Uso cookies para darte un mejor servicio.
Mi sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Acepto Leer más

Empezar y acabar la carrera


¿Te has preguntado alguna vez que tipo de cristiano eres? Parecería que en algún momento esa pregunta ha caído cuando hemos analizado un poco nuestro actuar en relación a nuestra coherencia con la fe que decimos profesar.  ¿Dios es el centro de nuestra vida, sabemos hacer las cosas con Él, sabemos verlo en todo y en todos? Creo que son interrogantes que cualquier cristiano debería tener presente cada vez que acaba su jornada y se dispone a reponer fuerzas en su merecido descanso, reconociendo si Dios ha ocupado el primer lugar en el corazón.

Claro que muchas veces serán las que debamos reconocer que no ha sido así todos los que intentamos seguir a Jesús;sabemos de nuestra debilidad, pero que importa, hasta San Pablo lo reconocía:” No hago lo que quiero sino lo que aborrezco… Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena. Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí". (Rm 7,19).

Resulta consolador que un apóstol de esa magnitud, nos haya dejado esa confidencia tan íntima y personal. Es verdad, una debilidad que nos hace caer pero también levantar porque sabemos donde está la fortaleza, esa que nos hace confiar como hijos en un Padre misericordioso que nos espera con los brazos abiertos. Con esa esperanza podemos seguir intentándolo un día y todos los que hagan falta para que dejemos a Dios ocupar todo nuestro ser.

Hace tiempo creo que compartí un texto que me interpeló. Es del P. Nicolás Schwizer. Y nos invita a reflexionar sobre los tres tipos de cristiano en el que podemos encontrarnos identificados. Leyéndolo me viene a la mente una imagen divertida, pensando que desde el cielo se nos impone la medalla que hemos ganado con nuestra forma de vivir la fe. Tal vez te animes a reconocerte como ganador de una de ellas. Si no es así, al menos conformémonos con clasificarnos si acaso. Estas son las tres categorías:

El cristiano de hierro trata de cumplir con sus deberes fundamentales, pero no tiene fuerza para el sacrificio y la renuncia. Vive en un estado de tibieza y superficialidad No le guía la razón, sino sus sentidos e instintos: Sus ojos tienen que ver todo. Sus oídos tienen que escuchar todo, enterarse de los últimos chismes, tiene que comer todo lo que encuentra. Lucha por evitar el pecado grave, pero está en peligro permanente de caer ante las tentaciones del mundo, de la carne y de los sentidos. Así, el cristiano de hierro es pariente muy cercano del hombre light, cuyo ideal es el del mínimo esfuerzo y de la máxima comodidad. Y nos damos cuenta de que no estamos tan ajenos de este tipo de persona.

El cristiano de plata es una persona activa, apostólica, espiritual, entregada. El cristiano de plata sí tiene fuerza de sacrificio y renuncia. Pero lo que le mueve en lo más íntimo son motivaciones naturales: la ambición, la vanidad, el egoísmo, el afán de ser reconocido y admirado. Su propio yo está todavía en el centro. Pienso que muchos de nosotros nos movemos todavía en este nivel del cristiano de plata. Nos cuesta dar el último paso, aniquilar el egoísmo en nuestro corazón y en nuestra vida.

El cristiano de oro es el hombre del más allá, que está arraigado totalmente en el mundo de Dios. Ha entregado su entendimiento, su voluntad y su corazón enteramente a Dios. Su lema es hacer sólo lo que le agrada al Padre. Se ha olvidado de sí mismo y mira el mundo con los ojos de Dios. El cristiano de oro quiere que Dios sea el timonel de su vida. Conoce un solo pensamiento: la voluntad de Dios, también en dolor y cruz. Por eso dice el Padre que el cristiano de oro se hace realidad cuando toma en serio su cruz, cuando empieza a vivirla en su vida cotidiana.

Y yo añadiría que también cuando sabe vivir y testimoniar con alegría al Resucitado. He podido ver recientemente algunos ejemplos  de ello y menuda ganas de imitarlos te entran.

Comencé con San Pablo y termino el post con él. También en términos olímpicos : “ He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. (2 Timoteo 4:7-8). Es hora de entrenar a tope , podemos también alcanzar el trofeo prometido, tenemos al mejor preparador.

Aprovechando el post os voy a pedir una oración especial. Hace años que vienen invitándome a realizar un retiro de Emaús, y siempre me había negado, hoy puedo decir con convicción, que el Señor tiene su tiempo para cada uno y ha llegado el mío para decir "sí quiero hacerlo". El viernes 15 es el día que entraré junto a mi amigo del que os hablé en un post anterior, para él es su “primera experiencia espiritual fuerte” así que cuento con vuestro apoyo y oración para todos los que nos reuniremos, buscando pertenecer a la categoría del oro. ¡Ya os contaré!...

También puede gustarte

6 comentarios

  1. Pienso que yo no tengo ninguna de esas categorías, a lo sumo soy cristiana de "papel de aluminio".......pero quisiera alcanzar mayor grado.Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Charo me ha encantado lo del papel de aluminio, jeje, así creo que nos sentimos muchos. Tengo la convicción de que nuestros deseos de amar a Dios es lo que Él valora por encima de todo. Hace años escribí un post sobre un consejo que me dio una religiosa Belga anciana y desde entonces lo sigo fielmente cada día . Me dijo : "Pídele a Dios el deseo de desearle" y eso es estar ya clasificados en la carrera. Animo, La comunión de los santos hace que podamos darlo todo. Un abrazo

      Eliminar
  2. Te acompañaremos, a ti y a tu amigo, con nuestra oración.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias Carina. Debemos proclamar a todos que creemos en el poder de la oración, que es efectiva y que tiene un gran valor ofrecerla por los demás. Un abrazo

      Eliminar
  3. Hola Angel, en mi caso creo que tengo mucho de los dos primeros y algo del tercero.... en fin, seguiremos luchando.
    Emaús, fue para mí una gran liberación interior, lo hice hace no mucho y, como te digo, el Señor se hizo muy pero que muy presente.
    Te encomiendo mucho y estoy segura que también para ti será un momento fuerte con Nuestro Señor Jesucristo.
    Dios te bendiga

    ResponderEliminar
  4. Gracias Felicitas , no tengo dudas de que Emaús será un encuentro fuerte con el Señor, Ojalá después sepa esparcir por doquier todo lo recibido. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar

Te invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.