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Niñeras capaces de calmar


Hace unos días me crucé con una escena que me impactó. Un grupo de cinco niños (imagino que tendrían unos 7 u 8 años) estaban sentados en un parque, pero no jugaban juntos. Cada uno de ellos tecleaba su móvil con rapidez soltando de vez en cuando una carcajada o comentando la escena de su teléfono, pero sin dirigirse en ningún momento la mirada. Confieso que me entristeció. ¿Dónde estaba la creatividad para jugar de antaño que solo necesitaba imaginación, deseos de encuentro personal y grandes risotadas mirándose unos a otros? Me invadió más que nunca la sensación de estar dominados por una tecnología que nos atrapa con sus ventajas pero a la vez nos va ahogando careciendo de independencia, libertad , capacidad de decisión, aislamiento y estoy convencido que al final, tristeza y hastío.

Basta comprobar los regalos recibidos en las fiestas navideñas para confirmar lo que digo. La tecnología domina en las nuevas generaciones. Hay una alerta muchas veces ignorada realizada por profesionales en la materia en cuanto al desarrollo y educación de los más pequeños. Veo en los distintos medios de comunicación como escasean las opiniones de estos expertos del desarrollo infantil, y florecen aquellas  teorías ofrecidas por los partidos políticos, lobbies e intereses comerciales. Y cuando uno lee lo que dicen los versados sobre ello, la verdad es que asusta mirar el futuro de una infancia “sin alma”.

Conozco a hijos menores de amigos cercanos en los que compruebo que las garras tecnológicas han clavado muy fuerte en ellos. Niños menores de 7 años que dominan mucho mejor que algunos adultos las redes sociales, en la diversa variedad de aparatos de última generación. Redes sociales, que por ley (al menos aquí en España) establece que la edad mínima para tener una cuenta propia sin supervisión y consentimiento de los padres es de 14 años. ¡Me aterra lo de “sin supervisión y consentimiento de los padres!...

La infancia no necesita pantallas de video, no necesita realidad virtual. Antes de los 3 años, dicen los especialistas que un niño necesita desarrollar sus habilidades interactuando con el entorno a través de experiencias sensoriales que utilizan los cinco sentidos. Se ha demostrado que incluso tan solo un televisor encendido en la misma habitación donde está jugando un niño pequeño perturba su actividad, impidiéndole desarrollar esa capacidad de enforcar la atención tan importante para su futuro.

Usar la tecnología y estar siempre conectados es ahora parte de nuestra vida diaria, pero se necesita una cierta educación digital que debe comenzar desde una edad temprana. Es necesario centrar la atención en "cuánto y cómo" se utiliza el instrumento digital.

Sin embargo, los autores transmiten un mensaje importante: permitir el uso de la tecnología, pero con la presencia de un adulto, aprovechando al máximo el tiempo y la finalidad. Los nuevos objetos tecnológicos no deben convertirse en alternativas a los juegos o juguetes tradicionales, sino sumarse a ellos. Podrían ser una forma de aprendizaje activo llevado a cabo de acuerdo con tiempos y métodos bien estructurados y precisos. 

Una encuesta realizada por el Centro de Salud Infantil encontró que el 38% de los niños menores de 2 años ya han usado un dispositivo móvil para jugar o ver un video; El 63% de los niños hasta los 8 años utilizan los dispositivos de sus padres, mientras que a los 8 este porcentaje se eleva al 72%. El contenido favorito son principalmente los videojuegos.  Según los expertos, el problema no es tanto la cantidad de tiempo que los niños pasan frente a la pantalla, sino la calidad y el tipo de contenido. Muy a menudo no hay supervisión por parte de los padres, que en gran medida no están preparados, y los niños tienen acceso gratuito, en completa soledad, a contenidos, que son completamente inadecuados para su edad.

Los niños aún no saben leer y escribir, pero ya son capaces de interactuar con el "mundo virtual", relacionándose con él con la punta de su dedo índice. En la pantalla de un teléfono inteligente o tablet, solo se estimulan dos sentidos (la vista y el oído), se pierde la multidimensionalidad del mundo real. Al mismo tiempo, el mundo virtual ofrece a los niños una realidad "aumentada", basada en la hiperestimulación y la hiperexcitación. Si observamos a los niños en su relación con tablets o smartphones parecen hipnotizados: los colores, las luces, los sonidos y la velocidad de movimiento de las imágenes tienen un "poder mágico": el cuerpo está inmóvil, pero la mente está súper excitada y estimulada.

Engañado por la aparente tranquilidad del cuerpo, inmediatamente se hace la ecuación: "¡dale el móvil  para que se calme!". Por ello, muchos padres utilizan la pantalla de los teléfonos inteligentes y tablets como si fueran niñeras siempre capaces de "calmar" los caprichos de un niño que requiere atención. "El mundo debe tocarse, sentirse con los cinco sentidos y las relaciones deben vivirse en la dimensión concreta y real, mirándose a los ojos, escuchándose y" sintiendo "no solo con los oídos, sino también con el corazón y mente."

Marc Masip es el CEO y fundador del Programa Desconecta. Licenciado en Psicología, MBA y experto en adicciones a las nuevas tecnologías, tiene centros especializados en Barcelona y Madrid y escribe:

“Son ya diez años de experiencia en el tratamiento de unos trastornos de conducta cada vez más extendidos y que le hacen ser muy tajante: los chicos "no deberían tener un smartphone con conexión a internet antes de los 16 años, porque antes no tienen el cerebro suficientemente desarrollado ni la madurez necesaria para utilizarlo".

Pero es que, además, "en realidad no lo necesitan". Es falso que sin él se queden aislados de sus amigos y compañeros: "Hay niños sin móvil que tienen amigos y niños con móvil que no tienen amigos", y "esas familias que dijeron: «Se lo doy porque todos los tienen» ahora se encuentran con un montón de problemas". El teléfono móvil es hoy la principal causa de petición de psicólogo para ayuda familiar en España.

Tik Tok está en auge y  es una de las redes que más está preocupando a los pediatras y psicólogos infantiles , haciendo hincapié en que no es una aplicación para niños. Es utilizado por todos, por lo que no es lugar adecuado para los más pequeños. La razón por la que buscan esta aplicación es para emular a los mayores o porque “todo el mundo lo hace”. El problema es que muchos niños pasan sus días haciendo videos y colgándolos en el escaparate social. Y cuando no están en línea, piensan y planifican lo que pueden hacer para crear el nuevo video. El cerebro no se desconecta. A los 5, 6, 7 años, muchos incluso antes, ya están metidos en la perversa máquina de los likes y los seguidores. La gente pesa en base a los "me gusta", la autoestima sube según el índice de aprobación de los seguidores, ellos piensan según lo que tendrán que publicar. 

Para aquellos que están hiperconectados, estar en las redes sociales ya no es un juego, una diversión, sino que se convierte en una forma de ser. El móvil , las tables y demás se convierten en “prótesis de identidad”, y esto es lo que hay que evitar.

El verdadero desafío para los padres no radica en prohibir categóricamente el acceso a las redes sociales sino empujar a sus hijos a equilibrar sus pasatiempos, a saber, dedicar diferentes tiempos a diferentes actividades y a ser consciente de la importancia del tiempo disponible. La prohibición categórica es inútil ya que todos sabemos que eso empuja al niño a actuar en secreto.

Siento alargarme, el tema da para mucho, lo dejo aquí, con una reflexión personal: “A más tiempo de pantalla menos desarrollo cerebral”. Ahí lo dejo…

Os aconsejo un libro : “educar sin Pantallas” de Marta Prada


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