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Que mala es




Es muy triste ser testigo de los estragos que provoca el mal, y de manera especial los producidos por la oscura envidia . Una vez más traigo a esta "mala hierba "al blog, ante un acontecimiento vivido hace unos días. ¡Cuánto daño puede llegar a cometer  al amor este pecado capital! Para Santo Tomás de Aquino la envidia se manifiesta de diversas formas, como la murmuración, la difamación, la alegría por las adversidades del prójimo, la tristeza por la prosperidad de los demás y otras primas hermanas suyas. Mateo en su evangelio hace hincapié en ello para decir que" Jesús fue entregado a Pilato por envidia".

Todos conocemos a la envidia, quien más quien menos  la ha tenido algún momento como compañera. Se entiende por envidia no ya el desear aquello que otros tienen, porque este deseo también pudiera ser bueno. Hablo del sentido más teológico donde se entiende que envidia es probar tristeza por los bienes del otro,  aunque muchas veces no nos atrevamos a confesarla, de hecho, siempre se niega ante las pruebas, y muchas veces se justifica como rabia o celos. Todos sabemos que es mezquina, la más traicionera y la más escondida, ya que tiene dos elementos deshonrosos, la admisión de sentirse inferior y el intento de dañar al otro sin competir abiertamente, de forma disimulada, con una hostilidad marcada, enmascarada en comentarios despectivos en un intento de privar al envidiado precisamente de lo que lo hace envidiable. No es casualidad que Dante Alighieri, en la Divina Comedia, ponga a los envidiosos en el purgatorio, con los párpados cosidos con alambre, para cerrar los ojos que envidiaban y se regocijaban por la vista de los males de los demás.

Y basta echar una mirada introspectiva a nuestro interior para darnos cuenta de que la envidia no suele manifestarse por los "grandes de la tierra" por personas inalcanzables, sería una comparación inútil. La envidia surge sobre todo hacia aquellos que son similares, su blanco son aquellos más cercanos a quienes se ama, como compañeros de trabajo, de clase, colegas, amigos o hermanos, hasta en la propia familia.

No dudemos en  rechazar cualquier excusa que de ella venga, no la tiene, es venenosa para quienes la viven, para quienes la expresan tratando de superar la sensación de insuficiencia y convenciéndose de que el éxito del otro no es merecido, que uno posee mejores cualidades. Rebajar la fama y la dignidad humana, sentir celos, desprecio. Buscar incansablemente lo malo de la persona, todo esto hace sentirnos ruines y miserables. Es una enfermedad del alma. ¡Cuánto mal proviene de una actitud envidiosa! 

La envidia fomenta la crítica y ésta arrastra consigo, la murmuración, la destrucción de la reputación llegando a la calumnia, donde se acusa falsamente con la intención de dañar. Y todo esto, no hace más que corroer nuestro interior. En esta sociedad competitiva que estamos creando, del éxito y la riqueza, del culto al cuerpo, de las ambiciones por llegar al poder, está creciendo más y más, le hemos abierto las puertas, sin importarnos lo que pueda llevarse por delante. No nos engañemos, la envidia es vil y cruel. Nace de la miseria interior, de compararse con los otros, juzgándolos por lo que son o tienen y también por lo que hacen. El envidioso es feliz cuando las cosas le salen mal a quien envidia, deseando que el dolor y la tristeza puedan oscurecer sus cualidades o disminuir la felicidad que consigue. No me equivocaría si digo que el envidioso, pretende la exclusividad de dones y cualidades, de posesiones, ¡y hay tantas posesiones anheladas!... No hablo solo de aquellas materiales… Todo esto nace de la incapacidad de renunciar al propio orgullo.

