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¿UNA ALUCINACIÓN?




Una muerte definitiva de Jesús habría sido la muerte de toda su dignidad y de toda su obra.Así se comprende que toda la predicación de los apóstoles, en Jerusalén como en Antioquía, en Atenas como en Roma, se basa en este hecho y que una afirmación tan naturalmente increíble como la de que un hombre la resucitado haya sido aceptada por la humanidad hasta cambiar la faz de la tierra.

Era, por tanto, necesario dejar este hecho establecido de una manera indudable. Tenemos de él seis relatos auténticos, de testimonios oculares no del hecho en sí, fenómeno momentáneo, espiritual, sobrenatural, apenas controlable por los sentidos sino de lo que vale mucho más, de la sobrevivencia experimentada repetida y duraderamente, de aquel hombre al que todos habían podido ver muerto y enterrado. Los terribles tormentos que sufrió y la lanzada en pleno corazón quitan toda posibilidad de muerte aparente. La guardia colocada por sus enemigos en el sepulcro sellado, quitan cualquier posibilidad de fraude en cuanto al verdadero entierro y convierte en absurda toda hipótesis de un robo del cadáver.

Puesto que unos discípulos cobardes, escondidos por el miedo durante los tres días de su muerte, afirman que repetidas veces se les ha aparecido resucitado, o en verdad ha resucitado o su cadáver yace corrompido y a vista de todos en el sepulcro. El hecho de que esta prueba definitiva no haya sido jamás ni siquiera intentada basta para poner fuera de toda duda la resurrección. Los seis relatos son los de los cuatro evangelistas (Mt 28,120; Mc 16,120; Lc 24,152; Jn 20,1; 21,23), la breve alusión de los Hechos de los Apóstoles (1,39) y la relación de San Pablo en su primera carta a los Corintios (15,38).De los seis, el más importante es este último, por ser el más primitivo, escrito entre los años 53 y 55, diez antes que los sinópticos y más de veinte antes del evangelio de San Juan, y porque tanto por su contenido como por su forma aparece no sólo como un testimonio personal, sino colectivo y proveniente de dos testigos tan directos y valiosos como San Pedro y Santiago el Menor, el hermano (primo) del Señor.

Sabemos por el mismo Pablo (Gal 1,18) que tres años después de su conversión fue a Jerusalén, en donde consultó a las «columnas de la Iglesia» Pedro y Jaime, de quienes recibió información no sólo sobre la doctrina sino también sobre el hecho fundamental que la avalaba, la resurrección del Señor. El testimonio paulino se remonta, pues, a las fuentes. Por esta razón les dice a los corintios que les enseña lo que él mismo ha aprendido. Por ello puede darnos noticia de apariciones como la de San Jaime y de la de más de quinientos hermanos que ningún otro testigo nos da. Y viene aún a aumentar la autoridad de este testimonio el hecho de ser con toda verosimilitud una fórmula catequística enseñada tradicionalmente a los catecúmenos desde los tiempos inmediatos a Pentecostés. Así lo indica claramente la expresión: «Os he dado lo que yo también he recibido», empleada corrientemente por los rabinos para caracterizar una doctrina recibida y transmitida por la tradición. Se trata, pues, de una enseñanza catequística dada por San Pablo después de haberla recibido de sus maestros, que, sin contar a Cristo, ya sabemos que eran Pedro y Jaime. Nos encontramos, por tanto, ante un testimonio de la resurrección transmitido por la comunidad cristiana más primitiva y que se remonta al más autorizado de los apóstoles.

Añadamos a éste los testimonios de los cuatro evangelistas (el de Lucas, doble por la alusión de los Hechos de los Apóstoles) y nos hallaremos ante un hecho histórico que no podemos sino aceptar so pena de no poder aceptar ningún otro, porque no hay ninguno tan documentado como éste.

La incredulidad, consciente del valor definitivo de este argumento de hecho, ha intentado lo posible para desvirtuarlo atribuyendo las apariciones del Resucitado a alucinaciones de los discípulos. De haber existido, la alucinación se hubiera producido en sentido contrario, más bien para hacer creer falsa una aparición verdadera, que no verdadera una aparición falsa. La Providencia permitió, por no decir dispuso, que a pesar de los repetidos anuncios que el Señor había dado de su resurrección, los discípulos estuviesen tan seguros de que la muerte del Señor era definitiva, que esta convicción dictó su conducta del primer domingo. De haber esperado la resurrección, con la alegría consiguiente que esto les hubiese causado, no se habrían escondido atemorizados y hubiesen recibido con fe pronta los primeros anuncios de las apariciones del Resucitado, y con fe más pronta y ardiente su propia aparición. Al contrario. La resurrección de un muerto les parece una cosa tan increíble, aun después de las que habían visto obradas por el Maestro, que no sólo rehúsan el dar crédito a los que anuncian haberlo visto resucitado (el testimonio de Magdalena y las otras mujeres les parece desvarío), sino aun a sus propios sentidos. Se creen, efectivamente, alucinados, o delante de un espíritu. Le es necesario al Señor hacerse tocar las llagas del costado y manos por Tomás. Se requiere, además, para decirlo claramente, la infusión de una fe sobrenatural, de aquella fe que ni engaña ni se engaña, a fin de que sus sentidos despierten a la verdad. ¿Y decís que unos hombres así se engañaron creyendo ver lo que ni creían, ni esperaban, ni tenían por posible?

