Uso cookies para darte un mejor servicio.
Mi sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Acepto Leer más

De comodidades y cobardías



A medida que uno quiere adentrarse en la vida espiritual para vivir realmente la unión con un Dios que nos ha creado por amor , se percata de que muchos son los que la ignoran, entre ellos los que sin dudarlo se proclaman católicos. Queridos amigos, perdonadme la expresión: ¡ Cuanto católico “analfabeto funcional “ existe en los que dicen pertenecer a la Iglesia! Gente que no duda dogmatizar con una seguridad certera de poseer la verdad, de la que ni siquiera se ha preocupado en buscar.

Sí, así es, más de una vez he tenido que escuchar afirmaciones sacadas de no sé dónde, que de seguro no han sido ni del magisterio, ni de las enseñanzas de los padres de la iglesia, ni de los grandes santos. Más bien de la interpretación “ad libitum” de la que algunos católicos usan las enseñanzas del evangelio o de la doctrina de la Iglesia. ¿Existen de verdad los católicos comodones? Por supuesto que sí, hay varios de ellos asistiendo fielmente a la misa dominical, en la que ni se enteran del evangelio del día, esperando el “podéis ir en paz” para que de forma satisfactoria comprueben que han “cumplido”.

Hace poco leí un interesante artículo que  desglosaba en forma de estadística el tipo de católicos que se podían encontrar en Estados Unidos. Leyéndolo descubrí, que es aplicable al resto de países, nada nos diferencia como seres humanos.  En uno de sus apartados se describe a un 20% de católicos comodones: llevan a sus hijos a escuelas católicas, y participan en algunos eventos. Algunos están en contra del aborto y aprecian la lucha de la Iglesia contra la pobreza, pero afirman que “se puede ser un buen católico sin hacer donativos a los pobres y apoyando el aborto”. No titubean al decir que se puede ser leal a la Iglesia sin aceptar todo lo que ella enseña. Aceptan la anticoncepción y el divorcio. Casarse por la Iglesia, bautizar a los hijos, la Primera Comunión, el Miércoles de Ceniza, la Misa del Gallo y la Noche de pascua son hitos importantes para ellos, siendo las únicas misas a las que asisten. Pueden tener simpatía por el Papa, aunque no hagan caso a sus enseñanzas.

Pero me gustaría hablar hoy de otro tipo de católicos comodones. Aquellos que llevando una “vida coherente con la fe que profesan” permanecen callados, inmóviles, acomodados en la seguridad de su sofá dentro de casa. ¿Comodones o debería decir cobardes? …

El Papa Francisco en su exhortación Apostólica “ Evangelii  Gaudium” nos advierte en varias ocasiones sobre este tipo de católicos. “ Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.”

Comodones que no quieren salir de su tranquilidad, de sus convicciones aunque éstas contengan errores o mentiras, no desean que se les altere, huyen de los escándalos que puedan aparecer, escondiendo la cabeza bajo el suelo. No quieren saber nada que pueda hacerles levantar y conocer la realidad de lo que en cada momento pueda cambiarles la estructura de su vida de piedad y de sus creencias .

El papa vuelve a advertirnos: “La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: «¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?» (Jn 5,44).

Los católicos comodones son aquellos que se retiran por pusilanimidad y cobardía ante los riesgos, peligros y deberes. Son los que sabiendo que una determinada cosa está mal a los ojos de Dios, por miedo a lo que les pueda pasar, por temor a los respetos humanos de ser aislado, criticado, ridiculizado, incomprendido…, no dicen nada, no buscan nada, no quieren saber y fácilmente acusan a los que actúan y trabajan, como católicos sin caridad, sin amor y que dañan a la misma Iglesia. Ellos se jactan de poseer la verdad en todo, y no dudan en juzgar cualquier voz que se alce contra la injusticia detectada. No les importa la verdad sobre la mentira, por un poco de pan y algunas lentejas han decidido permanecer en silencio.

Una vez más el papa en su exhortación habla : “A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo.”

Vivimos tiempos difíciles para la Iglesia, los escándalos de estos últimos años, dañan y mucho a los que intentan ser fieles y coherentes al mensaje del Evangelio. Los católicos comodones y cobardes se apuntan al bando de los que quieren esconder, callar, justificar. No quieren moverse de su fe hecha a su medida, les va muy bien sin tener que defender a esa Iglesia dañada, que es santa porque su fundador es santo, pero que está llena de hombres pecadores que necesitan de la misericordia, del perdón, de la purificación.

