CONSEJOS NO ESCUCHADOS
¿Cuántos consejos me habrán dado en lo que llevo de vida? No puedo ofrecer ninguna cifra, pero estando ya peinando canas, puedo decir que muchos. ¿Cuántos he aprovechado? Tengo que expresar con una cierta nostalgia ,que muy pocos ,y no porque fueran malas las exhortaciones, sino por la omisión por mi parte en seguirlas.
Cuantas veces he lamentado, no haber hecho caso de lo que me dijeron. Cuántas veces me he lastimado, en caídas que me fueron advertidas. Cuántas veces la autosuficiencia se ha erigido en la dueña de mis actos, sin darme cuenta, de que aún no conocía la magnitud de los obstáculos, que se han presentado en mi camino.
Cada vez menos, recibo consejos, cada vez menos, encuentro quien me los quiera dar, y confieso que ahora, ya los empiezo aceptar, sabiendo que quien me los da, me desea lo mejor.Una corrección, un aviso, una decisión,… Los consejos, en la mayoría de las veces son acertados, y seguirlos evitaría muchos sufrimientos. Hablo de mi experiencia.
Recuerdo cuando en mi adolescencia, me rebelaba contra todo, de nada servía que mis padres me advirtieran de que un día me daría cuenta de sus recomendaciones. Por entonces me parecía imposible que llevaran la razón, “estaban equivocados”, “eran de otra época”. Esos eran mis razonamientos. Y tengo presente algo que no he podido olvidar; unas palabras que pronuncié en una rabieta adolescente. Le dije a mi madre que nunca le daría la razón, que sabía que estaba equivocada y ¡mamma mía! ¡Cómo he pagado mi chulería! Cada consejo, cada palabra de atención, cada advertencia que se me hizo y de la que yo huí y rechacé, se fueron cumpliendo. Mis caídas fueron dolorosas, muy dolorosas y aún hoy las cicatrices siguen doliendo.
Bastó ser padre para darme cuenta de muchas cosas, para ir dando la razón a cada consejo desechado. Y veo que se repite la misma historia en muchos padres e hijos.
Algunos, nos decían cuando nuestro hijos eran pequeños “deja que crezcan que ya veréis lo que se sufre” Aún en esos comienzos de paternidad seguía sin creer en las advertencias, aún quedaba un poco de chulería.
Y llega, claro que llega, el momento de sufrir por los hijos. Crecen rápido, muy rápido; no dejo de asombrarme de cómo los años pasan y… ¡quedan tantas cosas por hacer! Aún hay tanto que enseñar… y es cuando descubres que tus hijos ya vuelan solos y que ahora sus caídas dependen totalmente de ellos.
Y entonces es cuando te das cuenta, de que habiendo recibido la misma educación, cada uno tiene una personalidad distinta, que reacciona diferente ante lo aprendido. Que Dios no repite a las personas, que las hace únicas y que en esa singularidad hay que amar.
Recibo en mi trabajo nocturno muchas llamadas de padres angustiados, porque sus hijos no han vuelto a casa ciertas horas de la noche. Recibí una la semana pasada, que es la que ha motivado este post. Sentí la congoja de la madre que me hablaba, como si fuera mía; la entendía, quería consolarla, sabía de su miedo. Su hijo de 17 años tenía problemas psiquiátricos y me dijo: “no sabemos qué hacer, ni a quién acudir, acaba de pegar a su padre “. “Ya no podemos con él”. Se me encogió el corazón.
Nuestros hijos no podrán entender ese desasosiego hasta que lo vivan, no sabrán valorar nuestro temor, nuestro sufrimiento hasta que lo experimenten, por eso la impotencia se apodera tantas veces de nosotros. Porque la historia se repite; consejos no escuchados, conocimientos no adquiridos y la convicción de la autosuficiencia en todos los aspectos de la vida. Ojalá nunca sea tarde.
¿Y qué se puede hacer? Os digo lo que hago yo: Esperar, confiar, orar, ¡Amar! Estoy convencido de que el amor siempre vence, y si no lo dejamos escapar ni un solo día, triunfará. Alguno me dirá que es muy fácil decirlo, y es verdad, lo he podido escribir sin dificultad, pero sé por experiencias personales, por convicción y por la Fe, que el amor triunfa siempre.
