Algo va mal
Soy consciente de que hoy puedo tocar sensibilidades que dibujen en sus rostros, signos de pequeña disconformidad, pero deseo escribir sobre lo planificado . Hay bofetadas que tumban, que me muestran a una sociedad de ciencia ficción, donde lo antinatural, o irreal, va sustituyendo a lo que debería ser natural y real.
El sábado por la tarde paseaba por el centro de mi ciudad. En una de sus calles más transitadas, podía toparme con varias personas intentando conseguir, unas monedas que les ayudara a sobrevivir. Concretamente fueron cinco. Un señor de unos 50 años, con aire desarreglado, tumbado en la acera con un cartel de cartón. Un joven sentado en un taburete, tocando el saxo de forma fantástica, una pareja que manipulaban unas marionetas al son de la música y una señora con su hijo en brazos que sentada en el suelo, permanecía inamovible ante el paso de la gente .
Las tiendas reflejaban aún, la crisis económica que se resiste a desaparecer ; pocos o ningún cliente dentro de ellas, excepto una que me llamó poderosamente la atención. Una de las más grandes, abierta hace un par de años dedicada a la distribución de material y comida para animales. Estaba a rebosar y con cola para pagar. No pude recibir una sacudida mayor en ese momento , al ver el contraste que me ofrecía la indiferencia de los transeúntes ante las personas mendicantes, y el interés de los clientes de la tienda de mascotas, buscando complacer a sus animales de compañía. Me entristeció de verdad.
Si un día aterrizamos en el aeropuerto Narita de Tokio, podremos encontrarnos con el hotel PetInn Royal, con una capacidad para 170 habitaciones. Cuenta con suites de lujo salas de entrenamiento, campo de ejercicios, aire acondicionado con purificadores y personal disponible las 24 horas. Pero no podremos alojarnos en él. El hotel ha sido concebido para el uso y disfrute de mascotas, se puede encontrar también precios más asequibles: jaulas a 50 dólares por noche, frente a los 190 dólares en las suites.
La cadena PetSmart por su parte, ha instalado 20 hoteles para mascotas en sus almacenes.Según New York Times, la industria de mascotas alcanza actualmente un valor de 37.000 millones de dólares. Las ventas en EEUU de complementos para mascotas, sin incluir alimentos ni servicios, alcanzan los 8.300 millones de dólares. La venta de estos complementos crece un 7% al año.
En Australia, algunos propietarios tienen la oportunidad de utilizar la primera máquina de resonancia magnética para mascotas. El coste por el uso supone para cada propietario un desembolso de 900 dólares.En París ciertos restaurantes no permiten entrar con niños pero sí con perros.
Rache Jonson, comentaba: “Nos prodigamos en gastos con nuestras mascotas a un nivel de cuidados y comodidad que los ancianos de nuestras residencias solo pueden envidiar”. El seguro de estas mascotas cubre casi todo, incluso el tratamiento de problemas de comportamiento .En los últimos 10 años los animales domésticos, dejaron de tener su lugar en los patios, para ocupar sitio dentro de las casas con comodidades, con un lugar reservado a la mesa, y con fechas marcadas en el calendario para eventos importantes.Los propietarios gastan alrededor de 2.200 millones de dólares.
Dave Duffied, fundador de la compañía software of Philanthropy, y su esposa,Cheryl, donaron 93 millones de dólares a una fundación que establecieron en 1999 para promover el bienestar de las mascotas.
Me confieso defensor de todo lo que tiene vida. Denuncio el maltrato y matanzas que se hace al mundo animal. Apruebo que se acojan a mascotas (muchas de ellas han dado alegría a personas que no tienen a nadie). Pero con todo mis respeto;creo que cada cosa, tiene que estar situada en su sitio y no lo está.
Conozco a una persona cercana, que no para de lamentarse, por las penurias que pasa económicamente. Ha conseguido de la asistenta social, recoger comida mensualmente y no duda en proclamar, que" la operación de su perro le ha costado 90 euros,y que esas intervenciones tendrían que estar subvencionadas", tampoco lo priva de llevarlo a la peluquería y comprarle el juguetito novedoso.
