COMO SER JOVEN Y NO DESFALLECER EN EL INTENTO
¡Dice papi, que vuestras oraciones a la Virgen han sido escuchadas, la mejoría sigue hacia arriba. No sé como hacerlo, pero me ha insistido en que intente plasmar lo mucho que os quiere. Ja. ¿Cómo se hace eso con quien no conozco y además en en un blog? , bueno yo cumplo el encargo, el mensaje que llegue lo mejor a cada uno. Cuando esté bien que os lo diga personalmente a cada uno. Como mi tío nos envía su homilia cuando puede, mi padre dice que la ponga. Besos y que paséis un feliz domingo.
En la vida, el ser humano tiende a instalarse en el bienestar. No en vano a este bienestar se le presenta como la panacea paradisíaca del mundo desarrollado. Los países del sur miran al norte encandilados por el sueño, que llaman “americano”. Es un sueño basado en el tener, aunque para ser honestos hay que darle también la venia de la libertad. Un tener casa, alimentos, educación, salud, cultura, ocio y diversión… pero sobre todo la libertad de pensar, de decir, de elegir y de comerciar. Para ello es necesario establecer un estado de derecho protegido por las leyes. Todos anhelamos la igualdad que proporciona un estado basado en el derecho, y también el bienestar que da una “cierta” seguridad en la vida. La perplejidad surge cuando la realidad se impone mostrándonos el rostro más dramático expuesto por este tipo de sociedad: la guerra, la violencia, la pobreza, la indefensión, la soledad insolidaria, la enfermedad sufrida y hasta provocada por los excesos consumistas… y un largo etcétera que acaba opacando el sueño de muchos con la injusticia de algunos. Y muchas personas todavía afirman que este tipo de sociedad es el único que funciona. ¿Para quién? Me pregunto yo.
A veces estamos convencidos de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y no me refiero a las nostalgias de la historia pasada que muchas veces suelen ser sólo quimeras, imaginación fantasiosa de algunos, que realidades auténticas del pasado. No hablo ya de la historia de cualquier país, o de la humanidad en su conjunto, sino de la personal. Este deseo de instalarse en el pasado se manifiesta en el mito de “la eterna juventud”, versión contemporánea del “elixir o el árbol de la vida” buscado por el anhelo de eternidad. Este es un deseo instalado en el inconsciente colectivo y, muchas personas lo expresan con la añoranza de los veinte años, con la esperanza de que el ejercicio físico los instale en una condición de juventud perpetua, o con una dieta equilibrada como antídoto e indemnidad ante la enfermedad. Pero el semblante despiadado de la realidad acaba desmontando, vertiginosamente la mayoría de las veces, el castillo de la “juventud eterna” construido en el aire del espejismo. ¿Tan difícil es aceptar el paso del tiempo, del que las arrugas corporales son su testigo más orgulloso? El accidente inesperado, la enfermedad traicionera… cuando no la malicia, la ambición, o el poder; que se presentan como el leviatán de la injusticia ávido de victimas ilusas y bien intencionadas; a ese monstruo sí hay que oponerse con el corazón y las energías de un Adonis soñador.
También hay alguien que se quiere instalar en el bienestar, en la vida fácil, en la gloria de la luz, como si del letargo surgiese la realidad apenas soñada; se llama Pedro, y prefiere el escape del triunfo final ante el panorama del fracaso inminente, que apenas unos instantes Jesús desveló a los suyos. La realidad del amor que se entrega no parece demasiado atractiva para los tres discípulos, que estaban amodorrados, mientras Moisés, Elías y Jesús hablaban del “Éxodo” de este último. Qué lástima que algunas traducciones no conserven la palabra éxodo y la sustituyan por “salida”. Porque éxodo habla de “paso”, de “pascua”; la pascua de Jesús. Y éxodo habla también de la muerte; por eso hablan de su Éxodo hacia Jerusalén. Mejor aletargarse ante discurso tan poco interesante. Pero eso sí, cuando aparece la “gloria”, la nube que los cubre, hay que despertar, el sueño se hace realidad y por eso es mejor instalarse plantando tres tiendas. Es la tentación de los que pretenden vivir la plenitud de la resurrección sin pasar por el éxodo hacia Jerusalén. El temor se apodera de ellos, actitud humana ante la manifestación de lo arcano. Y al bajar, mejor quedar callados; como si de un espejismo se hubiese tratado. Menuda desilusión. El destino del discípulo es emprender, como Jesús, el Éxodo hacia Jerusalén. ¡No hay vida sin muerte!
A Abraham se le promete una descendencia y también una tierra donde poder asentarse. La carta a los Filipenses nos orienta a la esperanza de la vida, con la conciencia del ser ciudadanos del cielo, pero con la precaución de no tomar este destino como pretexto para el descuido de la tierra. El evangelio aparece como un respiro para los discípulos que no han entendido el destino de Jesús. Un respiro sí, pero un respiro profundo para de nuevo volver, del encuentro con Dios en Jesús, al encuentro liberador con los demás. Hay que tener cuidado para no dejarse deslumbrar por el esplendor de la Gloria, viviendo como si la plenitud de la resurrección ya hubiese llegado.
