Toma de aquí cuanto necesites para tu camino
Un día cualquiera, una mañana
rutinaria y en el momento que menos te esperas, te asalta un pensamiento que
empieza a recomerte y del que no logras liberarte. No te queda más remedio que
atenderle y buscar que se esfume al prestarle la atención que te reclama. Eso
me sucedió hace meses atrás, con un asunto no solucionado que ha perdurado en
el tiempo.
Cada año que se ha subido a mis
espaldas me ha ido enseñando realidades que nunca imaginé, caídas y fracasos en
los que la inexperiencia me hacía ser temerario, convencido de llevar siempre
la razón. Mas o menos, lo que todos pasamos en mayor o menor grado. Nos creemos
infalibles y que los demás son los equivocados. Recuerdo perfectamente las
veces en las que afirmé convencido de que en mí no se cumpliría nunca el famoso dicho:
“De esta agua nunca beberé”, Debo confesar que he acabado casi ahogado en más
de una ocasión, por la que dije nunca tomaría.
Una de esas circunstancias fue el
creer que yo siempre sería capaz de dominar la irritabilidad, la hosquedad, los
momentos de ira ante cualquier provocación que pudiera surgir. Y nunca pensé
que bebería de esa agua que tantas veces aseguré rechazar, ante una discusión
con otra persona. Ocurrió hace 15 años. En una de esas reuniones de comunidad
de vecinos que no siempre se desarrollan en un clima de paz y comprensión, el
lobo que llevaba dentro no pudo aguantar y se lanzó al ataque. Apareció una controversia que acabó en mutuas
acusaciones que destrozaron las normas básicas de cortesía y educación donde la
intervención de los demás, evitó llegar a males mayores. Una vez calmados los
ánimos, la vergüenza y el bochorno se apoderó de mi ante la realidad de mi
miseria y fragilidad. Pasado el momento de tensión e intentando ser coherente
con la caridad cristiana, subí a casa del vecino a pedirle perdón. Él supo
aceptarlo y allí acabó todo. Pero no fue así. Nuestra relación se limitó desde
ese día a un estado de simple cordialidad con un saludo de “hola y adiós”.
Los años pasaron y esa mañana de
la que hablaba al principio del post llegó con su aviso de que algo estaba sin
solucionarse del todo. Pude observar durante todos estos años que mi vecino era
un hombre que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, que cualquier
contratiempo que surgía en la comunidad allá estaba él en primera línea para
solucionarlo, que nunca negaba nada a nadie y eso fue calando en mi interior,
cambiando por completo el concepto equivocado que de él dejé instalado en mi
corazón. Una especie de campana imaginaria tintineaba sin parar en mi cabeza
obligándome a reconsiderar si el perdón solicitado años atrás, fue suficiente
para ser justo con él. De repente me senté en mi escritorio y empecé a
escribirle una breve carta, donde reconocía mi juicio erróneo sobre su persona
y donde le agradecía todo lo que hacía por todos. Esa carta … ¡Ha cambiado
nuestras vidas!
Días después de haber dejado en
su buzón el mensaje dirigido a él, llamó a mi puerta para darme las gracias por
ello; una vez más, era testigo de lo equivocado que estuve con él. Sin darnos
cuenta apareció entre nosotros el tema de Dios confirmándome que era creyente.
Nos alegramos de habernos reconciliado y ahí parecía que se acababa todo el
asunto, pero la verdad es que empezamos a invitarnos mutuamente en nuestras
respectivas casas, donde las esposas entablaron también amistad y donde
nuestros hijos empezaron una relación amistosa a la vez.
Poco a poco fuimos abriendo temas
que jamás sospeché que pudiese entablar con ellos y por supuesto apareció el tema de
la fe y la religión católica. Nuestra sorpresa fue mayúscula al descubrir que toda
la familia estaba en búsqueda de Dios, confesándonos que no hablaban con nadie
de ese tema, empezando por sus más allegados, donde el anticlericalismo estaba
instalado. Piano piano (como dicen los italianos) hemos ido congeniando con
ellos, nuestros encuentros son casi diarios, nuestras charlas cada vez más
profundas y nuestra amistad va adquiriendo un rumbo de gran afecto y cariño.
Pero todo esto no merecería escribirlo en un post si no fuera por la reflexión
que me hago y que comparto con vosotros.