Como dije en un post anterior. Los católicos coherentes con nuestra fe, tenemos la obligación de sacar el brillo que la Iglesia posee por la luz de Cristo Resucitado que la sostiene, debemos empeñarnos en limpiar cualquier rastro de suciedad, reparar lo que se rompe en ella, abrir ventanas para airear y renovar cualquier aire viciado. A nadie le gusta ver la suciedad, ni percibir olores putrefactos, ni mantener las cosas descuidadas. El católico verdadero ama a la Iglesia a pesar de sus lugares oscuros, porque quiere llenarlos de luz con su vida, busca la verdad siempre, no excusa las injusticias. Indaga y averigua, se informa e instruye, consulta y debate.  Solo sigue a quien es "El Camino, La Verdad y la Vida". ¡A nadie más!

Es muy triste recibir acusaciones de quien no mueve ni un dedo, ni da un solo paso para comprobar si de verdad hay lugares para limpiar, ventanas que abrir y daños que reparar.  Son esos los que fácilmente responsabilizan a los demás de dañar a la Iglesia porque sacan la basura afuera.

De nuevo el Papa en su exhortación nos hace reflexionar. "Más que el ateísmo, hoy se nos plantea el desafío de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios".

Hace pocos días, ante la exposición de unos hechos, alguien me decía: “Es igual que sea verdad o no, yo no quiero saber nada” No puedo pensar más que en la gravedad de esa afirmación. Lo que dice en realidad esa frase es que "me da igual si se hace daño o no, yo no quiero implicarme". 

Pensemos en que un día tendremos que dar cuenta de nuestras omisiones, del bien que hemos dejado de hacer, no solo el mal que hayamos hecho. Tú decides si te quedas sentado y callado sin salir de tu comodidad o pones en práctica la vida de Cristo que te impide quedarte quieto y sin voz. La decisión que tomes tiene sus consecuencias. Para bien y para mal.

Acabo con una frase de la joven directora de orquesta más joven de Italia,(28 años) Beatrice Venezi:
"Como joven creyente espero que la Iglesia tenga el coraje de ser ella misma y de dirigirse a los jóvenes, pero también a todos los adultos, con una propuesta de alta calidad, sin bajar nunca el nivel de fe para trivializarlo"

¡Que tengas un feliz día!

También puede gustarte

2 comentarios

  1. Hola Angel,
    Me gusta mucho el tema de hoy, totalmente de acuerdo, la luz debe ponerse en lo alto de la habitación, no debajo del celemín. Y es que somos muchos los que andamos dando tumbos de allá para acá, por ejemplo, yo misma, porque no veo coherencia por ningún lado. No me gusta nada la corrupción que hay dentro de la iglesia, pero es que tampoco me gusta la tibieza, yo tampoco soy perfecta, pero si voy buscando un faro que alumbre y me topo con la oscuridad donde todo debe ser luz, como Cristo lo es, dónde terminaré? Pues buscando la verdad donde tampoco la haya, no te parece?, no quiero tampoco justificarme ante nadie, solo se que como yo hay mucha gente perdida, que buscamos gente auténtica, no de doble rasero, que con su ejemplo vayan enseñando y contagiando a los demás el camino, la verdad y la vidv. Todos necesitamos de evangelización, y de reciclaje, pues somos todos muy frágiles y necesitamos de puesta a punto a diario, se me podría tachar hoy en día de"intensa", pero es que no creo en la tibieza, o blanco o negro. Gracias por compartirlo, un cordial saludo, María Teresa Castillo.

    ResponderEliminar
  2. Ay Señor! Qué tentación más fuerte tenemos para acomodarnos en nuestra práctica de fe, vivimos en una sociedad tan facilona, con tanto consumismo, con tantas comodidades, que cuando algo nos interpela o nos sacude, tendemos a mirar para otro lado y a taparnos los oídos. Ni queremos ver, ni queremos oír.

    Algo así me ha pasado recientemente con un descubrimiento escandaloso dentro de la poca Iglesia que he podido conocer gracias a un buen amigo mío que lo ha sufrido en su propia carne (amigo nada sospechoso y con total credibilidad). Cuando he querido darlo a conocer entre mis más allegados, porque la verdad debe salir siempre a la luz, si lo callo yo misma sería cómplice de esta mentira. La respuesta que me he encontrado en la mayoría de las personas es esa, "no quiero escucharlo" o "a mí no me lo cuentes que no quiero saber nada" o "no me lo creo"...

    Así nos luce el pelo, nos estamos convirtiendo en territorio de misión.
    Gracias! Un beso!

    ResponderEliminar

Te invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.