Usar a otros - Pornografía IV
(continúación post anterior)
Los culpables dentro de la industria son fáciles de identificar, pero no están solos. Toda la industria pornográfica existe para obtener lucro, y no puede haber lucro sin clientes. Quienes buscan y usan imágenes pornográficas son participantes activos en la victimización de otros. Quienes ven materiales pornográficos no se pueden separar de la responsabilidad moral relacionada con la victimización y la degradación de los hombres, mujeres y niños presentados en esos materiales, y los espectadores mismos sufren degradación.
Es erróneo pensar que el efecto singular de los actos pecaminosos de elección moral es el daño que causan a otros.
Obviamente, el efecto inmediato de optar por participar en la visualización de material pornográfico es la violencia espiritual y emocional cometida contra aquellos cuyas imágenes se ven. Con todo, el efecto personal y existencial en la persona que opta por ver imágenes pornográficas está en el centro de esos actos pecaminosos.
La persona humana, la única criatura con sentido moral, establece o destruye progresivamente su carácter con cada acto de elección moral. Por lo tanto, uno se convierte en persona virtuosa por el propio acto de practicar la virtud y en persona depravada por practicar actos de vicio. Cuando uno opta por ver pornografía, aun si al principio es contra su voluntad, se convierte en la clase de persona dispuesta a usar a otros como puros objetos de placer, sin tener en cuenta su dignidad inherente como hombre o mujer creado a imagen de Dios. A medida que se arraiga más el hábito de la pornografía, se hacen más pronunciadas las características de una persona que degrada a otras, las convierte en objeto y deja un legado de violencia contra su dignidad.
En esta transformación, a veces, gradual y, a veces, repentina del carácter humano, ejerce el pecado su mayor influencia en las personas y en la cultura. Los jóvenes manipulan y abandonan con más facilidad a los amigos para satisfacer sus deseos temporales y a menudo egoístas. Los cónyuges comienzan a valorar a su pareja en una escala de lo que reciben de la relación en lugar de hacerlo por su fidelidad conyugal con el don de sí mismos. Los adultos jóvenes ven el matrimonio apenas como un contrato no vinculante que puede anularse si los beneficios del estado matrimonial ya no satisfacen sus deseos y expectativas cada vez más irreales y aun perversos. Los sacerdotes y los consagrados juzgan su ministerio sobre la base de la satisfacción y del adelanto en el plano personal más que a partir del sacrificio. El uso generalizado de la pornografía naturalmente lleva a la degradación de la sociedad humana porque envilece a las personas que se someten a ella.
La pornografía hace de la intimidad una mentira. Al distorsionar la propia característica humana que promete poner fin al aislamiento, la pornografía lleva al usuario no a la intimidad, sino a un alejamiento aún más profundo. El propósito divino de la sexualidad humana es satisfacer el anhelo de comunión con otro y traer a la persona al vínculo del amor que da vida y la nutre.
En esta experiencia humana de intimidad con otro, se ha preconcebido el destino eterno del ser humano de perfecta comunión con su Creador.
La falsa promesa de intimidad ofrecida por la pornografía lleva más bien a un alejamiento aún más profundo que paraliza la capacidad del usuario de experimentar verdadero contacto humano íntimo. El usuario de pornografía, al anhelar intimidad, con humana de aquellas personas cuyas imágenes se emplean, ¿cuánto más lo será contra la dignidad humana de la persona a quien se le prometió la exclusividad del afecto? El uso de la pornografía es una violación del compromiso matrimonial. Aun si el cónyuge la tolera, ¿cómo puede uno dejar de sentir el rechazo y la traición cuando la propia pareja comprometida recurre a la ilusión y a una felicidad efímera en imágenes pornográficas? Este rechazo, si no se corrige, a menudo llevará a la destrucción permanente del compromiso conyugal.
Como sucede con la naturaleza de todo pecado, quienes más sufren son los inocentes. Los niños, que se esfuerzan naturalmente por imitar e incorporar el amor de sus padres con capacidad para dar de sí mismos, en lugar de ese amor encuentran tensión, traición y egoísmo. Es comprensible entonces que lleguen a creer que el amor verdadero, un amor de sacrificio y con el don de sí mismo, es una ilusión.