Hablo del apostolado. El conocimiento
que nuestros amigos tenían de la fe, de la Iglesia, de los sacramentos y demás ,
coincidía con el que muchos tienen en este mundo de hoy tan secularizado, donde reina
la desinformación, la manipulación y la desidia por conocer la Verdad de la que
Cristo nos habló.
Por primera vez en mi vida, creo estar experimentando el don tan valioso que Dios nos da, cuando pone en nuestro
camino a personas que corazón sincero y actitud humilde abren sus corazones de
par en par para que el Señor les llene de luz.
He conocido a muchos conversos (yo entre ellos) pero nunca he visto
caminar tan de cerca hacia la conversión a nadie. Estos queridos amigos son los
primeros con los que caminamos juntos, iniciando paso a paso la senda marcada, descubriendo
las cosas más básicas de la fe y ello me lleva a manifestar el gozo que produce comprobar lo
maravillados y asombrados que se quedan, al explorar lo que hasta ahora
desconocían. Es algo que me emociona, porque en todo ese proceso también por
vez primera experimento que todo lo hace Dios. Resulta muy fácil reconocerse simples
instrumentos. Nada, nada podemos atribuirnos como mérito personal.
Existe una canción de un rapero
católico donde en una de sus frases dice algo así : “ "Vivo
la vida dando gratis lo que gratis he recibido. Toma de aquí cuanto necesites
para tu camino" así lo vivimos, con ese sentimiento de sentirnos obligados a dar
todo lo que a nosotros antes se nos ha dado. No dejo de dar gracias al Señor porque se
sirve de todo para hacer su obra, porque Él no tiene prisa, se toma su tiempo.
¿Quién iba a decir que un altercado ,tendría como final
años después, un caminar juntos en la fe y en el amor? Ese recorrido que juntos hemos iniciado, tendrá próximamente una parada; será un retiro de Emaús a los que nos hemos inscrito,
para realizarlo el mes que viene si Dios quiere.
Hacer
apostolado me está resultando entrar en contacto con la persona, entrar en su
existencia, pasar el tiempo juntos, caminar unidos en la rutina de cada día. No
enviarlo solamente a la lectura de un libro o la visita de un lugar, sino a un
intercambio de habla y escucha. Voy descubriendo que evangelizar es mucho más
que compartir ideas, más bien es compartir una relación, ofrecer a la persona
la amistad con Cristo. Si no intentamos de forma apasionada enamorarnos de Él,
si no dejamos ser capturados por su misterio y su reconciliación, ¿qué podremos
ofrecer? ¿De que podremos hablar? ¿Cómo podremos mostrar a quién de verdad no
hemos encontrado? Este es el apostolado que estoy viviendo junto a mi amigo,
convertirme yo mismo. Porque para darle a Cristo debo encontrarlo cada día
también yo.
7 comentarios
Precioso Ángel! , enhorabuena por la reconciliación con tu vecino y por la conversión diaria con Dios, un abrazo grande y que Dios te siga bendiciendo!
ResponderEliminarEs una gracia inmensa la recibida y todo por reflexionar y abrirte más y más a Dios y al otro. Resulta impresionante, Angel y también a mí me cuestiona muchas cosas de mí y de mi vida. Gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminarUn cura sabio y mayor me dijo algo que no olvido: nuestra vida, toda ella, es una dilatación en la capacidad amatoria. Nada más. Y nada menos.
Un abrazo fraterno
Pufff, los pelos de punta! No sabes cómo me siento de identificada, de principio a fin.
ResponderEliminarFelicidades por este recorrido de humildad y amor! Y genial que te vayas a Emaus!!!
Gracias Ángel por seguir compartiendo lo que habita en tu corazón. Tus palabras siempre suenan sinceras y abiertas a la fe y al amor. Felicidades!
ResponderEliminarUn abrazo!
Reconocer los fallos y pedir perdón sólo lo hacen las buenas paersonas.....me ha encantado este gesto de humildad y fe que tuvo una gran recompensa en la buena amistad con la persona motivo de tu enojo. Saludos cordiales
ResponderEliminarQue gran experiencia y testimonio.
ResponderEliminarGracias Angel por tu honestidad y transparencia.
Queda pendiente el blog posterior al retiro de Emaus
Siempre mostrando lo mejor del ser humano y yo siempre agradecida con tu testimonio.
ResponderEliminarUn cariñoos saludo siempre��
Te invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.