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¡Estás ahí papá!


Parece que hay días que amanecemos con una premonición y sensibilidad especial a que vamos a recibir  algo inesperado, sin tener idea de lo que pueda tratarse. Los años que llevo recorriendo el camino marcado en mi vida, me demuestran que detrás de todo lo que me encuentro está Dios. Otro día podemos hablar sobre esta experiencia que seguro percibís muchos de vosotros.


Ayer, al abrir un libro que saqué de mi estantería  para ojearlo, me topé con la corazonada que intuí al levantarme. El salmo 130 me lo ofreció.

“Guarda mi alma en la paz, junto a Ti Señor
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni m is ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad,
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor,
ahora y por siempre”

“Como un niño en brazos de su madre”. ¿Existe otra forma mejor, al definir lo que es la confianza en Dios? Pues sí, es el mismo Dios que a través de las palabras del salmista la supera y engrandece: “¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaré" (Is.49,15) .

La vía del abandono en las manos del Padre, derrite la desesperación, destruye al orgullo herido y da la paz al alma. ¿Podemos encontrar tanta belleza, tanto amor, tanta “locura divina” por cada uno de nosotros? La mejor descripción que Dios ha podido buscar, para que nuestra limitada mente lo entienda, ha sido la imagen de la maternidad y la paternidad.

“Como un Padre siente ternura con sus hijos, así el Señor tiene ternura con sus fieles" (Salmo 103,13). Él nos toma en sus brazos y nos hace caricias como a un niño pequeño. “Cuando Israel era un niño yo le amé… lo levanté en mis brazos, lo atraje con ligaduras humanas, con lazos de amor.” (Os 11,1-4). “Yo os consolaré como cuando a uno le consuela su madre” (Is 66,13).

Los que alcanzaron la santidad, supieron captarlo de una forma especial en sus dificultades. “Mi camino es el de la confianza y el amor… Este camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en los brazos de su padre” (Santa Teresita)

Tenemos que creerlo. Dios no miente, no hace promesas vacías. Cuando queramos abandonarnos de verdad en sus brazos, hay que confiar ciegamente en que son los de un padre que quieren abrazarnos, estrecharnos contra su pecho. Deberíamos entregarle un cheque en blanco. Fiarnos sin fisuras, pedirle que nos ayude a entrar en la comprensión de ese amor de locura.

Para cultivar la confianza primero hay que alimentar el amor. Mirar a Jesús, contemplar su vida, lo que hizo por cada uno de nosotros. Es necesaria una experiencia personal con el Señor en la oración continua para que nos colme de paz, para que nuestro corazón sea menos nuestro y más de Él. La fidelidad, la confianza debe manifestarse en las cosas grandes y en las pequeñas; entonces es cuando percibimos que Dios hace que todo coopere a nuestro bien, incluso en el dolor y en el pecado.

Poner todo, sin excepción en manos de Dios. “Abandono” en Dios y “Renuncia “de todas aquellas cosas que nos apartan de Él o enfrían nuestra relación con el Señor. Puede existir tristeza, abatimiento, cansancio… en nuestra pequeñez de ser humanos, pero si logramos ver la paternidad de Dios, nos sentiremos amados y reconfortados para seguir en el camino… aunque tengamos que mirar muchas veces a lo largo del día, para saber que en todo momento los brazos están abiertos para estrecharnos.

Ojalá podamos, aunque sea al final de nuestra vida, llegar a ese alto nivel de confianza y abandono en Él. Nuestros apegos terrenos todavía son demasiados y más fuertes de lo que quisiéramos. Tener un corazón desprendido, más abierto, más receptivo a la gracia, ahí puede estar la clave para alcanzarlo. Se puede tener esperanza sin fe, pero no se puede tener fe sin esperanza.