Es una esperanza en vano creer que un cónyuge usuario de pornografía podrá mantener en secreto este pecado y también que el material propiamente dicho podrá permanecer oculto. Los niños encuentran este mismo material que ha causado daño a su familia y son llevados a entender la sexualidad de una forma no prevista por sus padres. En lugar de aprender y experimentar la nobleza de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios, experimentan la degradación de la persona humana reducida a un producto, a un objeto.
Algunos defienden la posición de que los actos sexuales, en general, y el uso de la pornografía, en particular, satisfacen la más básica de las necesidades humanas. Esta posición plantea que la pornografía puede proporcionar una cierta medida de satisfacción humana y de consuelo para quienes encuentran que la intimidad en el matrimonio es imposible o, por lo menos, inexistente. Se citan ejemplos de cónyuges separados por la distancia, hombres y mujeres solteros que todavía no pueden casarse, esposos y esposas carentes repentinamente de intimidad conyugal por causa de la edad o de enfermedad. En cada uno de estos casos, el logro de un cierto grado de satisfacción humana (es decir, sexual), aun si es inferior a la verdadera intimidad conyugal, se ofrece como alivio temporal para una persona que anhela el contacto humano.
Esta opinión presupone que la actividad sexual en sí o el acto de ver a otros que participan en ella es de alguna manera de la misma naturaleza que la verdadera intimidad humana. De hecho, la intimidad a la que aspiran todas las personas es la antítesis de la experiencia explotadora y deshumanizante del uso de imágenes pornográficas. En lugar de proporcionar consuelo o satisfacción, el uso de pornografía no sólo conduce inevitablemente a experiencias insatisfactorias repetidas, sino que exige una intensificación del estímulo. Cada intensificación y cada experiencia degradan y desensibilizan al espectador con respecto a la belleza y la nobleza de la persona humana.
En lugar de proporcionar un cierto toque de intimidad humana, el uso continuo de imágenes pornográficas limita las posibilidades de la persona y aun la capacidad de lograr intimidad con otra persona. ¿Cómo es posible iniciar una relación de amor y respeto cuando la preparación para este encuentro humano se basa únicamente en una "necesidad" carnal? ¿Cómo se puede lograr la confianza necesaria para la verdadera intimidad si los actos están determinados por deseos secretos? El uso de material pornográfico deteriora las verdaderas cualidades humanas que hacen posible la intimidad: en particular, el respeto, la confianza y la disposición a sacrificarse por el otro.
Las mismas personas que presentan la satisfacción de las necesidades biológicas como intimidad también presentan la fidelidad como un sacrificio demasiado oneroso para cumplirlo. Todas las parejas casadas enfrentan épocas en que la intimidad conyugal no es posible. Para algunas, estas épocas pueden ser prolongadas. Presentar esa privación como excusa para el uso de material pornográfico es degradar la promesa de fidelidad en la cual se basa cualquier matrimonio. Aceptar la pornografía como sustituto de intimidad conyugal es una admisión tácita de que el cónyuge es un medio de satisfacer "necesidades" biológicas en lugar de un compañero en la comunión del amor humano.
Algunas personas luchan con tentaciones compulsivas y, a veces, obsesivas de impureza. En un intento erróneo por controlar esas tentaciones, pueden recurrir al uso de pornografía como "el menor de dos males". Este uso de la pornografía se justifica erróneamente como una "válvula de escape" que permite satisfacer estos deseos compulsivos de una forma que no es nociva puesto que solo afecta a la persona. En esta racionalización se entiende equívocamente el verdadero daño causado por el pecado.
Si bien proporciona un aparente alivio de las tentaciones, el uso de pornografía por esas personas solamente sirve para alimentar más sus impulsos obsesivos.
De una forma similar, algunas personas luchan con las tentaciones que son peligrosas y destructoras: atracción por personas del mismo sexo, atracción por personas jóvenes y fantasías sádicas. Con la esperanza de mantener estas tentaciones en secreto, dichas personas suelen recurrir a la pornografía como forma de controlar sus impulsos. Este engaño alimentará las tentaciones en lugar de reprimirlas. La discontinuidad entre la persona pública y la persona privada se amplía hasta el punto en que la fantasía no se puede separar de la realidad. De hecho, es a menudo el uso de esta pornografía "fetichista" que solidifica la tentación en lugar de aliviarla. El uso repetido de imágenes y fantasías pornográficas transforma la tentación en una clase de profecía que por su propia naturaleza contribuye a cumplirse. El que recurrió a la pornografía para escapar de la tentación se convierte en la encarnación de esa tentación.
