individual, de pareja e incluso social cuando traemos a los niños al mundo. La única limitación para esto es que el placer nunca se convierta en nuestra máxima prioridad, un ídolo. Incluso en la esfera sexual, como en otras, el placer es legítimo pero no debe prevalecer sobre nuestros pensamientos o acciones ( 1 Corintios 6,12 ).

Amar, seguramente la enseñanza  más difícil de las asignaturas que la vida nos presenta, que ni se aprende con libro alguno ni puede transmitirse de maestro a discípulo, sino que sólo se aprende con la experiencia de vivirlo y  que exige  un aprendizaje de la vida entera.

Como hemos dicho, amar es donación y esa cesión implica renuncia, entrega al otro, o en su amor al otro. Es algo que compromete mucho más que la simple contraprestación de placeres físicos. Las palabras entrega, fidelidad, ejemplo, paternidad e incluso y por todo ello, sacrificio deben ir siempre unidas al verdadero amor entre hombre y mujer, naturalmente constituido.

¿Quiere decir esto que los católicos renunciemos de plano a la alegría, a la pasión, incluso a la fantasía del sexo? ¡En modo alguno!, los creyentes también tenemos una vida sexual excitante, me atrevería a pensar, por todo lo dicho anteriormente que incluso más pasional que los que solo van buscando placeres temporales. 

El amor verdadero, no es un estado de ánimo, ni es fruto de un momento fugaz; es ante todo una disposición personal, en buena medida, depende de la constancia de quienes decidieron un día, unir sus vidas de forma voluntaria. Bien es verdad, que perseverar en el tiempo, en la lucha por conservarlo a veces cuesta, y eso solo se logra, mediante la incansable y reiterada actitud de comprensión y ayuda en todo momento. El amorcillo fugaz y egoistón viene y va, el Amor voluntario se cultiva y permanece.

Hoy se tiende a mezclar y confundir las cosas, así se hace entre el amor y el deseo. La gran confusión entre amor y deseo es el quid de la cuestión del mundo moderno. El deseo se ha convertido en una manifestación de nuestro yo , de nuestra libre elección, de nuestras prioridades, de nuestra personalidad. Se ha convertido en el pensamiento central del concepto del amor que hoy se tiene y de las sociedades individualistas.

El amor ha sido relegado a un segundo nivel donde el deseo se ha implantado como rey absoluto.  Actuar movidos por el deseo( ya no hablo solo solo en el campo de la sexualidad), acaba arrastrándonos a consecuencias de las cuales somos testigos cada vez más: Aislamiento, soledad, abandono, decepciones, traiciones, falta de compromiso, egoísmo, etc. Cuantas veces viendo una pelicula, o leyendo una novela o incluso en boca de algunos conocidos he escuchado aquello de que "han perdido el amor hacia la persona que un día creyó amar. Realmente ¿Han perdido el amor o sólo el afecto sensible hacia ella? ¿No será que lo que han descuidado es la entrega a esa persona o sólo un cierta complacencia o ciertos intereses placenteros que de esa persona obtenían? Si a mi me preguntaran que entiendo por amor respondería sin dudarlo, que es entregarse de forma apasionada a buscar la felicidad de la persona que se quiere, el amor solo puede ser donación sin espera de cambio. Me atrevo casi a decir que el que ama para ser amado, quien pone condiciones para ello, se aparta del camino del amor verdadero.

En definitiva, ¡Hablemos con propiedad!: No se puede decir “vamos a hacer el amor”, porque eso es humanamente imposible, Dios es Amor y el Amor existe desde siempre. Antes bien hagamos todo con amor, hagamos todo por amor. Compartir, transmitir, participar el Amor que Dios puso dentro de nosotros, ese es nuestro cometido. No nos creamos lo que no somos, si acaso a lo que podemos aspirar, con la ayuda de Dios, es a ser buenos servidores del Amor; meros instrumentos del Amor, nada más…, y nada menos.

Vivimos con la certeza de que ser amado es el secreto de una vida feliz, y nos equivocamos. Nos equivocamos porque ni siquiera queremos ser amados, queremos recibir las cosas que creemos indispensables para nuestra felicidad. En realidad, el amor es solo eso: un regalo que no pide nada a cambio. Solo así se puede permanecer en él. Un amor regido por los deseos tiene los días contados.

Acabo con una de mis citas archivadas, esta  vez pertenece a Michael Quoist :

"El amor es un camino con dirección única: parte siempre del ti para ir a los demás" 


También puede gustarte

1 comentarios

  1. Me ha gustado mucho. ¡cuanta razón tienes! ...y cuanto camino tenemos que recorrer todavía los cristianos para de verdad conocer lo que es el amor conyugal. Nada más esclarecedor que las catequesis de Juan Pablo II sobre este tema, recogidas en un texto titulado "La teología del cuerpo" según Juan Pablo II. Cristopher West es conferenciante y el fundador del instituto sobre la Teología del cuerpo según Juan Pablo II. Merece la pena oírle.
    Gracias por todo lo que escribes

    ResponderEliminar

Te invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.