Deseo de desear
A medida que van pasando los años por mi vida, constato cada vez más, que Dios ha ido realizando un trabajo en ella. Ha ido día tras día moldeándome, y yo no he sido siempre consciente de cada retoque. Pero basta mirar atrás, para darme cuenta, de que realmente no me he parado en el camino, a pesar de las muchas caídas que se hayan producido.
Y hace unos días, experimenté de forma más intensa, que desde hace muchos años, algo me acompaña, y tal vez ese algo, ha sido el motor que me ha ayudado a recorrer la ruta hasta el punto donde me encuentro, y lo aprecio, como una gracia del Creador. Me refiero al deseo de Dios.
Alguien me envió una vez el siguiente relato:
Un día, un discípulo preguntó a su maestro: -Maestro, cómo hago para saber si deseo intensamente a Dios como Tu me estás enseñando? El maestro, sin responderle, lo invitó a dar un paseo en el rio. A un cierto punto, improvisadamente, el maestro tomó la cabeza del discípulo y la empujó abajo del agua. Este por pocos segundos soportó el gesto inesperado, un poco después empezó a moverse y a levantar las manos, tratando de liberarse del potente movimiento. Finalmente, después de un tiempo, el maestro dejó libre al muchacho, el cual con la cabeza fuera del agua, respirando afanosamente y abriendo los ojos, miró asombrado al maestro, el cual serio serio le preguntó: -Qué cosa deseabas más bajo el agua? -El aire!-respondió naturalmente el discípulo. Y bien, concluyó el maestro, si tu deseas a Dios, como has deseado el aire bajo el agua, entonces lo deseas de verdad intensamente.
San Agustín habla del desasosiego del corazón humano, que no puede hallar la paz mientras no descanse en Dios. Si no tenemos ese deseo, debemos pedirlo, para alcanzar la paz; y si lo tenemos… debemos pedir más.
Ya escribí una vez sobre mi experiencia del “descubrimiento del deseo de Dios” aún me preguntan varios, que porqué tengo ese mosaico de la cierva en mi sidebar. Algunos desconocen la historia, y como me parece hermosa, me vais a permitir que vuelva a escribirla para aquellos, que entonces no frecuentaban esta casa.
En el año 1985, me encontraba en Roma, cuando conocí a una religiosa de nacionalidad belga, perteneciente a la congregación de las hermanas de La Retraite. La hermana se llamaba Jeanne-Françoise de Jaeger. Había oído hablar sobre ella a varios sacerdotes, y la mencionaban, como un alma cerca de Dios, así que tenía curiosidad por conocerla. Surgió la ocasión, cuando pregunté si yo podía hacer la experiencia de los ejercicios espirituales en la vida corriente, que ella guiaba. Nunca había oído hablar de ello, así que lo pedí.
Lo de “la vida corriente” me enganchó. No me lo pensé más, cogí el teléfono y la llamé. Concertamos una cita. Llegado el día y la hora, al tocar a su puerta, me abrió ella misma. Encontré a una religiosa muy diferente a la que me había imaginado. Era bajita, con unas gafas, estilo Harry Potter, y una sonrisa hermosísima en su rostro. Era una mujer de 71 años, que se dirigió a mí, con una voz dulcísima, que me mostró en un tono casi susurrante, sin atreverse a romper el ambiente de silencio que se respiraba en toda la casa. Quedé atrapado, sin atreverme a dar un paso adelante, y estropear la escena.
Me sentí condicionado por lo que me habían hablado de ella. Sus títulos académicos, doctorado, y toda clase de reconocimientos, de los que la habían adornado, no aparecieron en ninguna sala de la casa. Su apariencia, estaba lejos de esos credenciales. Sencilla desde la cabeza a los pies. Y yo me sentí embelesado por la acogida que me dispensó. ¡Qué importante es saber acoger! ¡Cuánto se tiene ya ganado!
En ella descubrí una gran bondad y dulzura, que me era desconocida hasta entonces. Lo que su exterior transmitía, me inducía a desear mi encuentro semanal con ella. Me hablaba de la vida espiritual, como un joyero, mostrando su pieza más valiosa. Experimenté ese valor de forma casi palpable. Cada frase suya, me convencía; provocaba en mí ,un deseo imperioso de llevar a cabo lo que me aconsejaba. El tiempo que pasaba con ella, diseñando mis ejercicios espirituales pasaba sin percatarme de él.
Murió en el 2005 a la edad de 91 años. La tengo siempre presente, a diario en mi oración. No puedo olvidarla, porque gracias a ella, hoy tengo lo que tengo, me dio algo para llevar a la oración y desde entonces no lo he soltado.
