CURAR,LIBERAR,RECONCILIAR
En el último sínodo de Obispos que se ha celebrado en Roma, los padres sinodales pudieron escuchar un gran testimonio de una religiosa. Al igual que ellos, también a mí me ha interpelado a la llamada del perdón. Una vez más comprobamos lo que el Amor en Jesús, produce en el alma.
La hermana Uwamariya perdió a su padre y a varios de sus familiares durante el genocidio ocurrido en Ruanda en 1994, uno de los episodios más sangrientos del siglo XX donde, desde abril hasta julio, fueron masacradas de manera sistemática entre 800.000 y 1.701.000 personas. En medio de las 21 intervenciones, esta religiosa quiso compartir una experiencia personal ocurrida tres años después de esta tragedia que, según ella, cambió su vida y que, a su parecer, ejemplifica la manera como se debe vivir la reconciliación de un continente herido por la violencia, las crudas violaciones a los derechos humanos y por los innumerables problemas sociales.
Recordó la hermana que el 27 de agosto de de 1997 que a través de un grupo de la Divina Misericordia, ella se encontró en Kybuye, su villa natal a un grupo de prisioneros, varios de ellos autores materiales de este genocidio. El objetivo de este encuentro era prepararlos para el Jubileo del año 2000. Durante el encuentro la hermana pronunció esta frase: «Si tu has sido una víctima ofrece el perdón y perdona a quien te la ha hecho», diciendo que sólo así la víctima se libraría de esta carga de rencor y el criminal por ende del peso de haber cometido es te mal
«Inmediatamente un prisionero se alzó pidiendo misericordia», testimonió la hermana. «Yo estaba petrificada al reconocer aun amigo de la familia que creció y compartió mucho con nosotros», aseguró. «Él me confesó haber asesinado a mi padre. Me dio los detalles de la muerte de los míos», dijo. Y cuenta la hermana que ella lo abrazó y le dijo: «Tú eres y seguirás siendo mi hermano». Confesaba la religiosa que de esta manera ella sintió que se «había quitado un peso de encima». «Reencontré la paz interior y di gracias a quien tenía entre mis brazos», aseguró.Y comentó que para su gran sorpresa oyó a este hombre gritar: «¡La justicia puede hacer su trabajo y me podrá condenar a muerte, pero ahora soy libre!».«Yo también quería gritar a quien me quisiera escuchar», dijo la hermana «que tú también puedes reencontrar la paz interior».Desde este momento la hermana Geneviève Uwamariya se encarga de llevar el correo de las cárceles para pedir perdón a los supervivientes. De esta manera, 500 cartas han sido distribuidas. Y con algunas respuestas que ha recibido, muchos prisioneros han recuperado la amistad con las víctimas y han sentido el verdadero perdón.
Este hecho ha llevado a que las víctimas se reúnan. «Son acciones que han servido para que muchos vivan la reconciliación», testimonió. Geneviève Uwamariya aseguró que su pueblo está lleno de viudas y huérfanos y que desde 1994 ha sido reconstruido por los presos. Contó que allí operan asociaciones de ex-presos con sus supervivientes nacidos en distintas parroquias y destacó su buen funcionamiento.
«De esta experiencia deduzco que la reconciliación no se trata sólo querer reunir a dos personas o grupos en conflicto», dijo la hermana. «Se trata de establecer en cada uno el amor y dejar que venga la curación interior. Que permite la liberación».Y concluyó asegurando: «Por eso es importante la Iglesia en nuestros países, porque tiene una palabra que ofrecer que cura, libera y reconcilia».
La hermana Uwamariya perdió a su padre y a varios de sus familiares durante el genocidio ocurrido en Ruanda en 1994, uno de los episodios más sangrientos del siglo XX donde, desde abril hasta julio, fueron masacradas de manera sistemática entre 800.000 y 1.701.000 personas. En medio de las 21 intervenciones, esta religiosa quiso compartir una experiencia personal ocurrida tres años después de esta tragedia que, según ella, cambió su vida y que, a su parecer, ejemplifica la manera como se debe vivir la reconciliación de un continente herido por la violencia, las crudas violaciones a los derechos humanos y por los innumerables problemas sociales.