Pero dirá, tal vez, alguno: ¿por qué no se apareció públicamente, sobre todo a sus enemigos, ante los cuales había invocado como prueba definitiva su futura resurrección? Eran ellos, primeramente, los que debían ser convencidos. Objeción sugerida, nos atrevemos a decir, por un espíritu puerilmente vanidoso. Sí; nosotros, vanos, petulantes, buscadores ávidos de un éxito que estorba, habríamos actuado así. Jesús obra de un modo diverso porque no es vanidoso, y por otras razones todavía. En primer lugar, la vista de un cuerpo resucitado y glorioso es un gozo tan grande que puede ser considerado como un premio. El Cuerpo de Jesús estaba como espiritualizado, dejaba transparentar sin obstáculo la belleza celeste de un alma divinizada por la unión personal con Dios. Eran indignos de esta visión los que, lejos de creer en Jesús, le habían perseguido a muerte. Además, si se aparecía a sus enemigos, hubiese debido aparecerse a todos, y la fe se convertiría para todos en evidencia, adhesión intelectual sin mérito. Por eso Dios escogió anticipadamente a los que habían de ser testigos de su resurrección para que los otros, más meritoriamente que ellos, creyesen en Cristo Dios. «Porque has visto, has creído : bienaventurados los que no han visto y han creído», dijo Jesús a Santo Tomás (Jn 20,29). Querríamos todavía encontrar otra razón. Los enemigos de Jesús, los que no creyeron en él a pesar de la resurrección de Lázaro, que azuzó más bien su odio, tampoco habrían creído ante una aparición del Señor Resucitado. Con mala fe la habrían atribuido a alucinación o connivencia diabólica, y esta pretendida falsedad, pertinazmente divulgada como lo fue la fábula del robo del cuerpo por los discípulos, se habría perpetuado entre los incrédulos, reforzando la explicación falsa de alucinación. Tanto que hubieran sido más numerosos los que habrían tenido las apariciones por falsas que los que las habrían tenido por verdaderas.

Podrá objetarse todavía: entonces ¿por qué no se apareció a su Madre, ciertamente dignísima y de un valor insuperable como testigo? Objeción mal formulada. Lo que conviene preguntar no es por qué Jesucristo resucitado no se apareció a María, sino por qué ningún testigo lo relata. Pues que se le apareció no podemos dudar. Más aún: algunos teólogos han afirmado con verosimilitud que pasaba con ella muchas de las horas no destinadas a apariciones. Aun entrando aquí en el terreno de la intimidad familiar de Jesús, nos atrevemos, sin embargo, a indicar algunas posibles razones de este silencio. María hace de Madre y por esto la encontramos en todos los momentos exigidos por la maternidad: Anunciación, Belén, Purificación, Calvario; Pentecostés, donde extendió su maternidad a la Iglesia naciente. Excluyendo estas ocasiones rara vez aparece, y cuando lo hace, Jesús señala la escasa relación entre la misión maternal y los asuntos de su Padre; así en el templo, cuando Jesús, muchacho de 12 años, se escapa de la compañía de los suyos; así en Caná al inaugurar su ministerio público; así cuando en plena actividad apostólica, le anuncian a su Madre (Mt 12,4650). Dar testimonio de su resurrección no era misión maternal, y podría por eso María no ser mencionada. Esto nos explicaría también por qué, habiendo estado siempre, hasta el pie de la cruz, con las santas mujeres que le ayudaban en su función maternal de procurarle a Jesús los medios materiales de vida, no las acompaña cuando van con aromas al sepulcro. Ellas no sabían que Jesús había de resucitar y creían que iban a encontrar el cadáver detrás de la losa. Ella lo sabía y lo esperaba en casa, primera visita de Jesús resucitado, perfumada de intimidad.Carlos Cardó

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12 comentarios

  1. Querido Angelo, paso a saludarte. Parto tres días a un monasterio para diseñar una weby hacer un post. A mi regreso lo verás si Dios quiere. ¿Que más puedo pedir?
    Llevo vuestras intenciones conmigo.
    Un abrazo para ti y los lectores.

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  2. De algunos documentos y hechos anteriores a los Evangelios, no existen tantas pruebas ni testimonios de veracidad. Los textos que los describen son muy posteriores a los hechos. Y sin embargo, nadie duda de ellos. Los Evangelios, en cambio, son escritos que están muy próximos en el tiempo a los hechos que relatan. Y son históricos.

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  3. ¡¡Feliz Pascua de Resurrección Angel, para ti y para todos los que entran en este bendito blog!!
    Que la Resurrección del Señor, nos llene a todos de una esperanza y una vida renovada.
    Un abrazo.

