Te cuento
Hay que ver, lo aficionados que están algunos, a poner etiquetas; casi apostaría que también nosotros, con facilidad, cogemos algunas para ser colocadas. Etiquetas a la vista de todos; se puede leer en ellas: “este es un superficial”, “aquél no tiene personalidad” “todo es hipocresía en fulano” “y la señora mengano siempre mintiendo”, “esa se casó por el dinero” , "fulanito se ha liado con fulanita"… y un sin fin de ellas, que atraen la novedad del escaparate ante su diversidad, pero no por su originalidad y belleza.
¿Una vez colocada, quien la quita?... Y se nos olvidan, las que un día nosotros mismos nos pusimos; aquellas que conscientemente y casi con certeza son reales. Nos miramos en el espejo ,y deberíamos empezar a reconocer nuestra bajeza, la superficialidad de nuestra vida.
La codicia que nos asalta, la gula que no controlamos; la ira que no dominamos, la lujuria que escondemos, la pereza que excusamos, la envidia que nos lleva a estados de ansiedad, la soberbia que se instala cada vez más en este mundo hedonista, la falta de caridad que practicamos al colocar tantas etiquetas equivocadas. Encendemos la mecha sin calcular lo que puede destruir el detonante.
Pero ya podemos empeñarnos en poner falsas etiquetas externas; ninguna de ellas puede colocarse en el corazón humano, ninguna de ellas puede empañar el brillo que le ha sido otorgado por el Altísimo.
¿Quién puede mostrar toda la verdad sobre el prójimo? Teresa de Jesús tibia, pasó a ser Santa Teresa de Jesús. Dimas el ladrón, pasó a ser San Dimas. El joven alocado Francisco, se convirtió en San Francisco de Asís. Cualquier perdido, puede encontrar el camino. Cualquier tibio, puede convertirse en un apasionado. Nadie puede penetrar a fondo en el corazón de los demás. Sólo Dios, puede adentrarse en mi alma, ¡Solo Dios!
¡Cuántas etiquetas mal colocadas, se convierten en destrucción irreversible!¡Cuantas palabras emitidas frívolamente, asolando toda una vida ajena y desconocida!
¿Y que significa que Dios pueda entrar en mi corazón? Nada más y nada menos que la luz. Un corazón iluminado, puede reconocer su mal, romper con su pecado, resistir a las tentaciones diarias, tener la oportunidad de ofrecer un Sí, sin reservas. “Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Cor, 2, 10-11).
Cuando ese Sí se instala de verdad en mi corazón, puedo llegar a ver a los demás, de la misma forma en que Dios los ve. Con ojos de misericordia, con la certeza de que ese amor llega a todos. “No etiquetemos y no seremos etiquetados”.
10 comentarios
Creo que si cuando nos encontramos con alguien, supiéramos en ese momento todo lo que ha vivido desde que nació, seríamos incapaces de etiquetarlo, juzgarlo o condenarlo, le abrazaríamos, callaríamos y daríamos gracias por nuestra vida.
ResponderEliminaruna madre agradecida, que bonito comentario.
EliminarSi,que infames somos,gracias Angelo por el tiron de orejas.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo :)
Cierto Angelo! Qué facilmente faltamos a la caridad juzgando a personas de las que no conocemos nada de su historia personal, ni de las circunstancias familiares que hayan podido conformar esa personalidad, ni de las amistades que pudieran haber sido malos referentes y muchas más circuntancias, personas y situaciones que afectan negativamente....
ResponderEliminarEntono el "mea culpa" por tantas veces en las que fui yo quien lo hice. Otras veces fui yo la etiquetada y no me gustó. Asi que todo tan sencillo como la regla de oro de Jesús.."trata a los demás como querais que ellos os traten"... Tan facil y tan dificil
Qué buena reflexion para empezar la semana.
Un abrazo fuerte!
Me quedo con la última frase:“No etiquetemos y no seremos etiquetados”......Saludos
ResponderEliminarMuy buena reflexión. Decía san Francisco: "Lo que es el hombre delante de Dios, eso es, y no más"
ResponderEliminarSe celebró en León un Congreso sobre el Camino de Santiago y san Francisco, con testimonios entrañables de peregrinos, y recordé lo que nos contabas sobre el Camino. Fue precioso, muy vivo.
Gracias, Ángelo. Un abrazo grande.
... O no juzguemos y no seremos juzgados, o con la misma vara de medir que midamos seremos medidos. Gracias Ángel, como siempre llegas al corazón, que Dios te siga bendiciendo, un abrazo.
ResponderEliminarMe parece que no ha entrado bien el comentario que acabo de hacer, así que lo repito.
ResponderEliminarNo juzguemos y no seremos juzgados porque con la misma vara que midamos seremos medidos.. los adultos somos muy dados a los prejuicios, nada mejor que pedir a Dios el Amor, para no faltar a la caridad. Como siempre Ángel directo al corazón, que Dios te siga bendiciendo, un abrazo.
Hai perfettamente ragione: solo il Signore sa guardare fin nel profondo del nostro cuore. L'abitudine a giudicare ci rende meno inclini alla misericordia. Una cosa però la dobbiamo giudicare: il peccato!
ResponderEliminarUn abbraccio
Hola, ¿qué tal?
ResponderEliminarHas sido nominado a dos premios en mi blog:
http://persuaciondeinocencia.blogspot.com.es/2014/05/doble-nominacion.html
Espero que pases a recogerlos :)
Un saludo muy grande y felicidades.
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