No puede haber un uso "moderado" de la pornografía como tampoco puede haber un uso "moderado" del odio o del racismo. Presentar esa posibilidad es aceptar una caída en el mal, paso a paso. Cualquier alivio aparente será efímero y las consecuencias duraderas harán que la resistencia futura sea aún más difícil y que posiblemente se intensifique hasta convertirse en una adicción. (sigue el lunes)
5 comentarios
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ResponderEliminarMi hijo nos ha comentado que en el próximo trimestre van a tratar,en las clases de Religión,el tema de la pornografía.
ResponderEliminarYa le he dicho que aquí tiene un documento buenísimo,así que una vez más gracias Angelo.
Un cariñoso saludo :)
Sigo leyendo esta "serie" ........toda adicción es mala y la persona que la padece está enferma ¿Cómo se le tendría que tratar para curar su adicción?
ResponderEliminarClaro que los mayores responsables son aquellos que "trafican" y hacen negocios de la pornografía ( sin ser adictos) con el único fin de enriquecerse y sin que les importe el daño que puedan hacer a la sociedad en general.Saludos
Ángelo, te dejo unas estadísticas que publica www.thepinkcross.org Es de USA pero reflejan mucha realidad que es devastadora a la cual hay que hacerle frente desde muchos frentes.
ResponderEliminarDTB!!
Estadísticas porno
En la reunión de 2003 de la Academia Americana de Abogados Matrimoniales, una reunión de abogados de divorcio de la nación, los asistentes reveló que el 58% de los divorcios son el resultado de un cónyuge mirando cantidades excesivas de la pornografía en línea.
La pornografía infantil es uno de los negocios de más rápido crecimiento en línea, y el contenido es cada vez peor. En 2008, Internet Watch Foundation encontrado 1.536 dominios individuales de abuso infantil.
De 1351 pastores encuestados, el 54% había visto pornografía en Internet en el último año.
Hay 4.2 millones de sitios web pornográficos, 420 millones de páginas web pornográficas, y 68 millones de peticiones diarias de motores de búsqueda.
50% de los hombres y el 20% de las mujeres en la iglesia con regularidad ver porno.
Ingresos pornografía en todo el mundo en 2006 fue de $ 97,06 mil millones. De ese total, aproximadamente $ 13 mil millones fueron en los Estados Unidos.
Más de 11 millones de adolescentes regularmente ver pornografía en línea.
El grupo más numeroso ver pornografía en línea es de 12 a 17.
La clamidia y la gonorrea entre los artistas es 10 veces mayor que la de los años del condado de Los Angeles 20-24.
70% de las infecciones de transmisión sexual en la industria del porno produce en las mujeres de acuerdo con el Condado de Los Angeles de la Salud Pública.
Es un problema grave. Y mucho más grave desde el punto de vista de la salvación del alma que desde el punto meramente psicológico como si se tratara una adicción como otra cualquiera.
ResponderEliminarPor ahí hay gente que la ha superado, y a modo de decálogo (lo digo para que el personal no se aburra por leer tanto) cuentan como lo hicero para aquellos que estén interesados.
No me atrevo a comparar, pero superar esto puede suponer tanto o más que abandonar la adicción a drogas fuertes, ludopatía y cosas por el estilo.
¿Se puede vivir sin esto? estoy seguro de que si, pero también de que no es fácil. De hecho creo que sin Dios, es secillamente imposible. El sexo es la pulsión más fuerte justo por detrás del instinto de conservación de la vida, y no es malo, si esí no fuera nos hubiéramos extinguido, pero ... hay que hacer un uso correcto de nuestra sexualidad.
No en vano en Fátima, la misma Virgen María como sabemos le dijo a los tres pastorcillos que los pecados que más gente llevaban al infierno eran los de la carne. No me extrañana nada.
Claro que, como me ha dicho más de un sacerdote, se habló tanto de esto, se hizo tanto incapié, se critica tanto a la Iglesia cuando toca cualquier tema de estos, que ahora no se lo puede ni nombrar, solo en el confesionario y de forma discrecinal.
Pues ni calvo ni siete pelucas. Espero ser algún dia alguien que pueda dar ejemplo y un testimonio valiente al respecto.
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