Valles oscuros
Aprovechando el fin de semana que se presenta ante nosotros, se me ha ocurrido dejar plasmado en este joven blog, unas consideraciones del papa Francisco que invitan a recogernos por un momento. Cuando se descubre el silencio uno se da cuenta de que es elocuente, es en esa pobreza de callar experimentando el sosiego y la paz, donde las palabras trabajan en el corazón . Hoy me apetece compartir con vosotros un momento para interiorizar.
“Cuando nosotros, hoy, miramos tantos valles oscuros, tantas desgracias, tanta gente que muere de hambre, de guerra, tantos niños con discapacidad, tantos… tantos que ahora, tú preguntas a los padres: ‘¿qué enfermedad tiene?’ – ‘Nadie lo sabe: se llama enfermedad rara’. Es lo que nosotros hacemos con nuestras cosas: pensemos en los tumores de la Tierra de fuegos… Cuando ves todo esto, pero ¿dónde está el Señor? ¿dónde estás?”.
¿Tú caminas conmigo?... “Ves cuatro monjas asesinadas: pero, servían por amor, y acabaron asesinadas por odio”.Cuando “ves que se cierran las puertas a los refugiados y se les deja fuera, a la intemperie, con el frío… Pero tú Señor, ¿dónde estás?”...Y cómo encomendarse al Señor viendo todas estas cosas. Cuando nos sucede a nosotros estas cosas, cada uno puede decir: ¿pero cómo me encomiendo a Ti? “No se puede explicar, no soy capaz”.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’. Fiarse de Dios, que camina conmigo, que camina con mi pueblo, que camina con mi Iglesia: y esto es un acto de fe. Yo me fío. No lo sé: no sé por qué sucede esto, pero yo me fio. Tú sabrás por qué”.
“Señor, enséñame a encomendarme a tus manos, a fiarme de tu guía, también en los momentos feos, en los momentos oscuros, en el momento de la muerte”.
Y pensar en tanta gente que ni siquiera tiene una última caricia en el momento de morir . Hace tres días una persona sin hogar murió de frío en la calle, cerca de San Pedro. “En plena Roma, una ciudad con todas las posibilidades para ayudar. ¿Por qué Señor? Ni siquiera una caricia… Pero yo me fío porque Tú no decepcionas”.
Señor no te entiendo. Esta es una bonita oración. Pero sin entender, me encomiendo a tus manos.
8 comentarios
Gracias, por este profundo compartir, el silencio de Dios , lo vuelve todo, y en ese silencio ÉL habla, Si penetramos en nuestro propio silencio y tenemos valor para avanzar en la soledad de nuestro corazón, llegaremos hasta la luz, más allá de las palabras y explicaciones. Gracias, un abrazo.
ResponderEliminarTendrá que ser así, pero a veces cuesta mucho entenderlo! Solo la Fe hace que nos abandonemos a su voluntad.
ResponderEliminarBienvenida Chus. Me encanta que hayas entrado. Estamos muchas veces como Tomás, hasta que no tocamos sus heridas todo es desolación. Todo es cuestión de donde ponemos nuestra mirada y hay que hacerlo hacia lo alto, allí es donde tenemos la promesa de entenderlo y disfrutarlo, allí encontraremos los verdes valles. Lo sé no es fácil, nada fácil, pero por eso cerramos los ojos y decimos : "Creo". Muchas gracias popr tu aportación. Un abrazo
EliminarEse grito lleno de esperanza y muchas veces desde la angustia... "Señor donde estás? ¿de verdad que me escuchas?" yo lo he gritado muchas veces desde lo hondo, como dice el Salmo.
ResponderEliminarPero enseguida el Señor te manda una caricia serena y amorosa, a través de una palabra amiga, de un gesto silencioso, de un mirarte hacia dentro, de una brisa suave...y te hace ver que está contigo, que te mima, que no te abandona y como dice, en esas sabias palabras el Santo Padre, no nos decepciona.
"Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, por que tú vas conmigo" Me quedo con esta salmodia.
Preciosa entrada. Muchas gracias Tobias. Un fuerte abrazo!
Gracias Paula. Como siempre tus comentarios también son una hermosa reflexión. Hay que saber contemplar y ver todo lo que nos rodea porque detrás de todo... ¡Allí esta Él! Muchísimas gracias por tu fidelidad. Un abrazo
Eliminar¿Dónde estás? Pues a tu lado, si no todavía sería peor.
ResponderEliminarHay un cuento que dice, más o menos, que un alma llegó al Cielo y Dios le mostró, en una imagen que asemejaba las huellas de cuatro pies sobre la arena de la playa, que siempre había estado a su lado, pero el alma le replicó que en los momentos más difíciles de su vida solo se veían las huellas de dos pies, y le preguntó a Dios que por qué cuando más lo necesitaba le había dejado siempre solo, a lo que Dios le respondió: "Esas solitarias huellas que ves no son las tuyas sino las mías, Yo te llevaba en brazos".
Pienso que aquí estamos para ganarnos un premio, la vida eterna en unión con Dios, y ninguna recompensa, que realmente valga la pena, se obtiene sin mucho esfuerzo y sacrificio. Realmente no creo que sea difícil de entender, si ahora celebramos la alegría de la Resurrección no debemos olvidar la Pasión sobre la que fue ganada.
Un abrazo.
Querido Juan Ignacio. Me ha encantado tu respuesta a la pregunta, porque en esa sencillez hay una gran verdad. ¡La gran verdad! Sin Tí nada se puede... Y la vida eterna lleva el premio que San Pablo nos recuerda : "Ni ojo vió, ni oido escuchó lo que Dios tiene preparado para aquellos que le aman" Por mucho que imaginemos... cortos nos quedaremos. Gracias por entrar y dejar tu reflexión. Un abrazo
Eliminar"Señor no te entiendo... pero sin entender me encomiendo a tus manos" porque lo que aporta la cruz, es la certeza de que el amor es posible, aún en las peores circunstancias que podamos imaginar.
ResponderEliminarUn abrazo.
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