Un día me invitó a profundizar sobre el salmo 41, donde se habla de la búsqueda de agua por parte de una cierva sedienta. Me dijo que el salmista, utiliza la imagen de este animal, corriendo jadeante, acosado por una sed inmensa en busca del manantial. Cuando me lo explicaba, noté que tenía algo entre sus manos. Era una postal, y al finalizar la explicación del salmo, me la entregó diciéndome: “Esta postal tiene la imagen de la cierva bebiendo ya del agua. Es un mosaico que se encuentra en la basílica de San Clemente, aquí en Roma” (es la fotografía, que tengo puesta en mi barra lateral). "Angelo Caro, -prosiguió- te propongo una petición a Dios cada día; te lo repito, cada día, sin tener en cuenta lo que sientas en tu interior o dejes de sentir, estés triste o alegre, y no dudes de que el Señor te lo concederá. No le pidas desearle, dile más bien: Señor, concédeme cada día ,el deseo de desearte. Ese anhelo que como la cierva te empuje a buscarle continuamente, sin descanso”. Y seguía repitiendo en forma de susurro y como si se tratase del eco de sus palabras: “ el deseo de desearte…, el deseo de desearte”…
Desde entonces, esta petición se convirtió en una jaculatoria que pronuncio a lo largo del día. No imagináis lo que me ayuda, emitir estas palabras. Tanto es así, que cuando hablo con alguien que se tambalea en la fe, o aún no la encontrado buscando de corazón, la fuente de la Vida, siempre le repito la recomendación que Soeur Jean Françoise me hizo. Le digo: “cada noche antes de acostarte, dirígete a Dios y dile con el corazón: “Señor, concédeme el deseo de desearte…, el deseo de desearte…” ¿Acaso esa aspiración no es ya haberlo encontrado?
19 comentarios
.....Concédeme el deseo de desearte....el deseo de desearte... Que importante!! Lo aplicaré!
ResponderEliminarGracias por compartirlo!
Pues te aseguro un gran consuelo, al pronunciarlo
EliminarLa verdad es que no conocía el motivo de tu cierva, no debí leerlo en su día, así que me alegro que hayas repetido la explicación. Siempre me gustó verte esa imagen en el blog, pero pensaba era por el Salmo, ahora se entiende mucho mejor.
ResponderEliminarUn beso, que tengas una buena semana, Ángel.
Siempre la llevo encima. La postal que me regalo soeur Jeanne F. la tengo enmarcada en mi escritorio, así que me alegra poder tenerla fija en mi blog. Un abrazo
EliminarQue cosas nos prepara Dios; pareciera que nos enlazara unos a otros como hermanos que somos. Tu redactando esta entrada y yo enviándote la foto del pasaje que describes de la cierva. Tal ve quiera decirme algo que no escucho, encantada de leer nuevamente esta hermosa historia. Un gran abrazo para ti y los tuyos.
ResponderEliminarAlgo parecido experimenté yo, al recibir tu e-mail. Muchas gracias me hizo mucha ilusión.
EliminarEres tan especial Angelo,a las pruebas me remito.
ResponderEliminarGracias una vez más y un cariñoso saludo :)
¡Dios es el que pinta en nuestras vidas, nosotros solo somos los pinceles , muchas veces desgatados y estropeados, con los que Él hace maravillas! Un beso
EliminarComo la cierva anhela corriente de agua, asi mi alma te busca a ti Dios mio....que precioso es este Salmo.....un hermano cantaba Como la cierva Nela.......no te lo pierdas...
ResponderEliminarPues me llenas de Deseos hoy Angelo y de noche siempre me renace sola la oracion del Alma de Cristo Santificame....pero añadiré el deseo de desearle....Acuerdate en tu oracion de que esta oracion llegue por la mia a hermanos que estan en crisis de fé Angelo.....acuerdate. Que bien me hace visitarte....
He podido experimentar una cosa. Cuando he invitado a alguien sin fe, a hacer esta petición, me han manifestado que le ha gustado y estoy convencido, de que estará usándola, y ya sabemos que Dios abre todas las puertas a quien llama.
EliminarUn beso
Preciosa la historia. Como dice otro autor: Tú no me buscarías si no me hubieses ya encontrado.
ResponderEliminarPidamos unos por otros que ese deseo de desearlo se haga cada vez más profundo y vivo.
Un saludo en Cristo
Recuerdo la experiencia como una gracia de Dios, importante en mi vida. No he dejado de pedirlo ni un solo día. Gracias por acompañarme en el camino.
EliminarHola Angelo. Precioso o que escribes hoy como siempre. Señor concédeme cada día, el deseo de desearte. Gracias por compartir la historia de la religiosa Jeanne Françoise. Por cierto en la foto de la cierva tienes escrito el nombre en masculino. Un abrazo y muchas gracias por tu generosidad.
ResponderEliminarAneth, encantadísimo de verte por primera vez en esta casa, que es también la tuya. Gracias por tus palabras y sobre todo por la corrección, que se me pasó. Da gusto tener a gente que te mima. Un abrazo de bienvenida.
EliminarGracias Angelo!!! No sabes el mucho bien que me hacen tus palabras! Desde hoy hago mia esa oración...
ResponderEliminarTodos nos ayudamos mostrando una partecita de nosotros. Gracias. Un beso
EliminarEs precioso, gracias por compartirlo. Son momentos que marcan toda una vida, solo la sed marca el rumbo:
ResponderEliminarDe noche iremos, de noche,
sin luna iremos, sin luna,
que para encontrar la fuente
solo la sed nos alumbra.
Luis Rosales. Retablo de Navidad.
Te dejo un libro, si no lo has leído, seguro que te gusta: El fenómeno místico, de Juan Martín Velasco, Ed. Trotta.
Un abrazo.
Algunos andamos un poco en Babia; damos un trago, exclamamos: ¡qué sed tenía!, y a otra cosa, hasta la siguiente sequía...
ResponderEliminarGracias por compartir esa experiencia tuya................Me uno a es maravillosa petición.Saludos
ResponderEliminarTe invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.