Recordó la hermana que el 27 de agosto de de 1997 que a través de un grupo de la Divina Misericordia, ella se encontró en Kybuye, su villa natal a un grupo de prisioneros, varios de ellos autores materiales de este genocidio. El objetivo de este encuentro era prepararlos para el Jubileo del año 2000. Durante el encuentro la hermana pronunció esta frase: «Si tu has sido una víctima ofrece el perdón y perdona a quien te la ha hecho», diciendo que sólo así la víctima se libraría de esta carga de rencor y el criminal por ende del peso de haber cometido es te mal
«Inmediatamente un prisionero se alzó pidiendo misericordia», testimonió la hermana. «Yo estaba petrificada al reconocer aun amigo de la familia que creció y compartió mucho con nosotros», aseguró. «Él me confesó haber asesinado a mi padre. Me dio los detalles de la muerte de los míos», dijo. Y cuenta la hermana que ella lo abrazó y le dijo: «Tú eres y seguirás siendo mi hermano». Confesaba la religiosa que de esta manera ella sintió que se «había quitado un peso de encima». «Reencontré la paz interior y di gracias a quien tenía entre mis brazos», aseguró.Y comentó que para su gran sorpresa oyó a este hombre gritar: «¡La justicia puede hacer su trabajo y me podrá condenar a muerte, pero ahora soy libre!».«Yo también quería gritar a quien me quisiera escuchar», dijo la hermana «que tú también puedes reencontrar la paz interior».Desde este momento la hermana Geneviève Uwamariya se encarga de llevar el correo de las cárceles para pedir perdón a los supervivientes. De esta manera, 500 cartas han sido distribuidas. Y con algunas respuestas que ha recibido, muchos prisioneros han recuperado la amistad con las víctimas y han sentido el verdadero perdón.
Este hecho ha llevado a que las víctimas se reúnan. «Son acciones que han servido para que muchos vivan la reconciliación», testimonió. Geneviève Uwamariya aseguró que su pueblo está lleno de viudas y huérfanos y que desde 1994 ha sido reconstruido por los presos. Contó que allí operan asociaciones de ex-presos con sus supervivientes nacidos en distintas parroquias y destacó su buen funcionamiento.
«De esta experiencia deduzco que la reconciliación no se trata sólo querer reunir a dos personas o grupos en conflicto», dijo la hermana. «Se trata de establecer en cada uno el amor y dejar que venga la curación interior. Que permite la liberación».Y concluyó asegurando: «Por eso es importante la Iglesia en nuestros países, porque tiene una palabra que ofrecer que cura, libera y reconcilia».
8 comentarios
Qué impresionante! hermoso, un ejemplo genial, de una santa en vida, para tantos católicos que vivimos manchados por ideas que alientan las diferencias, las competencias, el rencor a los que nos agreden... Más extremo que ésto, nunca lo ví, abrazar al asesino de su familia y darle paz, y entre los dos dar testimonio de la paz recibida por la reconciliación... Tambien se ve que sólo a través del sufrimiento es posible crecer en la fe, me parece un gran aliento, y un llamado a mejorar, para todos los que aun queremos andar por el mundo señalando a los que son de nuestro lado y a los que no. Un abrazo Angel!
ResponderEliminarLlevo unos días fuera de onda y ahora regreso y me encuentro con este impresionante testimonio. Esto sí que es vivir la radicalidad del Evangelio. Realmente el perdón libera al perdonado y a quien lo da. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Angel,como bien dices en tu post,yo me atrevería decir que somos mártires de la fe.Hacerse cristiano es entrar con todo el proyecto humano en este movimiento,dejarse habitar y conducir por sus energías,colocarse bajo su dinamismo.
ResponderEliminarSaludos.
Está muy bien perdonar. Eso es lo que un cristiano debe de hacer, aunque le cueste. Perdonar al enemigo. Pero eso es algo personal que libera al que perdona.
ResponderEliminarY no quita para que a los autores de crímenes les caiga todo el peso de la justicia sobre ellos. Perdonar si. Que el culpable purgue por sus actos, también.
Hola Angel!, Me encantó el testimonio de este post, me sirve muchísimo. Estás tocando un tema vital, el tema del perdón es muy importante. Perdonar es un acto de voluntad, así como lo es el amar, y que muchas veces y a conveniencia estamos dispuestos o no a hacer, y por supuesto si no hay amor, pues muy difícilmente puede haber perdón. Alguna vez en una clase se discutió el tema y decían, ¿que es perdonar? ¿perdonar es olvidar?, no. Entonces surgió una respuesta que me dejó bastante satisfecha: perdonar es NUNCA OLVIDAR que ya haz perdonado. Un abrazo! Ale
ResponderEliminarHeróico testimonio el de esta mujer que le hace asemejarse a Dios. Me ha recordado el gesto del Papa Juan Pablo II con quien intentó asesinarle. Ciertamente, el único freno de la espiral de la violencia es el milagro del perdón. Ángel, gracias por seguir ahí.
ResponderEliminarHe quedado muda. Solo Dios puede estar en medio de ese perdón.
ResponderEliminarGracias ängel.
Un abrazo
Bueno, y esa imagen de Jesús, el perro y lo que sea lo otro ¿de dónde la has sacado? Me ha gustado.
ResponderEliminar¿Me lo dirás?
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