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10 comentarios

  1. Quien se ha abandonado, ha de creer que se halla en las manos del Padre; eso le basta. Gracias.

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    1. Creo que es un camino que hay que ir recorriendo poco a poco. No es fácil atravesarlo. Gracias Ven por tu presencia

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  2. totalmente de acuerdo contigo, Angel, y para llegar ahí se hace necesaria la cruz. Siempre. Sólo tras una honda experiencia de cruz aceptada, mansamente vivida y ofrecida a Cristo por María, el Espíritu Santo logra transformarnos, sanarnos de tanto amor propio, tanta autosuficiencia, etc... y hacernos, comenzar a transformarnos en verdaderos hijos pequeños de nuestro gran Dios del Amor. Sigamos por este camino que Él nos traza, los santos siguieron y que conduce, sin duda, a la vida eterna en Dios.
    Un saludo fraterno

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    1. No olvidemos que seguimos al Resucitado, al que ha vencido a la muerte y todo lo que ella conlleva. Él nos ha enseñado lo que es el abandono en el Padre. La Cruz implica la resurrección después, y por eso nuestros momentos de calvario deben vivirse en la esperanza del amor y seguridad en el Padre. Gracias Felicitas por tu aportación. Un abrazo

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  3. Para mi esa es la clave de la fe, el abandono en la divina Providencia.
    Creo que Dios me ama con locura... creo que siempre busca mi bien... creo que Sus planes son mejores que los míos... creo que Su tiempo no es el mío...
    Pero como bien dices en tu post, nuestros apegos terrenales son aún demasiado fuertes y esto hace que nos tambaleemos, que dudemos y que incluso nos sintamos olvidados por El.

    Y una vez más hay que volver a buscar esa primera mirada de Jesús con la que un día nos encontramos y correr hacia El como un niño corre hacia los brazos de su padre... Y entonces volveremos a sentir la ternura, la caricia, el calor, la paz, el susurro, el inmenso amor que nos regala en cada segundo de nuestras vidas.

    Mil gracias por esta preciosa entrada, me ha ayudado mucho.
    Un abrazo.

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    1. Querida Paula: Basta que a uno le recuerden lo valiosos que somos para Dios para quedarse anonadado cuando se reflexiona en ello. Este Padre tiene muchos detalles con nosotros para indicarnos que siempre está a nuestro lado. Lo hemos experimentado muchas veces. Que los momentos de duda no cierren nuestros ojos para poder ver siempre esos brazos abiertos. Gracias por compartir. Un beso fuerte

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  4. Cuanto cuesta ese abandono! Soltar las riendas...querer controlarlo todo...la falta de confianza, que es falta de fe...un gran trabajo es el lograr el abandono...en ello confieso que ando porque estoy convencida de que no hay nada mejor para mi que lo que Mi Padre tiene preparado.
    Me ha encantado Angel!!

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    1. Gracias Marta por entrar a compartir en el blog. A mi me gusta la frase con la que acabo el post "Puede haber esperanza sin fe, pero no puede existir fe sin esperanza" Esa fe es la que debemos cuidar, la que debemos pedir una y otra vez porque hay alguien muy interesado en quitárnosla. ¡Confianza y súplica! ánimo, todos nos ayudamos en esa comunión de los santos que la Iglesia vive. Un abrazo fuerte

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  5. Un Padre que está en el cielo para que miremos arriba y descubramos que lo nuestro es subir, crecer, volar, soñar. Que está en el cielo para que podamos, desde cualquier sitio, mirar y saber que está esperando lo mejor de nosotros cada día, y que está esperando para subimos en el día de nuestra Ascensión, para sentarnos a su lado. Que, aunque reconozcamos nuestra extrema debilidad, podemos repetir el mismo gesto de Sansón, que cogió las hojas de las puertas de la ciudad en la que estaba preso con sus dos jambas, las arrancó junto con el cerrojo, se las cargó al hombro y las subió hasta la cumbre del monte 0ue 16, 1-3), y llegar con todas nuestras pequeñeces y estorbos hasta el encuentro con Dios.
    Encantada de seguir leyendo tu blog.
    Mi abrazo.

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    1. Gracias Toñi por tus palabras. Me encanta las aspiraciones que mencionas al principio de tu comentario, parecen el resultado de lo que significa confiar en un Padre. Me uno a tu manifestación gozosa y optimista de la vida de un hijo de Dios. Un fuerte abrazo

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