Club house o Light-house
Así, estos días buscaba una cita de esas que a veces tanteamos abriendo al azar el evangelio y mi dedo se detuvo en el pasaje de San Mateo, en el capítulo 23. Ah sí, la de “sepulcros blanqueados”. Ya está, ya sabemos de qué va toda la escena .El mensaje: No hay que ser hipócritas. Una más para utilizar en numerosas ocasiones de nuestra vida. Pero resulta que en este pasaje, Jesús está decepcionado, con unos cuantos listillos, pero no por las discusiones que los escribas y fariseos planteaban, sino porque el amor estaba sepultado por la soberbia, popularidad, relevancia, y “ser vistos por los hombres”. Por los honores y títulos humanos, cerrando la puerta a los demás con su evangelio torcido.
He aquí algunas frases de este pasaje, para meditar y que ¿conocemos?...
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar...«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.
¿Quién no se encuentra con personas que parecen espirituales y piadosas, y que nos turban ante las injusticias en su modo de obrar? No juzgo su interior, sino de lo que presentan al exterior. Es Jesús quién penetra en el alma. Hablan bien de las escrituras y sus personajes Bíblicos, del magisterio de la Iglesia, de los consejos de los santos, pero no siguen esos ejemplos ni lo practican. Jesús se irrita porque no se pone en práctica lo más importantes de la ley: la justicia, la misericordia, la fidelidad, la comprensión.
A veces podemos crear también nosotros una especie de sociedad religiosa, en la que sólo tienen acceso los instruidos y los que elegimos de entre ellos, mientras que los demás son tachados de ignorantes. convirtiendo a la Iglesia en una especie de “Club house” en lugar de un “Light-house” (Faro). Creernos en la posesión de la verdad solo porque hemos leído y estudiado , pero sin haberlo vivido ni interiorizarlo. Convertimos la fe en un conjunto de leyes que los demás deben cumplir, pero que no les ayudamos a vivir mejor con nuestro testimonio de amor.
La ley, las normas, todo aquello que de un modo u otro hemos de realizar, se nos ha dado como ayuda en nuestro camino, es un báculo en el peregrinar, no podemos convertirlo para golpear al otro, y por desgracia es lo que en ocasiones bajo apariencia de bien hacemos. En este pasaje del evangelio Jesús desautoriza a las personas que cuidan su buena opinión ante los demás, pero dentro están llenos de maldad.
¿Se nos podría achacar algo de esto a nosotros? ¿No estamos también preocupados por lo que los demás piensan de nosotros, cuando en lo que tendríamos que trabajar es en mejorar nuestro interior?¿Sería muy exagerado tacharnos de sepulcros blanqueados?
Hay un texto de Santa Teresa que bien podría aplicarse a esta reflexión:
"Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están en ella, que parece no se osan bullir ni menear el pensamiento porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden del camino por donde se alcanza la unión, y piensan que allí está todo el negocio. Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a tí; y si fuere menester, lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella, como porque sabes que tu Señor quiere aquello".
Cada día estoy más convencido de que si los cristianos no damos ejemplo al cien por cien, nuestro fruto será mediocre o incluso eliminaremos el poco que haya. Seremos como los fariseos del evangelio. No olvidemos que es el amor lo que da sentido a toda nuestra vida y que sin él, como dijo san Pablo “no somos nada”. La comprensión y el amor debe ser volcada siempre a nuestro prójimo, por muy equivocado que esté. Cuando somos conscientes de la actuación amorosa de Dios en nuestra vida no tenemos ninguna excusa para no imitarle en ello.
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