Pero… ay queridos amigos, hay que saber lo que es amar de verdad, y lo sabremos cuando experimentemos en nosotros, que lo damos todo, lo repito muy despacio T-O-D-O. Y hay que hacerlo, como decía la beata Teresa de Calcuta: “Hay que amar hasta que duela”. Hay que tener el corazón, lleno de cicatrices; esas que dejan cada vez que se da un trozo para amar. Sí, lo sé; hay muchísimos padres con un sufrimiento que les desgarra, y es así, porque aman ¿cómo no va a ser de esta forma ?Si su amor no les costara lágrimas y desvelos, es que poco amor han sembrado.
Por eso, creo que la desesperanza nos asalta tantas veces; divisamos el precipicio donde caerán, gritamos y no nos oyen, no nos miran y cuando les llega nuestra voz, no nos creen. ¿Podemos entender el sufrimiento de María? Creo que sólo lo rascamos, pero Ella, sí conoce nuestros temores, angustias, dudas y desfallecimientos. ¡Acudamos a Ella! Pongamos nuestro llanto en su regazo. Es la Madre por excelencia, con todo lo que ese nombre conlleva.
Padres: ¡Mucho ánimo! No nos rindamos jamás. Y como decía San Juan de la Cruz: “El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa
¡Alabado sea Jesucristo!
14 comentarios
Llamativo post...yo no soy madre, pero sí reconozco ese amor del que hablas, es el que veo en mis padres y en tantas personas que tengo a mi alrededor...ese AMOR SIN MEDIDA, de entrega al otro...reconozco esos corazones malheridos, llenos de heridas y cicatrices...y yo espero llegar a amar de manera incondicional a todo aquel que llegue a mí, sin distinción...como decía San José de Calasanz "Cuanto hago, lo hago por amor"
ResponderEliminarEste año, los niños de catequesis de mi parroquía representarán una preciosa historia sobre el amor, precisamente los protagonistas muestran sus corazones: un corazón perfecto, sin rasguños, sin heridas, regular...y otro corazón cosido, con tiritas, trozos desiguales... Yo tengo el corazón como el segundo porque a cada persona le entrego un cachito del mio, a veces recibo algún trozo, pero no siempre.
Gracias, este post ha completado mi día lleno de sorpresas felices.
Angelo, aqui son casi las 9 de la noche. Recién llego de misa y mis pensamientos durante la consagración y la pos-comunión tenían (y tienen aún) raíz similar a tus inquietudes de padre. Pero yo iba más allá... hace muchos años en uno de los retiros de Cursillos de Cristiandad me enseñaron que el corazón se abre por dentro y ya sabés, Dios es respetuoso y entrara en él si la puerta la abre el dueño del corazón. Es decir, Dios respeta las individualidades y así, seguramente en una misma familia -cumpliendo los evangelios- no todos están en la misma vereda como para tirar juntos cuando las tormentas de la vida golpean la casa; me preguntaba ¿de que sirve que yo vaya por los caminos del Señor, si los demás, los cercanos, los que comen y duermen conmigo, no caminan conmigo? Y las respuestas de Dios que no son instantáneas se convierten en un silencio tre-men-do y queda una sensación amarga. Imaginemos a las personas que saben de Dios nada, ¿donde entierran la desesperación? ¿donde esconden las angustias? Y estaremos nosotros que somos la sal y luz del Señor mitigando los dolores de almas.. ¡pero como cuesta empezar por casa!
ResponderEliminarTe mando un abrazo.
Impresionante tu post, Ángel,pero déjame añadir que cuando ya has vivido tanto como yo, miras hacia atrás y piensas que no fue "pa tanto...", algunas cosas todavía están sin solucionar, pero es que tú no has solucionado nada, tú sólo has ido dejando amor en cada uno y Dios es el labrador y el que recoge y recogerá todo lo sembrado.
ResponderEliminarNo sé donde he leído algo así como: "No te preocupe que tus hijos no te escuchen, te están mirando a todas horas."
Un beso
Me has dejado...sin palabras...
ResponderEliminarGracias,yo no lo podría decir mejor,me identifico mucho contigo Angelo.
Un cariñoso saludo y que Dios te siga bendiciendo.
No sé que decir ante tanto. Solo que es verdad, que ahora cuando aceptamos consejos, pocos quieren darnoslo, que los hijos... ay los hijos, que amor y dolor tantas veces van juntos, que es duro..., todo, todo lo que dices lo asiento..., casi sollozando.