A menudo la envidia se manifiesta en el chisme, en los rumores, se habla de los errores del otro, se critica sus omisiones, sus acciones, sus decisiones, en fin, ¡su vida entera! Mil ejemplos podrían llenar esta página. Envidia porque otro ha encontrado trabajo y yo no, envidia porque otro se ha comprado tal y cual, y yo no puedo, envidia porque otro ha viajado a las antípodas de mi lugar de residencia y yo me he quedado en casa sin poder dar un paseo por la plaza del centro. Envidia por los dones espirituales, envidia porque se tienen otros amigos y no somos exclusivos. Envidia porque a otros los alaban y premian y de mi ni se acuerdan en mencionarme. Envidia porque han aprobado y yo he suspendido, envidia porque todo les sale bien y a mí todo mal… Creo que todos tenemos una lista en la que coincidiríamos con los miles de ejemplos que podríamos plasmar.

Si nos fijamos detenidamente en todo lo que en nuestra vida recibimos y poseemos, nos daremos cuenta de que muchas veces lo nuestro vale también tanto o más, que aquello que envidiamos. Y lo más importante de todo, somos irrepetibles para Dios, somos amados infinitamente por él de forma singular. En el amor de Dios no caben ni los celos ni las envidias. Nos conoce muy bien "Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares."(Salmo 138) Cuando uno lo percibe se da cuenta de que lo tiene todo y la envidia no tiene cabida en su vida.

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5 comentarios

  1. Considero ue hay varias clases de envidias: está esa "envidia" que se tiene hacia otras personas por poseer una cualidad excepcional pero sin desearles mal alguno, simplemente nos gustaría también poseer dicha cualidad pero aceptamos no tenerla. Hay otra envidia peor que es aquella que sin desear lo que otras personas poseen nos fastidia que lo tengan pero tampoco les deseamos mal. Luego está la peor envidia de todas que es cuando deseamos el mal a otros pues no aceptamos que posean lo que nosotros no tenemos y deseamos tenerlo por encima de todo procurando hacerle daño y además nos alegramos si fracasan. Que Dios nos libre de estas envidias malas que son muy malas compañeras y nos hacen infelices.Saludos

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  2. Buenos días,este escrito me irá bien Salmo 138 ,lo leeré,ya que enteraremos a mi hermano,y tengo varios perjuicios ,ejemplo:No recibió la santa unción de los enfermos cuando yo la ofrecí,lo incineraron,y note en el tanatorio lo que recabamos alguna persona en concreto fufaba,eso como cristiano católico y practicante me dolió y he juzgado,rezar por mi por favor ,gracias a al Señor que estoy en la iglesia,gracia a Dios,
    La paz con todos vosotr@.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. No se si con Oscar te refieres a mi. Mi nombre en el blog es Angelo. No he entiendo cuando dices que "envidia no es diferir de la opinión de una persona" en ninguna frase del escrito he reflejado esa afirmación que pones en mi post, con la que además estoy de acuerdo. En segundo lugar creo que no se ha juzgado a nadie, ni creo que haya hecho algún juicio sobre ningún grupo de cristianos comprometidos con su comunidad. Si en este escrito se encuentra algo de lo que comentas te agradecería me indicaras donde. Otra recomendación es que cuando se hace una crítica es bueno y de valientes al menos firmar aunque sea un pseudónimo. Por aquello de "lanzar la piedra y esconder la mano". Es más personal y honesto. Supongo que has entrado hace poco en este blog, así que te digo lo que desde hace 12 años he dicho en más de una ocasión. Los comentarios se hacen sobre lo escrito, si quieres decirme algo personal, estoy a tu disposición a través de la pestaña contacto.
    Hay un texto de Baltasar Gracián que me ha venido a la mente, por aquello de los enemigos.

    Triste cosa es no tener amigos. Pero más triste es no tener enemigos. Porque quien enemigos no tiene, señal de que no tiene talento a quien haga sombra, ni carácter que abulte, ni valor que le teman, ni bien que le codicien, ni honor que le murmuren, ni razón alguna que le envidien.

    Muchísimas gracias por entrar y dedicar una parte de tu tiempo a este post. Un saludo cordial

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