DETENGAMONOS Y ALENTEMOS

De vez en cuando, necesitamos ver señales y testimonios de que Dios sigue estando en la sociedad, de que hay personas que se han consagrado a El, de grupos juveniles que nos devuelven la esperanza, de que Dios sí importa y forma parte de nuestra vida.

Ayer hablaba de los ataques de otros blogs a páginas católicas, pero también existen personas que no dudan en burlarse y acosar cuando descubren por la calle alguna señal que invite a pensar en Dios.

No lo tiene fácil ,quien sin miedo y sin respetos humanos, sabe ser signo de su entrega al Señor. Me refiero a los sacerdotes y religiosas. Donde antes existía un gran respeto y cortesía hacia estos consagrados, hoy supone una heroicidad, el no esconderse ante posibles humillaciones. He visto de cerca alguna de estas actitudes.

En una ocasión,acompañando a mi hermano, al salir del metro un señor se dirigió a él y le dijo: “acabaremos con todos vosotros”, quedé yo más asombrado que mi hermano, que supo ofrecer y rezar por el agresor.

Me contaba otro sacerdote al que le pregunté si se habían metido con él alguna vez por la calle, me contestó que no ( la verdad es que es muy corpulento y hay que pensárselo bien antes de decirle algo) pero me contó la anécdota de otro sacerdote amigo suyo. Pasó delante de un grupo de adolescentes femeninas. Cuando se cruzó con ellas, la simpática y valiente de turno le dijo en forma burlona : “ Padre confieseme, que soy una pecadora” y él con toda la serenidad le contestó : “ No hija, no te hace falta, ser tonta no es pecado”. Me gustaría haber visto su cara.

Hace tiempo le dije a mis hijos que cuando vieran un sacerdote, o religiosas por la calle les saludaran ,y que si podían le pidieran que rezaran por ellos. Les alenté a realizarlo, con la certeza de que los destinatarios de la petición, se alegrarían. Les animé a darles las gracias por su testimonio vistiendo su hábito.

El sábado ,mi hija Inés de 17 años, al llegar a casa vino a mi encuentro con la palabra en la boca y me dijo: “ Papá, hoy he puesto en práctica tu consejo. En la biblioteca había dos religiosas y al verlas me acordé de lo que nos dijiste. Al principio no quería ir, pero pensé que les alegraría que me dirigiera a ellas, así que fui y les dije:- hermanas ¿pueden rezar por mí?, ellas extrañadas me preguntaron si me pasaba algo, les dije que nada, pero que como ellas estaban más cerca de Dios, sus oraciones llegarían mejor que las mías, y es verdad papá, se notaba que le había gustado mi actitud hacia ellas”.

Fue emocionante y motivo de orgullo paterno, escuchar esta vivencia. Creo deberíamos animarnos a imitar a Inés. En este país, donde sus gobernantes quieren acabar con todo símbolo religioso, supondría un gran acto de caridad y reconocimiento hacia quien por amor a Dios no deja de manifestarlo también en su exterior. Detengámonos y alentemos .No pasemos delante de un sacerdote, religioso-a, sin dedicarles unas palabras de animo. Sé de alguno que ha logrado confesarse, al encontrar un sacerdote por la calle.
Dios actúa en cualquier momento.
Angel ST