ResponderEliminarAl final, tu das la respuesta, abres la puerta a la esperanza, dejas ver la luz... "El amor siempre vence", el truco... aguantar.., que no es poca tarea...
AUNQUE CON LA AYUDA DE DIOS, incluso ese yugo se hace llevadero.
ABRAZOS.
Es de los post más bonitos que he leído ultimamente. Ciertamente tiene una carga de profundidad admirable...
ResponderEliminarYo no soy padre, pero me siento muy identificado con el ser hijo.
Este post es digno de ser guardado, para que lo lo lean muchos.
Un abrazo enorme.
HOLA ANGELO,TODOS LOS PADRES FUIMOS HIJOS Y NOS EQUIVOCAMOS,Y ELLOS SE EQUIVOCAN IGUAL QUE NOS PASÓ A NOSOTROS,LA CLAVE ES PONERSE EN SU LUGAR Y AMAR Y AMAR Y AMAR Y TENER PACIENCIA,OJALA QUE ESCUCHARAN NUESTROS SABIOS CONSEJOS, PERO SABEMOS QUE DENTRO DEL CORAZÓN TIENEN EL ANSIA DE VIVIR ""SU VIDA" Y LO QUIEREN HACER A SU MODO.
ResponderEliminarDE TODAS FORMAS NO HAY QUE DARSE POR VENCIDO Y ...ESTAR AHÍ PARA ACOMPAÑAR,UN DÍA COMO DICES TÚ ESTARÁN EN NUESTRO LUGAR Y APRECIARÁN MUCHO ESE AMOR VERDADERO QUE LES ENTREGAMOS COMO ÚNICA HERRAMIENTA PARA QUE LA VIDA TENGA SENTIDO.
LA VIRGEN SANTA SABE DE DOLORES Y A ELLA DEBEMOS ENCOMENDAR SIEMPRE A NUESTROS AMADOS HIJOS..."AL AMPARO DE TU MANTO MADRE PONGO A MIS HIJOS",TODOS DEBEMOS HACERLO,TODOS NUESTROS HIJOS LA NECESITAN.
GRACIAS POR TUS REFLEXIONES.
UN SALUDO Y HASTA PRONTO,DIOS ESTE CONTIGO
Caro Angelo, questo è un post molto toccante e riflessivo.
ResponderEliminarAcoltare e seguire i consigli di chi ha più esperienza, non può che essere positivo.
I bambini, fin da piccoli, vanno seguiti e avviati alle responsabilità in primo luogo dai genitori, poi educatori in genere.
Buona serata con un abbraccio.
Los consejos... ¿quién escucha? y si escucha ¿quién los pone en práctica? y si lo hace... ¿no es la mayoria de las veces a destiempo?... en la juventud uno es rebelde, uno se cree que se va a comer el mundo y no es hasta que el mundo empieza a comerselo a uno que no empieza a recordar...
ResponderEliminarY los hijos... pues, lo que dices, habiéndolos educado de igual manera todos diferentes...y hay que respetar esa diferencia y la libertad de cada cual, una siempre intenta hacerlo lo mejor que puede, se deja la vida en ello, se hace lo imposible, lo que se sabe y lo que no se sabe... nunca aconsejo, les cuento lo que yo haría siendo yo, como soy y como me conocen pero les dejo siempre la puerta abierta al pensamiento, a la recapacitación... les hago valorar las diferentes situaciones que se les pueden presentar ante un hecho, creo que hay que prepararlos para vivir en este mundo que tenemos para que colaboren en la construcción del mundo que nos gustaría tener, tienen que saber enfrentarse a la realidad que nos rodea.
Se que cuento con una ayuda especial, a María Santísima siempre le pido que me muestre el camino, que me diga como he de educarlos.Tengo presente siempre que no son míos como posesión, que yo solo soy quien esta aquí para morir por ellos si hace falta pero que su verdadero dueño es Nuestro Señor.
Es un gran post, varios de casa lo hemos leído y hemos hablado sobre el tema, te lo agradezco profundamente.
Un abrazo.
