Casarse por la Iglesia
«¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!» (Santa Catalina de Siena) SÍ, han leído bien. El amor de «uno con una y para siempre» es posible. Y no me voy a dejar «arrugar» por prejuicios que obstaculicen su defensa . A pesar de las rupturas familiares producidas en España -una cada 3,6 minutos-, y de los dramas personales, familiares y sociales que se derivan de ellas; a pesar de que la cultura dominante ataca frontalmente y sin escrúpulos al cristianismo; a pesar de la marea que nos envuelve del «todo vale» en el amor, el sexo y la convivencia; a pesar de todo ello, ... no me voy a dejar avasallar. ¿Y por qué? Sencillamente, porque la gracia sacramental que Dios concede a los que se quieren unir en su presencia, existe, y yo soy testigo de ello. Les cuento: Llevo casada 24 años con el mismo hombre. Raro en esta época, ¿verdad? Y les puedo asegurar que si no hubiera sido por la gracia que Dios concede a los que juntos quieren realizar su proyecto de amor de por vida, «lo nuestro» no hubiera funcionado. Es más, dice un amigo común de la infancia que nuestro matrimonio es la 6ª prueba de la existencia de Dios. ¿Cómo es posible que dos personas tan distintas hayan podido vivir juntas durante tantos años y se quieran hoy muchísimo más que el día que se comprometieron? Sin querer extenderme mucho, creo que una de las razones fundamentales es saber que cuando nos casamos nos entregamos el uno al otro por entero; no sólo lo que éramos entonces, sino todo lo que íbamos a ser juntos desde entonces; en palabras mas conocidas, porque nos entregamos el uno al otro «para toda la vida»; ser conscientes de esta realidad (que nos es una ilusión, sino que se puede tocar con las manos) nos ayuda a resolver nuestras pequeñas diferencias, nuestras quejas, nuestros problemillas, ... Porque no nos preocupa tanto si «el otro yo» es la persona ideal , como el hecho de trabajar para ser nosotros la persona apropiada para él. Porque el deseo de dar y compartir es superior a la avaricia de poseer. Porque la lealtad, el respeto, la amistad y el amor son los fundamentos de nuestra fidelidad. Porque saber pedir perdón y echarle mucho sentido del humor nos ayuda a volver a encarrilar nuestro sueño... ¿Inalcanzable? ¡No! Por eso, nosotros, como muchos otros, hemos dedicado para que esto funcione miles de horas, alguna que otra lágrima y cantidades enormes de sonrisas. Solo así, tenemos la seguridad de que, por muchas pruebas que tengamos que sortear a lo largo de nuestro camino juntos, «lo nuestro» es para toda la vida. ¡Porque NUNCA estamos solos, como decía San Pablo: «Quien inició en vosotros esta buena obra, la irá consumando». Ya lo siento por los que se lo pierden! ¡Tal vez aún estén a tiempo!
Remedios Falaguera
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