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De las cenizas a diamante


En el mes de noviembre del pasado año, con una diferencia de 19 días se produjo la defunción de dos familiares muy cercanos, relativamente jóvenes. Cada vez que se produce el fallecimiento de alguien, sea conocido o no, me interpela fuertemente, siempre surgen interrogantes; el silencio y la reflexión son imprescindibles para encontrar las respuestas que llevan a la búsqueda de la verdad. En esta ocasión, lo que me produjo una nueva emoción fue el acto de enterramiento que se llevó a cabo y al que por primera vez en mi vida asistía. Me refiero a la incineración.

Antes de continuar escribiendo sobre el tema, quiero dejar claro algo que es obvio pero que conviene recordar de vez en cuando. Todo lo que escribo en este blog lleva el sello de mi opinión personal, comparto lo que yo experimento, transcribo lo que a mí me sugieren las cosas y los acontecimientos, todo lo que sale de mi teclado para plasmar en estas páginas, corresponden a una percepción y visión personal. Lejos de mí, crear alguna polémica de forma intencionada y mucho menos lastimar la sensibilidad de alguien.  Siempre estaré a favor del diálogo, del sano y sincero debate que busca enriquecerse mutuamente. Lo he dicho en otras ocasiones; a estas alturas de mi vida y con la experiencia vivida lo que  tengo cada vez más claro, es que juzgar las acciones de otro puede llevarnos a un gran error en nuestra valoración, por eso el respeto siempre debe primar antes de hablar o escribir algo. Llevo tiempo intentándolo y creo que en esa senda camino.

Tras este inciso, retomo el tema de la incineración. Tengo que decir tal vez de forma brusca y sin tapujos que, a mí, no me ha gustado nada la experiencia vivida. Encontré todo el ritual de una frialdad que me encogió el corazón. Mis hijas tuvieron la misma impresión. Como creyente me basta saber que la Iglesia lo permite, con unas directrices marcadas para que se lleve a cabo de forma adecuada, por tanto respeto la decisión legítima que cada uno haya tomado para este momento.

Pero el post de hoy tiene otra finalidad y es la de mostraros un vídeo reciente que visioné hace un par de semanas. Me pareció muy interesante por la información que ofrece y por el sorprendente descubrimiento que en él hice y que me dejó estupefacto. En la sociedad que algunos se empeñan en construir ya poco nos va a quedar para sorprendernos. La imaginación no tiene límites. La ética y la moral se aparcan y esconden. Sin darnos cuenta, estamos convirtiendo todo en un enorme y variado self service sin plantearnos las consecuencias de lo que elegimos; nos fijamos únicamente en lo atractivo de su presentación.

No quiero adelantar nada sobre el vídeo, me limito a una pequeña reflexión sobre el mundo que estamos construyendo, o destruyendo, según desde el punto de vista en que nos situemos, donde los intereses económicos - que siempre están detrás de todo este caos mundial -, se esconden de forma cada vez más difícil de detectar, entre los sentimientos de las personas. Las modas que surgen sin que muchos se planteen lo que hay detrás de ellas, y que parece hay que seguir para "ser progre". El vídeo también aporta documentación clara sobre lo que la Iglesia dice en lo referente a la incineración, que muchos desconocen. Por todo ello os aconsejo que lo veáis. Está en italiano y lo he subtitulado al español. 

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2 comentarios

  1. Me ha dejado el vídeo KO. Desconocía esa salida a la incineración. Se escuchan muchas mitomanías pero esto, para mí, ya es rizar el rizo. Alucino con el señor que dice que pasando la mano por el diamante acaricia y toca a su madre fallecida 35 años antes. 😳
    Sigo manteniendo que estamos perdiendo el norte de manera alarmante. Esta sociedad está enferma, pero herida de muerte.

    En fin, ver para creer. Gracias! Un beso.

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  2. Que horror!!! Me parece horrible llevar un anillo hecho con las cenizas de una persona querida!!! Yo tambien me he quedado KO. Un beso

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