Envejecieron
Desde hace un par de años a mis hermanos y a mí, nos ha
tocado vivir esa etapa en la que los padres empiezan a necesitar ayuda. De
repente casi sin esperártelo te ocurre lo mismo que con tus hijos adolescentes,
descubres que llegó el día en que pasaron de la niñez a la vida adulta. Con los
padres sucede algo parecido, de la noche a la mañana encuentras que papá y mamá
ya no pueden valerse por sí solos. Empiezan los ingresos hospitalarios, las
visitas médicas que tienes que acompañar, las compras que debes hacerle, las
noches que debes dormir en su casa, y tantas otras cosas que hacen que tu vida
cambie radicalmente, combinando tu propia familia con la atención que ellos
necesitan.
Es impresionante los sentimientos que se despiertan cuando
descubres su fragilidad, cuando vives en algún momento la cercanía del paso de
esta vida a la eterna, cuando la angustia, el temor, la preocupación te invaden
durante la jornada. Son muchas las noches que debo acompañarlos, han sido
varias las hospitalizaciones en las que he tenido que quedarme a velar su sueño
y de todo ello he sacado una lección. Pasar esos momentos con ellos hace que
seas consciente de lo mucho que te han dado. Me encanta sentarme y mirarlos sin que se den cuenta, contemplar
todas sus arrugas con una mezcla de gozo , reconocimiento y gratitud y por otra
parte la pena de verlos sufrir en sus dolencias y en su alma, sintiéndose
culpables de robarnos “nuestro tiempo”. Son esas miradas las que te hacen caer
en la cuenta que en ellos se cumplen con fuerza , las palabras que San Pablo
nos dejó escritas : “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia,
el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1
Cor, 13)
Hace pocos días recibí un texto por WhatsApp que me encantó,
donde vi reflejado lo que estoy viviendo, no puedo más que compartirlo a modo
de reflexión y gratitud por el don recibido de poder cuidar de mis padres en su
vejez.
¿Qué hicieron papá y mamá para envejecer de un momento a
otro?
Envejecieron…Nuestros padres envejecieron. Nadie nos había
preparado para eso. Un bello día ellos pierden la compostura, se vuelven más
vulnerables y adquieren unas manías "bobas". Tienen muchos kilómetros
andados y saben todo, y lo que no saben lo inventan.
Están cansados de cuidar de los otros y de servir de
ejemplo: ahora llegó el momento de ser cuidados y mimados por nosotros. No
hacen más planes a largo plazo, ahora se dedican a pequeñas aventuras como
comer a escondidas todo lo que el médico les prohibió.
Tienen manchas en la piel. De repente están tristes. Pero no
están caducos: están caducos los hijos, que rechazan aceptar el ciclo de la
vida.
Es complicado aceptar que nuestros héroes y heroínas ya no
están con el control de la situación. Están frágiles y un poco olvidadizos,
tienen ese derecho, pero seguimos exigiendo de ellos la energía de una
locomotora. No admitimos sus flaquezas, su tristeza.
Nos sentimos irritados y algunos llegamos a gritarles si se
equivocan con el móvil u otro equipo electrónico, y encima no tenemos paciencia
para oír por milésima vez la misma historia que cuentan como si terminaran de
haberla vivido.
En vez de aceptar con serenidad el hecho de que adoptan un
ritmo más lento con el pasar de los años, simplemente nos irritamos por haber
traicionado nuestra confianza, la confianza de que serían indestructibles, como
los súper héroes.
Provocamos discusiones inútiles y nos enojamos con nuestra
insistencia para que todo siga como siempre fue. Nuestra intolerancia solo
puede ser miedo. Miedo de perderlos, y miedo de perdernos, miedo de también
dejar de ser lúcidos y joviales.
Con nuestros enojos, solo provocamos más tristeza a aquellos
que un día solo procuraron darnos alegría. ¿Por qué no conseguimos ser un poco
de lo que ellos fueron para nosotros?
¡Cuántas veces estos héroes y heroínas estuvieron noches
enteras junto a nosotros, medicando, cuidando y midiendo fiebres! Y nos
enojamos cuando ellos se olvidan de tomar sus medicinas, y al pelear con ellos
los dejamos llorando, tal cual criaturas que fuimos un día.
El tiempo nos enseña a sacar provecho de cada etapa de la
vida, pero es difícil aceptar las etapas de los otros... más cuando los otros
fueron nuestros pilares, aquellos para los cuales siempre podíamos volver y
sabíamos que estarían con sus brazos abiertos y que ahora están dando señales
de que un día irán a partir sin nosotros.
Hagamos por ellos hoy lo mejor, lo máximo que podemos para
que mañana cuando ellos ya no estén más, podamos recordarlos con cariño,
recordar sus sonrisas de alegría y no las lágrimas de tristeza que ellos hayan
derramado por causa nuestra.
Al final, nuestros héroes de ayer, serán nuestros héroes
eternamente.
¡Que tengáis un feliz día!
3 comentarios
Buenos días... y qué difícil me resulta este tema, sobre todo en la distancia. Cuando tomé la desición de venir a vivir en Italia, pensando en un futuro mejor para mi hija; tuve muy claro que habría una única e indiscutible situación por la cual yo haría marcha atrás en todos mis pasos sin siquiera pensarlo... y esa sería el momento en el que alguno de mis padres o suegros -mis segundos papás- necesitaran de mí. Y creo que el miedo a esa vejez de nuestros padres, pase también porque es como una "ventanita al futuro", ¿no? ...nos hace ver muy claramente lo que nos espera a nosotros también, a lo que se enfrentarán nuestros propios hijos, y con ello la pregunta del millón: ¿habremos sido nosotros merecedores de tanto amor y cuidado como lo fueron y son nuestros padres?
ResponderEliminarComo siempre Ángel, me voy de aquí pensando, y hoy particularmente emocionada. Un abrazo.
P.D.: Espero no te moleste pero te he mencionado a ti y tu blog en uno de los dos que yo administro, te dejo por aquí el enlace por cualquier cosa (http://almaeluna.blogspot.com/2018/09/miradas.html) ...desde ya, muchas gracias.
Uff,ya sabes como me llega este post...gracias!!!
ResponderEliminarUn cariñoso saludo.
Cómo siempre Ángel tus post dan en el clavo. Que etapa dura la de nuestros padres! Como cuesta ver que la vida se va apagando! Quisiéramos que los abrazos que les damos no terminaran aunque sabemos que llegarán días de ausencia. Mientras tanto damos gracias por tanto cariño recibido y por su entrega y los encomendamos a nuestro Dios para que fortalezca su debilidad.
ResponderEliminarSaludos
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