Sí, gracias
¿No hemos sido asaltados alguna vez, por el temor de pedir ayuda a los demás? ¿No nos ha producido una sensación de apocamiento, tener que llamar a las puertas de otros? ¿Nos atrevemos a reconocernos necesitados, o somos de los que osan proclamar de forma altiva, que “no necesito nada ni a nadie” .
¿Sabemos realmente pedir, cuando lo requerimos de verdad? En una sociedad materialista como la nuestra, ahogada en el apego a tantas cosas innecesarias, y que tan fácilmente nos contagia, nos encontramos que ha olvidado el significado de algunas palabras : Amor, amistad, tiempo, solidaridad, comprensión, dedicación, misericordia…
Recibir algo de los demás, puede ser interpretado por algunos, como un acto de bajeza, donde la soberbia quiere imponerse. Decir: “te necesito” supone admitir nuestra fragilidad ; aceptar que ya no se encuentra la salida, que ya no se puede más con la carga, que no se tiene nada, para seguir adelante.
¡Qué poco caemos en nuestras carencias , en la premura de ser ayudados en alguna ocasión! Una palabra de aliento, una corrección fraterna, un movimiento de cercanía, una expresión de cariño, un llanto solidario…; No tengo duda, de que la lista se engrosaría fácilmente, si anotásemos lo que cada uno anhela.
Si no dejamos a los demás, que se ocupen de nosotros, de nuestras penurias y soledades, estamos impidiéndoles que puedan ejercer la generosidad; que puedan sentir, uno de los mayores gozos, que el hombre puede experimentar: ¡DAR!
Los que nos quieren y aprecian ,ven más allá de nosotros mismos, mostrándonos lagunas en nuestra vida, que a menudo nos pasan desapercibidas. Traen luz a nuestros momentos de oscuridad.
Nos dice Jesús: “Dad y se os dará”. Fijémonos bien; es un intercambio de ida y vuelta. Pensemos un poco en las ocasiones, que generosamente se nos ha brindado la ayuda. Da la impresión de que el “no gracias”, se repite muchas más veces que el “sí”, sin caer en la cuenta de que aceptar la oferta , puede aportar una gran beneficio a quien nos regala su magnificencia.
La generosidad es fruto de la caridad, y quien quiera vivir en ella, debe ejercitarla. Dar y recibir se llevan siempre de la mano. Humildad para dar y humildad para recibir. Las dos son portadoras de benevolencia. En las dos, la misma alabanza a Dios. Cuando experimentamos el gozo de dar, y cuando reconocemos la necesidad de pedir y lo hacemos.
¿Y Dios?... El primero al que hay que acudir, al primero que debemos manifestarle nuestra miseria, nuestro dolor o nuestra pérdida de rumbo . Sin Él, muchos ya hemos experimentado que todo nos falta.
Ese "¡Te necesito!", se lo gritamos a Nuestro Señor, desde el fondo de nuestra alma, casi a diario, tal vez haya tardado en mostrarse, tal vez no entendamos a veces sus caminos, pero hemos comprobado en otras ocasiones, que jamás nos ha dejado, que a veces la ayuda se manifiesta de la forma más inesperada.
No debe humillarnos pedir ayuda, sabemos de sobra lo poca cosa que somos. Nuestra fe, se asemeja a la cuerda por la que nos toca caminar, tensa y delgada , como hacen los malabaristas para atravesarla en sus actuaciones . Cristo es la barra que agarramos para equilibrarnos y no caer . Una linea horizontal, y debajo otra vertical , forman la cruz... Y si el palo, se nos escapa de las manos, no tengamos reparo en pedirlo a quien pueda devolvérnoslo, para seguir avanzando.
"Dios cosas imposibles no manda, pero, cuando manda, te exhorta a hacer lo que puedes y a pedir lo que no puedes, y entonces te ayuda para que lo puedas". (San Alfonso María de Ligorio)
8 comentarios
Gracias Angelo! tengo experiencia de ello.
ResponderEliminarA veces da apuro acudir a los demás solicitando ayuda, por no molestar, decimos... pero en el fondo lo que encerramos es una buen dosis de soberbia, aunque queramos disfrazarlo de humildad.
En una ocasión una querida amiga me dijo: "¿No te das cuenta con tu actitud que no estás permitiendo que yo te pueda ayudar? Me lo estás negando... Aquello me sacudió por dentro y realmente me hizo recapacitar.
Un abrazo amigo!
Carlos de Foucauld decía que cuando uno reparte limosnas se asemeja un poco a Dios –cuya vida consiste en darse-; “cuando las recibe, en cambio, permite a Dios que sea Dios, y eso es lo mejor sin comparación”.
ResponderEliminarGracias le doy al Señor porque tú siempre das generosamente tus ideas, tus meditaciones, y me ayudan a mi y a muchos.
ResponderEliminarComo dices: si no pedimos, le negamos la oportunidad al otros de darse, de practicar la caridad. No hay que avergonzarse de pedir: Jesús mismo nos invitó a pedirle al Padre. Y yo le pido a Dios todos los días por mis amigos, por sus familias, y entre ellos estás tú. Un abrazo y que sigas dando amor, que estamos necesitados.
Gracias Angelo!!! Cada dia estoy mas orgullosa de tener tu amistad. ;)
ResponderEliminarUn cariñoso saludo :)
Me cuesta mucho trabajo pedir ayuda o un favor pero no tiene que ver nada con sentirme humillada si no porque soy bastante tímida y no me atrevo, sin embargo si vienen a mí a pedirme un favor yo estoy encantada de hacerlo.Saludos
ResponderEliminarYo me pregunto a veces si pudiéramos vivir como los antiguos cristianos.. donde no tenían nada propio y todo lo compartían.. gracias Ángelo otra vez más despiertas conciencias.. un abrazo.
ResponderEliminarDurante mucho tiempo pedí ayuda y no se me dio. Ahora estoy en condición de ayudar y no se me acepta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues tu lo has ducho...es la humildad la que te lanza a pedir.....tambien dice el refran: "Contra el vicio de pedir , está la virtud de no dar"...porque algunos se acomodan a pedir siempre y pasar de dar las gracias....no te lo pierdas....(te hablo de mi) ...y la experiencia en la fe me pone frente al Señor que quiere que madure y pida cuando realmente me haga falta...pero que ponga de mi parte para adquirirlo......y sabes? No deja de decirme Pide....pide aunque el No ya sabes que está asegurado...y sé que es El...el que actúa...porque todo lo renueva.......y cada día me demuestra que sin El...no sé vivir.....
ResponderEliminarSiempre me ayudas con tus reflexiones Angelo..lo sabes
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