Midiendo mi fe
Estamos en un tiempo litúrgico donde me gusta pensar que está caracterizado por una palabra corta, sencilla, humilde, y llena de fuerza, me estoy refiriendo a la FE, en su sentido más literal. La que brilla cuando se entra en la oscuridad. El Adviento nos prepara para acoger a Jesús nacido en una cueva de Belén, pero no podremos hacerlo, si ella no forma parte de nuestras vidas. En cualquier meditación que podamos realizar sobre este tiempo y el de Navidad, solo encontraremos personajes que creyeron en todo lo que se les decía y manifestaba. La fe de María, la de su esposo San José, puedo imaginarme también la de Joaquín y Ana, la de los pastores, la de los reyes magos. Todos aceptaron la palabra recibida por muy descabellada que fuera la invitación que se les hacía .
Y hace tiempo que de forma recurrente cada vez que me pregunto sobre mi fe, no puedo dejar de pensar en todos los cristianos que en este siglo XXI, les ha tocado vivir una irracional y cruel persecución religiosa, hasta el punto de dar su vida o de caer en un trato infrahumano, donde en medio de un gran padecimiento siguen defendiendo su fe en Cristo; basta pasarse por la web de "Ayuda a la Iglesia necesitada" (enlace aquí ) para tener conocimiento de lo que estoy hablando. Os invito a visitar esta página a menudo.
Alguna anécdota podríamos encontrarla en lo que explica un sacerdote de Qaraqosh, una ciudad de Irak, diciendo que cuando la asediaron, una familia no pudo huir porque la madre era anciana y estaba enferma. “Los presionaban todos los días para que se hicieran musulmanes, le decían que si no lo hacían matarían al marido y entregarían a la mujer a un soldado o la venderían” Hay un documento donde se desglosa los precios de venta de mujeres cristianas secuestradas. Las niñas de entre 1 y 9 años se venden por el equivalente a unos 140 euros, mientras que las mujeres mayores, de entre 40 y 50 años, se venden por algo menos de 50 euros. El resto tiene un precio intermedio.
Y en el centro de estas persecuciones, siempre leo la misma afirmación: “Dios me ha regalado muchas gracias a través del sufrimiento. Cuanto más sufres más quieres amar. El sufrimiento te hace parecerte más a Jesús porque él vino a sufrir”.
Todo esto no puede dejarme indiferente, es una obligación que la caridad y solidaridad me imponen para detenerme a pensar y reflexionar sobre mi fe. Una fe, que en esta Europa cada vez más descristianizada aún puedo vivir en la comodidad : tengo iglesias por doquier donde puedo entrar a orar y no lo hago, tengo la Eucaristía a disposición cada día y no la tomo, tengo tiempo para un rosario y no lo rezo, tengo una televisión para ver todo lo que me apetece a cualquier hora , voy al fútbol, al cine, al teatro, no falto a mi partida de juego, pero no encuentro momentos para estar a solas con Dios. Tengo días oscuros y tristes y creo que con ellos la vida se viene abajo, sintiéndome el más desgraciado de este mundo... ¡Por favor, midamos nuestra fe!
Adviento es un momento propicio para plantearnos como la vivimos. Una forma de valorarla podemos encontrarla allí donde nos ha tocado manifestarla. Pensemos en nuestro trabajo, en nuestros compañeros, las amistades, la familia: ¿Pueden reconocernos como creyentes coherentes con la fe que profesamos? Y ser congruente no se refiere solamente a cumplir con una serie de devociones privadas, o un modo de actuar correcto, sino sobre todo a esperar y confiar cuando nos sumerjamos en la prueba, en el sufrimiento, en el dolor, ahí también se soporta la persecución, la burla, la humillación. Pidamos a la Virgen Inmaculada, en este día de su fiesta, vivir en todo momento como Ella lo hizo , acordes al gran don que se nos ha regalado : "¡La Fe!".
“Si en tu vida no sufres como cristiano, te tienes que preguntar si estás viviendo una fe auténtica” (Sabatina James, cristiana conversa perseguida)
4 comentarios
Así es, Ángel: “Si en tu vida no sufres como cristiano, te tienes que preguntar si estás viviendo una fe auténtica” , y es cuando más sientes a Dios como Padre y a María como Madre. Y la alegría es muy grande.
ResponderEliminarQue paséis un feliz y santo día de nuestra Madre. Desde que rezo el Rosario, percibo y siento mucho más todo lo que dices.
La imagen es preciosa.
Un abrazo grande.
Tienes razón, Ángel, quizá vivimos demasiado acomodados nuestra Fe y sea lo que nos pasa. Pensemos en los apóstoles, parecía que no se enteraban de nada teniendo a Cristo entre ellos, pero luego solos ante la adversidad del mundo (con la ayuda del Espíritu Santo) supieron trasmitirnos esa Fe y morir como mártires.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando leo lo que ocurre con los cristianos en algunos paises me da cargo de conciencia con la fe tan cómoda que vivo.Saludos
ResponderEliminargracias, Sólo puedo decir Madre , aumenta mi fe, gracias, por su sencillez.
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