Mi conclusión de todo este gran drama – porque lo es- aquello que me deja petrificado es la siguiente: Para eliminar el hambre y la desnutrición, se requeriría una inversión anual de 19.000 millones de dólares, solo 2.000 millones más de lo que invierten los europeos y estadounidenses en alimentos para mascotas cada año. Estas cifras me golpean. La diferencia está, en que los millones necesarios no resultan reales en la adjudicación para este fin . Los invertidos en gastos para mascotas, pasan desapercibidos, sin que la mayoría conozca lo que este negocio proporciona.
Hoy vuelve a mi mente la imagen de los hambrientos, abandonados, maltratados, asesinados…, y percibo mucho llanto sin encontrar quien los consuele. No es natural que haya niños que mueran de hambre, mientras hay perros que de manera antinatural se alojan en hoteles de lujo o portan collares de piedras preciosas. Dudo que ellos, sepan distinguir un diamante de una piedra de río.
Dejo para comentar en otra ocasión, la mentalidad instalada en este último siglo donde se antepone la adopción de animales de compañía , a tener hijos . De inclinarse hacia los cuidados y gastos necesarios de las mascotas acogidas, antes que a los ancianos en casa.
La querencia por los chuchos y otros animales a estos niveles , sólo indica el grado de inmoralidad al que han llegado las sociedades opulentas.
9 comentarios
Lo comparto plenamente.
ResponderEliminarSiempre he manifestado tremenda sorpresa y un grado supino de hipocresía cuando se alardea sin pudor, ni remordimientos, la defensa a ultranza de las ballenas, del lince ibérico o de cualquier otro animal, frente a la indefensión del no nacido.
Los animales son animales y como tales deben ser tratados y situados. Jamás deben colocarse al mismo nivel en dignidad y derechos, que un ser humano. Por mucho que nos gusten, nos acompañen o les tengamos cariño.
No perdamos el norte, No nos confundamos.
Con esta escala de valores, vamos mal, querido Angelo, vamos mal.
Un abrazo!
Totalmente de acuerdo. Mi mayor asombro un día fue cuando alguien cercano se dirigió a mi en un tono firme diciéndome: "Silvina no es un animal" quedé de piedra, porque lo que tenía en sus brazos era un perro.
ResponderEliminarTotal y absolutamente de acuerdo contigo,una cosa es respetar la vida animal y denunciar su maltrato ( con lo cual estoy muy de acuerdo,que conste) y otra muy distinta es perder el norte.
ResponderEliminarQuiero decir con esto,que cuando el mundo se muere de hambre y las mascotas viven opiparamente a pie de rey...es que algo va mal...muy mal.
Un cariñoso saludo :)
qué interesante lo que comentas sobre las cifras de millones de dólares! invertidas en cuidado para mascotas y por supuesto es algo que a mí también me ofende! viniendo de aquellas personas que valoran más un animal que a los seres humanos, comparto un caso que escuché de una persona cercana a mí, esa persona hablaba y hablaba de sus problemas sentimentales y se le había muerto un perro, y recordaba con tanta tristeza al animal incluso decía que se deprimía al estar solo, y esa persona ni siquiera es capaz de ir a visitar a su abuela que vive sola, o sea si se lamentaba mucho por el perro pero no por las personas... yo como buena idiota le escuché mucho tiempo sus trivialidades hasta que me cansé! y vi claramente la realidad que tu planteas, la sociedad va muy mal, las personas que nos rodean muchas veces cercanos dan más importancia a cosas tan vanas y superficiales que a las propias personas, yo por esa misma razón he cortado vínculos con varias personas que me rodeaban, interesantísima tu reflexión para tenerla muy en cuenta y compartirla! Muchas gracias!
ResponderEliminarBien, Ángelo, es verdad lo que dices, es perder el norte. Se debe reconducir lo que hacen estas personas con los animales.