A veces proponemos al Jesús resucitado, al Señor de señores, al Rey del universo, al poder de Dios en Jesús, al Jesús de los milagros que triunfa sobre el mal y la muerte… y nos olvidamos de que la plenitud de la resurrección todavía no ha llegado. Nosotros también podemos afincarnos en el bienestar y la juventud eterna, aunque sea espiritual. Tengo la impresión de que se vive a menudo el entusiasmo que produce el número, el triunfo, la influencia, los resultados factibles en práctica sacramental (sigo pensando en la cantidad), los encuentros masivos y públicos… todo ello nos recuerda el triunfo de la resurrección y, como Pedro, plantamos las tiendas de la estadística triunfalista: “El numero de los católicos ha aumentado”. Cuidado que con la ilusión de los triunfos no nos olvidemos de la desilusión de los fracasados… porque entre ellos está también Jesús, al que Dios ha resucitado de entre los muertos.
Convierte Señor nuestro corazón y que no olvidemos que antes de encontrarte como al Dios Omnipotente tenemos que hallarte en la ineficacia del amor.
P. Nicolás Sánchez Toledano Parroquia de Ntra. Sra. Del Perpetuo Socorro Santa Clarita, California.
11 comentarios
Eres un encanto Elena.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte y también el Rosario de hoy por vosotros.
Me alegro MUCHISIMO que todo vaya mejor, y seguiremos REZANDO MUCHO porque siga así. Siempre gracias ELENA, UN ABRAZO MUY FUERTE HERMANO.
ResponderEliminarGracias a ti Elena y un grande abrazo a Angel con toda mi amistad!!!
ResponderEliminarEl sólo hecho de comunicarlo ya es hacerlo muy bien. Sólo el esfuerzo y la verdad sincera de hacerlo es bello y hermoso. Un recuerdo en la alegría de que todo vaya bien para tu Padre y Madre y toda la familia.
ResponderEliminarHermosa reflexión,Padre Nicolás, sobre la libertad, que es un gran regalo de nuestro PADRE DIOS, y que bastaría en Ámerica y cualquier lugar si se empleará y entendiera lo que significa ser libre: buscar el bien y la verdad.
Todo sería distinto.
Buscamos y corremos por aquello que no vale. Pablo decía muy inteligentemente que estimaba todo basura una vez conocido CRISTO. Y así es, pues nada de lo que aquí consigamos es eterno. Todo tiene fecha de caducidad y lo que caduca no nos hace feliz. Podemos admitir que nos consuela y nos divierte por un tiempo, pero termina por dejarnos vacio e insatisfecho. Sólo DIOS basta. Y es lo que importa conseguir. Esa, al menos, es mi experiencia.
Y es verdad, comparto con usted que el examen hay que pasarlo, y el tamario no va a ser actos liturgicos, convivencias, números de asistentes...etc. El examen será simplemente como usted y yo, y los que me rodean hemos sido capaces de amarnos y amar a los que incluso están más lejos.
Gracias por su reflexión y un abrazo. Recuerdos para Ángel y que pronto esté en el tajo.
Un abrazo en XTO.JESÚS.
Preciosa homilía que nos lleva a plantearnos dónde está la verdadera felicidad, y en dónde encontramos el auténtico bienestar.
ResponderEliminarPara mí setirme libre es ver que Dios me ama sobre todas las cosas, y en Él encuentro mi verdadera paz y felicidad.
Estupendas noticias las que nos das, Elena.
Seguimos rezando por su pronta recuperación, pero a partir de ahora daremos gracias porque todo ha salido bien.
Muchos besos familia.
¡Qué bien que esté mejor!
ResponderEliminarElena, está cumpliendo muy bien su encargo.
¡Gracias por la homilía de tu tío!
Sigo apoyándoos a toda la familia.
Un abrazo.
¡oh que bien!
ResponderEliminarse está mejorando y eso es un alivio ¡gracias por comunicárnoslo!
Gracias de nuevo Elena, dile a tu papa que lo esperamos pero que sobretodo se recupere bien.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, tambien agradecele de mi parte. El sabe porque.
Elena, ¡lo haces de maravilla, eres única!
ResponderEliminarDile a tu papi que también nosotros le queremos a él, que no se preocupe y que siga la mejoría viento en popa a toda vela ;=)
Muchos besos familia.
Me alegro mucho que tu papi siga mejorando.
ResponderEliminarUn abrazo.
María Rosa.
Me gusta mucho las homilias de tu hermano,ojalá cuando regreses,compartas con nosotros mas de estas :)
ResponderEliminarY menudo pedazo de embajadora que se quedo a cargo del blog,enhorabuena Elena.
Un cariñoso saludo.
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