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  4. La Resurrección de Jesús será mi fuerza...Gracias

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  5. Oye Angelo muy buenos esos posts catequéticos. Cómo vas de salud? Sales?, vida normal? Ponme al día, si quieres. Un abrazo a los siete.

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  6. Profunda, elegante y entendible entrada mi amigo y hermano. Quiero darle mi felicitaciones de Pascua, aunque un poco tarde, pero aquí estamos.

    Dios le bendiga, parte de lo que hoy pone lo he compartido con el pueblo de Dios.Gracias. Bendiciones.

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  7. Como nos vas llevando de la mano en esta estupenda entrada, la Resurrección es ante todo cuestión de fé, de confianza y de amor.
    Ángel, hermano y amigo, aunque algo tarde, un deseo y mi oración para que junto a los tuyos tengas una muy Feliz Pascua, en la plenitud y la esperanza de Aquel que vive.
    Un abrazo fraterno en Cristo y María.
    Paz y Bien
    Ricardo

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  8. Hola Angelo !

    Espero que hayas tenido una feliz semana Santa en el Señor, gracias también por este magnifico post, que esta mañana me he leido y ahora he vuelto a leerlo y es tan profundo que no encuentro palabras para expresarlo, gracias por compartirlo con nosotros.

    Te quiero anticipar que el viernes Santo dia 2, participe en la lectura del Via Crucis y en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, y en la conmemoración de el Padre Oscar Romero y su historia. Queria hacer el post hoy y explicaroslo, ha sido para mi algo maravilloso, que no esperaba y quiero compartirlo con vosotros. Mañana lo publicaré en mi humildad, espero que os guste y que hayais pasado todos una feliz semana Santa, gracias !!!

    Dios te bendiga,

    un abrazo !!!!!

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  9. Hno. Mario
    ¡Que envidia! Cuantas ganas de estar unos días en un monasterio. Rezaré para que el Espíritu Santo te asista. Un abrazo.

    eligelavida
    Estoy preparando un post sobre el inicio de la Iglesia, tras la Resurección.Estoy pidiendo información a un sacerdote experto en Biblia, para que me dé algunos datos que a veces le he oído predicar y poderlo ofrecer un día de estos. Un beso

    Estaesnuestracasa
    También habéis hecho unas magnificas entradas que nos ayudan a meditar mejor lo que en estos días conomemorábamos. Un abrazo

    Una madre agradecida
    ¡Nerviosiiisimooo!Pero muy ilusionado. Besos

    Gran Visigoda
    No encontrarás una mejor. Ya sabes que estoy contigo .¡Alégrate tú que crees!

    Sinretorno
    Cada vez que veo la imagen que escogiste para tu perfil, me digo que no podías haber escogido una mejor. El estilo de tus post me encanta. Gran profundidad, con un toque casi de humor. Disfruto siempre que entro.
    La salud bastante mejor. Pronto si D.q. me reincorporaré al trabajo (si me deja el médico) Ya salgo, he podido asistir a todos los oficios de Semana Santa gracias a Dios. Este fin de semana me lo tomaré de descanso.Un abrazo

    E. Baregó
    Ya me gustaría gozar de una de sus predicas de Pascua. A ver si u día se anima y nos graba una. Un abrazo.

    rgr
    Cada vez que encuentro algo que me ayuda, pienso enseguida en compartirlo con todos. Me alegra que a tí también te haya gustado. Muy unido a ti, aún en el silencio. Un abrazo

    Raquel
    No hay nada como explicar las experiencias personales, así que espero con ansia ese post. Me gusta tu imagen de perfil. Te unes al coro de los angeles. Los que alaban y adoran con alegría continuamente a Dios. Un beso

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  10. Hola Angel!!! Felices Pascuas!!!!!!!!
    Gracias por la tarjeta y los saludos en el blog, estamos bastante atareados, un poco complicados, y con muy poco tiempo :-( pero bien gracias a Dios, aunq con los más chiquitos enfermos (nada grave, bronquitis y laringitis, pero ya sabes como es cuando se trata de los niños) Empezó el otoño por acá!!

    Les mando un abrazo a los 7, y a toda la comunidad de blogueros católicos, estaremos unidos en la novena a Jesús Misericordioso, y en la fiesta del domingo.

    Igual te sigo, aunq no comente.
    P/D conoces el Via Lucis? Hace unos años q lo veníamos haciendo en nuestra parroquia, no sé sta vez, pero es muy linda practica para seguir celebrando la alegría de la Resurrección.

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  11. No se como agradecerte todo esto. Gracias gracias...

    Por ensenarme tanto y animarme con todo esto a seguir buscando, no voy a rendirme en el empeno, ojala algun dia sea digna de Jesus, necesito que me aclare todo, soy mjy impaciente...a veces me frustro.

    Un abrazo enorme.


    Pd.- Tantos documentos que afirman a Jesus....Increible!

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