ResponderEliminarSer pobre, materialmente, no es, ni mucho menos, asistir o ayudar a los pobres. Y vivir con un perro, no es lo mismo que hablar de los perros. Vivimos con un perro, muy a mi pesar (al principio), porque es algo que nunca me imaginé, no los soportaba. Pero vivir con Lola, nuestra perrita querida, me ha enseñado, sobre todo a mí, muchísimo. Para mi marido y mis hijas no ha supuesto nada raro, para mi, ha sido incomprensible que llegara. Pero llegó, bien sabe Dios que lo hice por ellos , y aprendo de la perrita. Es un sol. Siempre está contenta (excepto cuando alguno de nosotros se va, se deprime, literalmente), nunca pide nada, es muy buena. Depende siempre de nosotros, y siempre mueve su rabito con alegría cuando llegamos. Siempre está contenta con nosotros. Siempre nos recibe con mucha alegría (siempre, siempre). Decimos que solo le falta hablar. Quien vive con un perro, lo entiende. Otra cosa es lo que dices, eso es perder el norte. Los animales enseñan mucho, son de Dios.
Y las personas, los pobres, materiales, los sin nada materialmente, no puedo decir nada, me quedo muda, me enseñan tanto, con su fe pura, sin artificios, directamente comunicada. Son nuestros hermanos, los más queridos por nuestro Señor, no te comunican nada con argumentos, frases, grandes reflexiones, te contagian la fe directamente, con solo una frase: Dios nunca nos abandona. Y te dejan alegría. Así vivo lo que acompaño. Una lección de fe.
En su medida todo. No pretendo una comparación, pero en cierta medida (aparentemente), dependen de nuestra caricia, de nuestra compañía, y luego sientes que ellos te comunican muchísimo más. Nunca me enfado con Lola, es imposible, la riño si procede, y aprende rápido, rápido, es muy obediente.
Si de verdad mirásemos a los pobres cara a cara, si nos fijásemos en su mirada, no pasaríamos de ellos ¿qué clase de personas somos, independientemente de ser cristianos o no? ¿qué clase de personas somos si pasamos de ellos? Son nuestros hermanos, si lo tuviéramos claro, no pasaría lo que está pasando, que es una vergüenza...dicen que pasa la crisis, no sé para quién, para los políticos ¡todos ellos! será, es una vergüenza...
Gracias, Ángelo. Comprendo perfectamente lo que dices.
Un abrazo.
Pues sí, es dramático. Aunque se sabe el drama humano que se vive, no ya lejos sino en nuestro propio país, se despilfarra. Y cuando el gasto superfluo se dedica a caprichos para animales o se tira la comida, como en otra entrada recordabas, clama al cielo. Cuando una persona le da una vida de lujo a un animal algo va mal no solo en su corazón, yo creo que también en su cabeza.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que dices, conozco un caso, también muy cercano, que recibe una ayuda económica mensual y resulta que se gastó nada más y nada menos que 1000 euros en operar a su perro, o un caso de una hija que no visitó a su padre en el hospital estando muy grave diciendo que no se encuentraba bien pero sin embargo a la hora de pasear a su perro por la calle no le afectaba para nada a su salud y hubo alguien que se lo dijo pero no consiguió nada.Saludos
ResponderEliminarPrecisamente hace unos años el ahora Papa Francisco denunció este asunto. Lo hacía en una charla que daba como obispo de Buenos Aires, creo que dirigida a catequistas. Daba la cifra aproximada que se gastaba en mascotas y era una burrada. Una cosa es que gusten los animales y haya que cuidarlos como parte de la Creación y otra muy distinta es anteponerlos al ser humano, como tú dices.
ResponderEliminarTienes toda la razón: es indignante.
Pues tienes razón. Es un escándalo como un piano.
ResponderEliminarAdemás se produce un fenómeno curioso: cuanto más urbana es una cultura menos entienden a los animales y hay quien pasa a idolatrarlos y a convertirlos en figurones patéticos con lazitos, peinados y cursilerías varias. Y esto lo escribe alguien que si por algo siente entusiasmo es, precisamente, por los animales.
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