En un día triste
Estoy leyendo de nuevo, las Obras completas del hermano
Rafael. Soy, de los que piensan, que siempre hay que volver a beber de aquellas
fuentes , que saciaron nuestra sed y nos
dieron vida para caminar.
Siguiendo el hilo de ayer, no puedo aguantarme, publicar un
texto conocido por muchos de vosotros. No me canso de leerlo, no deja de
incordiar a mi comodidad. Pues sí, las palabras contenidas en el testimonio de
un hombre que amó a Dios , hacen que me ilusione por imitarle.
En esta relectura, siempre me detengo largamente “En la pirueta de los nabos”(ya publiqué un
pequeño fragmento anteriormente) . ¿Sabéis que?... hoy, no me salen las
palabras, pero ante lo que presento, os daréis cuenta de que son innecesarias .
Deseo que produzca en vosotros, los mismos sentimientos que a mí me asaltan al leer , esta experiencia de amor.
Lo cierto es que aparte del frío, que lo noto en mis helados pies y refrigeradas manos, todo esto se puede decir que casi me lo imagino, pues apenas he mirado la ventana. La tarde que padezco hoy es turbia, y turbio me parece todo. Algo me abruma el silencio, y parece que unos diablillos están empeñados en hacerme rabiar, con una cosa que yo llamo recuerdos… Paciencia y esperar.
En mis manos han puesto una navaja, y delante de mí un cesto con una especie de zanahorias blancas muy grandes y que resultan ser nabos. Yo nunca los había visto al natural, tan grandes y tan fríos ¡Qué le vamos a hacer!, no hay más remedio que pelarlos.
El tiempo pasa lento, y mi navaja también, entre la corteza y la carne de los nabos que estoy lindamente dejando pelados.
Los diablillos me siguen dando guerra ¡¡Que haya yo dejado mi casa para venir aquí con este frío a mondar estos bichos tan feos!! Verdaderamente es algo ridículo esto de pelar nabos, con esa seriedad de magistrado de luto.
Un demonio pequeñito, y muy sutil, se me escurre muy adentro y de suaves maneras me recuerda mi casa, mis padres y hermanos, mi libertad, que he dejado para encerrarme aquí entre lentejas, berzas y nabos.
El día está triste… No miro la ventana, pero lo adivino. Mis manos están coloradas, coloradas como los diablillos; mis pies ateridos… ¿Y el alma? Señor, quizás el alma sufriendo un poquillo… Mas no importa…, refugiémonos en el silencio.
Transcurría el tiempo, con mis pensamientos, los nabos y el frío, cuando de repente y veloz como el viento, una luz potente penetra mi alma… Una luz divina, cosa de un momento… Alguien que me dice que ¡qué estoy haciendo! ¿Qué estoy haciendo? ¡Virgen Santa!! ¡qué pregunta! Pelar nabos… ¡pelar nabos! ¿Para qué?... Y el corazón dando un brinco contesta medio alocado: pelo nabos por amor…, por amor a Jesucristo.
En el mundo se desaprovecha mucho, pero es que el mundo distrae… Tanto vale en el mundo el amar a Dios en el hablar, como en la Trapa en el silencio; la cuestión es hacer algo por Él…, acordarse de Él… El sitio, el lugar, la ocupación, es indiferente.
Dios me puede hacer tan santo pelando patatas que gobernando un Imperio.
Qué pena que el mundo esté tan distraído…, porque he visto que los hombres no son malos…, y que todos sufren, pero no saben sufrir…
Si por encima de la frivolidad, si por encima de esa capa de falsa alegría con que el mundo oculta sus lágrimas, si por encima de la ignorancia de lo que es Dios, elevaran un poco los ojos a lo alto…, seguramente les ocurriría lo que al fraile de los nabos…, muchas lágrimas se enjugarían, muchas penas se endulzarían y muchas cruces se amarían para poder ofrecerlas a Cristo.
Cuando terminó el trabajo, y en la oración me puse al pie de Jesús muerto…, allí a sus plantas deposité un cesto de nabos peladitos y limpios… No tenía otra cosa que ofrecerle, pero a Dios le basta cualquier cosa ofrecida con el corazón entero, sean nabos, sean Imperios.
