Seducido
Escribía el hermano Rafael, en sus notas : “No me hagas caso, Señor... soy un niño caprichoso... Pero Tú tienes la culpa, mi Dios... ¡si no me quisieras tanto!
Nunca me canso de meditar sobre el amor de Dios, y sin embargo mi alma siempre se queda corta, en una fe que constato muchas veces débil y frágil ; y digo que se queda corta, por moverme a menudo en un nivel de sentimientos, que dominan sobre mi cuerpo, haciendo que reaccione en un sentido u en otro.
Por otro lado, ¿qué es la fe?... ¿No la definen muchos santos como creer, sin ver, oír, ni sentir? Por eso también el hermano Rafael escribía : “Señor: enséñame en soledad y desconsuelo, en pura fe..., en el abismo de mi vida, y... en los brazos de la Cruz”
La fe es un reconocimiento de una presencia. Es cuestión de convicción, no de emoción, no de sentimientos. Y cuando dejo que los sentimientos definan mi fe, puedo entender, que a veces ésta, se convierta en un lastre.
Cuántas veces se repite, con una necesidad imperiosa de ser consolados de forma visible, aquello de :” hoy estoy triste, mis ánimos están por los suelos, tengo un día tonto…”
Yo experimento la fe, como un vagar por el desierto, donde sucumbo fácilmente ante las adversidades del camino. La dificultad para seguir caminando, el cansancio, la rutina del mismo paisaje, deambular sin divisar la meta para descansar, la sensación de estar perdido, de no ser encontrado, la sequía…
Solemos equivocarnos al medir nuestra vida de fe, con las consolaciones espirituales, ese gusto por hacer las cosas de Dios; pero es difícil, tomar conciencia, de que esas consolaciones son un regalo del Creador, que concede a quien quiere, cuando cree oportuno. Un sacerdote me decía una vez, que lo normal de un cristiano es vivir, en aridez, en sequedad, porque es ahí donde uno experimenta, la desnudez de uno mismo, ante Dios. Sin “gustos, ni consuelos” buscando a ese “Dios de las consolaciones” que es Amor.
Y aparentemente, creemos que los santos han vivido grandes experiencias, inmersos en la consolación y el gusto y cuando leemos sus vidas, nos “conforta” comprobar que han atravesado por tinieblas en las que nosotros desfalleceríamos. ¡Quién se esperaba la noche oscura de Madre Teresa por ejemplo!...
El profeta Oseas escribe : “Te seduciré, te llevaré al desierto y te hablaré al corazón “ frase utilizada muchas veces, para invitarnos a practicar un tiempo de silencio y reflexión en un curso de retiro, o en unos ejercicios espirituales, y yo me adentro un poco más en este pensamiento.
Dios me ha seducido, en un momento de mi vida, me dio “esas consolaciones” que me engancharon a Él , y una vez seducido, me enseña a quitar todo aquello que no me deja descubrir su amor. En otro pasaje del Antiguo Testamento, se lee : “Él te condujo por el desierto, y en esa tierra seca y sin agua ha hecho brotar para ti un manantial de agua de la roca dura” (Dt 8,15).
No tengamos miedo a la aridez, Dios está embelleciéndonos. Sintamos el “consuelo” de todos los que nos han precedido en ese camino de purificación. El pueblo elegido, fue llevado durante cuarenta años por el desierto, y allí El Altísimo fue transformando sus corazones. Nosotros gozamos de la comunión de los santos, para esta travesía.
¿ No es en nuestra oscuridad y desaliento, cuando más deseamos y buscamos a Dios? No abandonemos nuestra fe, en los sentimientos.
¡Señor mío y Dios mío!
7 comentarios
Ay Angelo, cuanta razón tienes, el Papa Francisco en la Lumen Fidei nos dice: “El hombre tiene necesidad de conocimiento, tiene necesidad de verdad, porque sin ella no puede subsistir, no va adelante… … La fe, sin verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una bella fábula, que proyecta nuestros deseos de felicidad, algo que nos sa tisface únicamente en la medida en que quera mos hacernos una ilusión... ...O bien se puede reducir a un sentimiento hermoso, bonito, que consuela y entusiasma, pero dependiendo de nuestros estado de ánimo o de la situación de los tiempos, pero incapaz de dar continuidad al camino de la vida…”
ResponderEliminarEs así, si nuestra fe depende de nuestros sentimientos apañaos vamos...
Sin dudarlo, cuando más desnudos y vació estamos, más cerca nos tiene Él!!!! Un abrazo grande!!!
ResponderEliminarSiempre me ha consolado conocer las noches oscuras de tantos Santos y así comprobar que aunque soy el "bichito raro" del Señor...me mima un montón.Fijate que pinceladas de Fé me regala,gracias Angelo.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo :)
Lc 12, 39-48 Al que mucho se le dio mucho se le exigirá
ResponderEliminarConciencia de que recibo mucho de ti, Señor, es evidente. Dulce tensión la que me lleva a desear que me exijas el fruto de tanto don; suavidad en el compromiso al saber que de ti procede todo, que es tu propia gracia la que me hace abrirme a al tesoro que recibo de ti, al derroche que tienes conmigo. Solo me pides abrirme, disponibilidad, aceptación. Ayúdame a decirte Fiat, como María.
Me encanta, que te sientas seducido y amado por Él. El camino a veces, es especialmente incomprensible, sentir que sigue con nosotros y amar hasta que duela, si duele, es amor. (Madre Teresa).
Un fuerte abrazo.
Ya decía santa Teresa, "dad consuelo o desconsuelo, dadme riqueza o pobreza, salud o enfermedad; si quereis dadme oración y si no esterilidad...a todo diré que sí ¿Qué mandais hacer de mi?".
ResponderEliminarPue eso.
Un abrazo y sigamos caminando aunque sea por el desierto, si perseveramos, en algún momento, El nos hablará la corazón.
San Francisco de Asís es para mí un gran ejemplo de santiidad y amor a Dios y también atravesó esa "noche oscura"........Que Dios me ayude a perseverar en mi fe.Saludos
ResponderEliminarQuizá por eso a los más débiles y timoratos nos ofrece consuelos y mimos constantes.
ResponderEliminar(PD. Menos mal que algún Rafael ha dejado el listón alto santamente hablando)
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