A la niña que llevo dentro acabas de darle un gran consejo hoy. LLevo dias como una zombi de aqui para alla, precisamente por conservar esa chuleria adolescente que ya por edad no pega y por no escuchar a nadie. Gracias por estas palabras Angelo. GRACIAS es lo más que puedo darte, mi gratitud sincera.
ResponderEliminarUn muy realista post. Esto forma parte de la vida, es la naturaleza o psicología humana. Sencillamente es así, aunque siempre algo siempre se puede hacer. Sin Dios desde luego yo no sería capaz.
ResponderEliminarA ese chico de 17 años que se marcha corriendo no sabes a donde, yo le diría a la Virgen, ES TUYO, TE LO DEJO BAJO TU CUSTODIA, NADIE ME LO VA A PROTEJER COMO TÚ, DEVUÉLVEMELO SANO. SÍ MADRE HAZLO!
Me ha gustado lo dicho por Gran Visigoda.
Saludos a todos!
¡Hola!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada, Angelo. Yo era la típica hija y niña buena que atendía siempre, la vena rebelde no sé dónde quedó, seguramente por la dolorosa situación familiar que vivíamos en esa etapa.
Recuerdo -y no sé si ya os lo conté alguna vez- que había un consejo que se repetía una y otra vez: cada domingo, tras la Misa, íbamos a la pastelería de enfrente de la iglesia a comprar bocaditos de postre para la comida -¡era domingo!- e indefectiblemente, una de las dependientas me decía con tono cálido: "Tú estudia, eh, estudia, eso es lo que tienes que hacer, que si no..."
Y así meses y años. Que me lo repitiera tanto me hacía pensar que estudiar era todavía más importante de lo que ya sabía y mis padres me habían inculcado.
Hace unos años, al regresar a mi tierra gracias al concurso de Traslados en mi trabajo, me encontré con esta mujer. Le hablé de lo que ocurrió tantas veces; ella no lo recordaba, pero yo sí, nunca lo olvidé: tanta insistencia de una persona no cercana a mí tenía que tener un sentido...
Ahora estoy en casa de mis sobrinos: todo el mundo está ya dormido. Mientras mi querido sobrino -el marido de mi sobrina- le contaba a su niño de dos años un cuento, el niño lo oía con el entusiasmo y sorpresa de la primera vez, y con su dedito seguía los dibujos a la vez que se reencontraba con sus muñecos y tesoros tras cuatro días en casa de sus abuelos maternos. La nena ya estaba dormida y, bajando a la cocina, me decía mi sobrina: "¡Le encantan los ciento un dálmatas! Sí, cada noche elige el cuento que quiere, pero es uno de sus preferidos. Lo que pasa es que su padre se los adapta y luego sólo vale cómo los cuenta su papá." Yo le he preguntado: "O sea, ¿que lo de que Cruella de Vil no alcanza a Perrita y Pongo en su coche porque es de tracción trasera y derrapa en la nieve (o algo así...) es fijo?" Sí, es papá quien lo dice...
Yo pido a Dios que mi sobrino nieto siga así: que cuando su papá va a cortar la leña para la chimenea y él quiere ayudarlo, siga dejándose aconsejar y obedezca y se ponga donde le dicen para que no le salten astillas, y mientras, tranquilamente, llene una bolsita con ramitas o con piñas, porque él también quiere ir con papá y así luego estar calentitos en casa.
No sé si lo que os he compartido va mucho con lo que decís los demás, pero en mí se han relacionado: pienso que la docilidad y flexibilidad en el carácter son grandes dones del Cielo, al igual que la capacidad de ser felices con poco...
Confío en que la peque, con sus cinco meses, comparta tanta bondad. De momento, si su hermano está cerca, no llora jamás, y si pasa cerca y no le dice nada, un gritillo hace que se vuelva, le dé un beso, le balancee un ratillo en la hamaquita o le cuente cosas en un lenguaje incomprensible para el resto del Universo.
Hagamos o facilitemos en torno a nosostros islas de bondad y confiemos lo demás a Dios, porque es tan difícil enseñar a vivir...
Besicos.
En pocas palabras te diré que me encantó el post, se los enviaré a mis hijas para mis nietos. Nadie experimenta en cabeza ajena, tienen que vivir sus experiencias, pero con buenos cimientos, y Fé en Dios todo sale bién.
ResponderEliminarMuy bella entrada Angelo.
ResponderEliminarDios te bendiga.
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