Nuestro destino
“Tenía que pasar”, es una frase escuchada ante acontecimientos inesperados, sobre todo si son trágicos, aunque también solemos usarla frente a la sorpresa gratificante. Frecuentemente nos encontramos con personas que recurren con bastante espontaneidad a esa expresión: “Tenia que pasar”. Como si el destino se percibiese ya escrito, como si ante esas circunstancias inexorables no nos quedaran muchas opciones.
Vivimos en dos mundos contrapuestos. El de los que esperan la suerte o la fatalidad predeterminada para ellos, y el de los que cren que son dueños de sus destino y del de los demás, y por tanto también de su felicidad o de su desgracia.
“Estamos en manos de Dios”, es la actitud que muchos creyentes adoptan cuando la vida se torna incontrolable por el ser humano. Reconocer el límite humano, y que hay algo, y sobre todo “alguien” del que depende nuestra vida caduca y limitada, aparece como la actitud más sensata para la mayoría de la humanidad.
Una minoría prefiere creer en su omnipotencia y otra aceptar sin más el sinsentido de la existencia. Lo malo de todo ello es que a menudo estamos en manos y bajo los intereses del segundo grupo y seguimos creyendo que estamos bien protegidos. En este momento es cuando surge la pregunta del dónde está Dios, sobre todo cuando las víctimas claman desde su hambre, desde su pobreza, desde su vida pisoteada, desde la sangre vertida por la violencia de la ambición, desde la discriminación a la que se es sometido por la ignorancia del fanático.
“Dios nos ha destinado en la persona de Cristo", afirma la carta a los Efesios. Pero este destino no es la desdicha de la mala suerte y ni siquiera la fortuna de los agraciados por la vida con la abundancia y la satisfacción.
"Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor, y el que tenga un amor que no lo olvide”, nos dice la canción. Y quien no lo tenga ¿será que fue olvidado por Dios?.. El destino de Dios es bendición y elección para la santidad en el amor. Destinados a ser sus hijos y herederos en Cristo, habiendo recibido en prenda el don del Espíritu Santo que en breve se nos dará en la fiesta de Pentecostés.
No se trata del destino que nos espera en la vida cotidiana, sino de la realización plena de lo que somos: hijos e hijas de Dios, y por lo tanto hermanos y hermanas unos de otros. Esta es la esencia de la fe, de los que creen en Cristo.
¿Estamos predestinados? Hay creyentes que se pasan toda la vida intentando buscar su destino en el laberinto de la existencia. "¿Qué querrá Dios de mí?", se preguntan. Algunos parecen haberlo encontrado en una iluminación especial de Dios, llamándolos a través de no sé que tipo de revelación.
Se trata de descubrir ese destino con el que Dios nos ha creado y para eso existen unas pautas a seguir. La oración, los sacramentos y la caridad, son la varita mágica que nos llevará hasta la luz deseada.
Existen otros creyentes que parecen jugar a la lotería del milagro. Esta actitud se entiende cuando la desesperación provocada por la impotencia de los medios humanos, aparece como la sola respuesta de la vida. El amor es el origen de todo y el destino soñado por todo ser humano, pero sólo se construye con una vida entregada ,dada y olvidada.
Jesús hace a los suyos partícipes de su poder, el Espíritu Santo, para crear desde la gratitud y la entrega de la vida la fraternidad universal, la nueva humanidad del Reino.”Solo le pido a Dios que la vida no me sea indiferente” nos recuerda otra canción popular. ¿No andará nuestro destino por estos derroteros?
8 comentarios
Muy buena reflexión Angelo!!
ResponderEliminarUn cariñoso saludo :)
Sí, nuestro destino es vivir el Reino de Dios aquí en la tierra, y eso ya nos da la alegría interior aun las pruebas que podamos pasar, y comunicarlo a los demás. Todo lo demás consideramos que se nos da por añadidura.
ResponderEliminarComo dices en las últimas líneas, que sepamos crear la nueva humanidad "desde la gratitud y la entrega de la vida", que "la vida no nos sea indiferente". Un abrazo.
Que bien lo explicas, Ángel.
ResponderEliminarEs así, tal cual lo dices:"¿Qué querrá Dios de mí?", se preguntan.
Son pocos los que se atreven a preguntarle e Él "¿Señor, qué quieres de mi?" y claro si me pregunto a mi misma ¿Qué querrá? difícilmente lo sabré.
Etty Hillesum murió en Auschwitz y en su diario escribió: “Lo único que podemos salvar en estos tiempos, lo único que realmente importa, es tener una pequeña parte de Ti en nosotros, Dios mío. Nos toca a nosotros ayudarte a Ti, defendiendo hasta el final Tu casa en nosotros”.
Me gusta esa cita de Etty Hillesum. Gracias "madre agradecida"
EliminarHola Angel, pues yo pido
ResponderEliminarLa Gracia de Dios, para alimentar
mi varita mágica y un día pueda
entender lo que El quiere de mi,
Que mi corazón no se endurezca
y este abierto.
Un abrazo
Martha V.
Nunca me he hecho esta pregunta porque doy por echo que sí Él sabe que quiere de mí sabrá hacérmelo ver y guiarme para conseguirlo.........quizá no hago bien y debería hacerle la pregunta a Dios y pedirle que me de la respuesta.Saludos
ResponderEliminarNo me preocupa el destino, me preocupa ser fiel a la voluntad del Señor, descubriendo cada día lo que El quiere de mi. No pasar de largo a las necesidades de los demás, construir el Reino de Dios y su justicia y lo demás se me dará por añadidura, me dice Jesús.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Me pide ultimamente a mi el Señor..que CREA!!....Que crea en El....y simplificando al maximo haga con cariño y por El cada movimiento....te podrás creer que el sin esfuerzo aparece??....Hacer lo poco que está en nuestras manos y lo demás me consta que El lo hace....es mas dificil hacerse hacer que hacer......El hace que me encuentre conmigo misma sin miedo y justificada por El..así el perdón sale del corazón y la acogida de la debilidad del otro me es natural...una maravilla no?.....El Camino se hace al andar y mientras camino El me muestra el camino......no hay predestinación.....Viviendo en al Voluntad de Dios es facil todo y se vive descansada.....preciosa entrada Angelo!!
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