La próxima vez que vuelva a pelar raíces, sean las que sean, aunque estén frías y heladas, le pido a María no permita se acerquen los diablillos rojos a hacerme rabiar. En cambio, le pido me envíe a los ángeles del cielo, para que yo pelando y ellos llevando en sus manos el producto de mi trabajo, vayan poniendo a los pies de la Virgen María rojas zanahorias; a los pies de Jesús, blancos nabos, y patatas y cebollas, coles y lechugas…
En fin, si vivo muchos años en la Trapa, voy a hacer del cielo una especie de mercado de hortalizas, y cuando el Señor me llame y me diga basta de pelar…, suelta la navaja y el mandil y ven a gozar de lo que has hecho…, cuando me vea en el cielo entre Dios y los santos, y tanta legumbre…, Señor Jesús, no podré por menos de echarme a reír
¡Alabado sea Jesucristo!
14 comentarios
¡¡Gracias!!
ResponderEliminarUn cariñoso saludo.
Muchísimas gracias¡
ResponderEliminarHola Angelo: gracias por su compartir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también...., te doy las gracias... y un abrazo muy fraterno
ResponderEliminarQué maravilla, Ángelo,llenar el cielo de legunbres y hortalizas..., esa es mi vocación, aunque no esté en la Trapa.
ResponderEliminarHas iluminado este día también lleno de nubes en Alicante, donde estoy ahora.
Un beso enorme
Lo que hace el Amor Angelo....la fotografia que has puesto tan bella se llenaba de Luz a medida que iba leyendo a Rafael....sabes? estuvimos este verano en el monaterio donde murió y estuve ante sus restos pidiendole tantas cosas...su mirada de niño frente al amor......y estuvimos en la Iglesia haciendo un ratico de oracion en silencio....me hubiera quedado alli horas..porque el silencio que sentí alli estaba lleno de sentido y mi alma experimentó un descanso celestial.....tengo su vida que volveré a tomarla animada por ti....si, voy a cogerla.....que cielo de hombre verdad?un besico otoñal hermanito
ResponderEliminarMaravillosa, esa anécdota del gran santo trapense. La había oído mencionar, pero nunca la había leído en su redacción original. Gracias por darme la oportunidad de hacerlo.
ResponderEliminarPrecioso texto Angelo, pues eso mismo estés donde estés..ya sea pelando verduras ya sea gobernando un imperio hacerlo todo por Amor a Dios, un afectuoso saludo.
ResponderEliminarHermosísimo texto. No he leído nunca nada del Hermano Rafael pero buscaré sus obras para conocerle mejor.
ResponderEliminarGracias por este aperitivo espiritual tan delicioso
Que hermosura...que sencillez...que humildad de texto.
ResponderEliminarMe quede con unas buenas lagrimas en mis ojos.
Gracias Angelo
Bendicones.
AMEN!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarToda una noche a varios grados bajo cero, de pie en la carretera sin ver un alma, muerto de sueño, con sabañones en las orejas, con un dolor terrible en las piernas y espalda, con el compi de trabajo al lado sin hablarme durante varios meses ni hola ni adiós... te aseguro que los diablillos que me visitaban para comerme la moral se contaban por trillones.
ResponderEliminarEn fín, aprendí mucho de aquello. Ahora me espanta, no creo que aguantara más allá de un día en las mismas. Y es que no serán las mismas, siendo realista y nada fatalista serían mucho peores. Por eso le digo a Dios todos los días: "no dejes que me equivoque en mi elección". Me va la vida en ello, y que mi familia acabe en la calle, no es para andar jugando.
Solo si te acuerdas, reza un ave María por mí de vez en cuando.
Bruce.
Hermoso comentario ! Dios se manifiesta cuando menos lo esperamos .. Hoy tengo esos diablitos. De la tristeza y el recuerdo a mi lado .. Esto ha dado luz a mi dia mx gracias .. Gloria a Jesús nuestro Señor
ResponderEliminarPrecioso texto, no lo conocía, creo que cada vez que vea nabos en la frutería me acordaré de él, pero espero acordarme de él siempre que sienta que lo que estoy haciendo no vale para nada, siempre que sienta "qué pinto yo aquí", espero acordarme de él muchas veces. saludos, Cris.
ResponderEliminarTe invito a dejar tu opinión .Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.