¿Podar o abonar?
El título les pone ya sobre la pista... ¿Tendrá algo que ver con la tarea de sembrar y desmalezar?. Sí, por cierto; dados los comentarios acerca de lo actual y urgente que es esta labor, no quisiera dejar de reflexionar acerca de otras dos que no lo son menos.
A la insustituible siembra y al ya aludido desmalezado, hay que agregar la poda y el abono.
Quizás en un primer momento éstas puedan parecer menos importantes, ya que sembrando y desmalezando, "a la buena de Dios", algo siempre brota. Sin embargo, un jardinero medianamente cuidadoso, no se conforma con las dos primeras: llegado el momento, buscará sus tijeras de podar y anticipando lo que espera de esa planta, irá dando la forma que permita, llegada la primavera, hacerla florecer y crecer en la dirección esperada. Pero no lo logrará si a su vez no abona (léase también riega) y suficientemente; ambas labores son complementarias: la una necesita de la otra.
¿A qué corresponden estas labores al educar a nuestros hijos?
LA PODA...tiene que ver con la sabia labor de poner límites. Sabia por que no se trata de dar tijeretazos a diestra y siniestra, sino de poner límites que cumplan con algunas condiciones.
Limites claros y precisos: esto es, que guarden relación con una conducta determinada: no vaya a ser que usemos la técnica del "llover sobre mojado" y mezclemos situaciones; así por ejemplo al fijar los límites de un permiso, "nos pasamos de largo", reprochándole, el largo de su pelo... para finalizar con el broche de oro: "porque en esta casa estoy aburrido(a) que siempre hagan lo que quieren..."
Límites oportunos, lo que tiene que ver con la capacidad de anticipación: vamos a salir de paseo, el hermano menor es muy inquieto: no sólo haremos recomendaciones a él, sino que advertiremos a los hermanos mayores qué esperamos de ellos.
Límites razonables y flexibles, porque lo que era adecuado para una determinada edad o situación, puede que ya no lo sea, recordando que no por mayor rigidez un edificio de altura mantiene su estabilidad, (sino que lo diga quién ha "sufrido" un temblor en el 10º piso).
EL ABONAR tiene que ver con la capacidad de amar y aceptar "por que sí". Eso pasa por el saber escuchar (habiendo dejado de lado las tijeras de podar y en actitud de acoger); por el compartir intimidad (penas y alegrías, logros y fracasos); por el darse por aludido de lo que pasa cotidianamente a nuestro alrededor.
Recordemos nuestra actitud ante el niño que da sus primeros pasos y cómo lo alentamos y celebramos... sigamos siendo capaces de celebrar los pasos de nuestros hijos, aun cuando sea por caminos ya recorridos y obvios.
¿A quién le deja indiferente una palabra de aliento, que reconozca lo que ha hecho, si bien está dentro de lo que debía hacer? Y por el contrario, cuán doloroso y a veces demoledor nos resulta que se nos diga "era tu deber no más".
Recordemos entonces, y no sólo como papás, que "para podar debemos haber aprendido también a abonar", so riesgo de perder lo sembrado y aun desmalezado.
A la insustituible siembra y al ya aludido desmalezado, hay que agregar la poda y el abono.
Quizás en un primer momento éstas puedan parecer menos importantes, ya que sembrando y desmalezando, "a la buena de Dios", algo siempre brota. Sin embargo, un jardinero medianamente cuidadoso, no se conforma con las dos primeras: llegado el momento, buscará sus tijeras de podar y anticipando lo que espera de esa planta, irá dando la forma que permita, llegada la primavera, hacerla florecer y crecer en la dirección esperada. Pero no lo logrará si a su vez no abona (léase también riega) y suficientemente; ambas labores son complementarias: la una necesita de la otra.
¿A qué corresponden estas labores al educar a nuestros hijos?
LA PODA...tiene que ver con la sabia labor de poner límites. Sabia por que no se trata de dar tijeretazos a diestra y siniestra, sino de poner límites que cumplan con algunas condiciones.
Limites claros y precisos: esto es, que guarden relación con una conducta determinada: no vaya a ser que usemos la técnica del "llover sobre mojado" y mezclemos situaciones; así por ejemplo al fijar los límites de un permiso, "nos pasamos de largo", reprochándole, el largo de su pelo... para finalizar con el broche de oro: "porque en esta casa estoy aburrido(a) que siempre hagan lo que quieren..."
Límites oportunos, lo que tiene que ver con la capacidad de anticipación: vamos a salir de paseo, el hermano menor es muy inquieto: no sólo haremos recomendaciones a él, sino que advertiremos a los hermanos mayores qué esperamos de ellos.
Límites razonables y flexibles, porque lo que era adecuado para una determinada edad o situación, puede que ya no lo sea, recordando que no por mayor rigidez un edificio de altura mantiene su estabilidad, (sino que lo diga quién ha "sufrido" un temblor en el 10º piso).
EL ABONAR tiene que ver con la capacidad de amar y aceptar "por que sí". Eso pasa por el saber escuchar (habiendo dejado de lado las tijeras de podar y en actitud de acoger); por el compartir intimidad (penas y alegrías, logros y fracasos); por el darse por aludido de lo que pasa cotidianamente a nuestro alrededor.
Recordemos nuestra actitud ante el niño que da sus primeros pasos y cómo lo alentamos y celebramos... sigamos siendo capaces de celebrar los pasos de nuestros hijos, aun cuando sea por caminos ya recorridos y obvios.
¿A quién le deja indiferente una palabra de aliento, que reconozca lo que ha hecho, si bien está dentro de lo que debía hacer? Y por el contrario, cuán doloroso y a veces demoledor nos resulta que se nos diga "era tu deber no más".
Recordemos entonces, y no sólo como papás, que "para podar debemos haber aprendido también a abonar", so riesgo de perder lo sembrado y aun desmalezado.
Jacinta Scagliotti (HF)
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