Bienaventuranzas del Político
Ante la próximas elecciones eurpeas donde tanto político nos ofrece su valía, quiero presentaros lo que escribió Francisco Javier Van Thuan ,obispo vietnamita (más tarde cardenal nombrado por Juan Pablo II)que pasó trece años en una prisión, en las condiciones más infrahumanas, durante el régimen comunista de Vietnam”.
“Luego, liberado, el Papa Juan Pablo II lo llevó a Roma y lo designó Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. Este obispo, en esa tarea tratando con los poderosos del mundo, llevando la pastoral de la Iglesia respecto del mundo que hay que llevar hacia la justicia y la paz, elaboró unas Bienaventuranzas del Político fundándose en las Bienaventuranzas del Evangelio”.
“Podríamos recordar que las Bienaventuranzas son los caminos de la felicidad. Podríamos decir que estas son las reglas de la felicidad del político que es aquello que para el político constituye su bien propio. O sea aquello que si lo practica o si lo vive lo hará feliz pero con la felicidad de Dios, con la felicidad del Cielo”.
“Toda bienaventuranza tiene un mérito, algo que hay que vivir o cumplir y tiene un premio que es precisamente alcanzar la corona que Dios tiene destinada a los buenos servidores”.
“Les voy a leer este texto, casi sin comentarios o, quizás, alguna acotación marginal. Dice así:
“Bienaventurado el dirigente político que entiende su papel en el mundo“. Parece una definición general pero señala el para qué está y cual es su función. Es decir que es un servidor de sus hermanos, de su país, de su pueblo.
“Bienaventurado el dirigente político que ejemplifica personalmente la credibilidad“. No la reclama sino que con su ejemplo se hace ejemplar.
“Bienaventurado el dirigente político que trabaja por el bien común y no por intereses personales“. Sin comentarios.
“Bienaventurado el dirigente político que es sincero consigo mismo, con su fe y con sus promesas electorales“. Otra vez sin comentarios.
“Bienaventurado el dirigente político que trabaja por la unidad y hace de Jesús el apoyo de su defensa“. Aquí hay una nota típicamente cristiana, típicamente evangélica. El Cardenal Van Thuan se estaba refiriendo sobretodo a los políticos que se consideran cristianos o a los cristianos que se introducen en la arena política.
·“Bienaventurado el dirigente político que trabaja por el cambio profundo, desde las raíces, se niega llamar bueno lo que es malo y utiliza el Evangelio como guía“. Aquí hay una referencia a la moral natural: el bien es bien, el mal es mal. No se mezclan estas cosas y luego a lo propiamente cristiano: que un político tome el Evangelio como guía ¿Ustedes se imaginan lo que sería eso? ¿Qué mundo diferente sería el nuestro?
“Bienaventurado el dirigente político que escucha al pueblo antes, durante y después de la elecciones y que siempre escucha a Dios en la oración“. Sobretodo resaltaría lo de escuchar al pueblo después de las elecciones.
Antes ciertamente para interpretarlo pero después para recibir sin irritación las observaciones, las críticas, los aportes de aquellos que son los votantes y que son también los representados. Y que bello ser el que escucha a Dios en la oración. Un político, un hombre de gobierno que ora, que tiene su corazón abierto a Dios. Que distinto le resultarían todas las cosas. De qué manera diversa enfocaría su tarea cotidiana.
Y finalmente “Bienaventurado el dirigente político que no tiene miedo de la verdad ni de los medios de comunicación, porque en el momento del juicio responderá sólo ante Dios, no ante los medios de comunicación“. Tampoco en el momento del juicio valdrán los aplausos recibidos en la Tierra. Sólo si nos aplaude Dios seremos bienaventurados.
Mons. Héctor Aguer
“Luego, liberado, el Papa Juan Pablo II lo llevó a Roma y lo designó Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. Este obispo, en esa tarea tratando con los poderosos del mundo, llevando la pastoral de la Iglesia respecto del mundo que hay que llevar hacia la justicia y la paz, elaboró unas Bienaventuranzas del Político fundándose en las Bienaventuranzas del Evangelio”.
“Podríamos recordar que las Bienaventuranzas son los caminos de la felicidad. Podríamos decir que estas son las reglas de la felicidad del político que es aquello que para el político constituye su bien propio. O sea aquello que si lo practica o si lo vive lo hará feliz pero con la felicidad de Dios, con la felicidad del Cielo”.
“Toda bienaventuranza tiene un mérito, algo que hay que vivir o cumplir y tiene un premio que es precisamente alcanzar la corona que Dios tiene destinada a los buenos servidores”.
“Les voy a leer este texto, casi sin comentarios o, quizás, alguna acotación marginal. Dice así:
“Bienaventurado el dirigente político que entiende su papel en el mundo“. Parece una definición general pero señala el para qué está y cual es su función. Es decir que es un servidor de sus hermanos, de su país, de su pueblo.
“Bienaventurado el dirigente político que ejemplifica personalmente la credibilidad“. No la reclama sino que con su ejemplo se hace ejemplar.
“Bienaventurado el dirigente político que trabaja por el bien común y no por intereses personales“. Sin comentarios.
“Bienaventurado el dirigente político que es sincero consigo mismo, con su fe y con sus promesas electorales“. Otra vez sin comentarios.
“Bienaventurado el dirigente político que trabaja por la unidad y hace de Jesús el apoyo de su defensa“. Aquí hay una nota típicamente cristiana, típicamente evangélica. El Cardenal Van Thuan se estaba refiriendo sobretodo a los políticos que se consideran cristianos o a los cristianos que se introducen en la arena política.
·“Bienaventurado el dirigente político que trabaja por el cambio profundo, desde las raíces, se niega llamar bueno lo que es malo y utiliza el Evangelio como guía“. Aquí hay una referencia a la moral natural: el bien es bien, el mal es mal. No se mezclan estas cosas y luego a lo propiamente cristiano: que un político tome el Evangelio como guía ¿Ustedes se imaginan lo que sería eso? ¿Qué mundo diferente sería el nuestro?
“Bienaventurado el dirigente político que escucha al pueblo antes, durante y después de la elecciones y que siempre escucha a Dios en la oración“. Sobretodo resaltaría lo de escuchar al pueblo después de las elecciones.
Antes ciertamente para interpretarlo pero después para recibir sin irritación las observaciones, las críticas, los aportes de aquellos que son los votantes y que son también los representados. Y que bello ser el que escucha a Dios en la oración. Un político, un hombre de gobierno que ora, que tiene su corazón abierto a Dios. Que distinto le resultarían todas las cosas. De qué manera diversa enfocaría su tarea cotidiana.
Y finalmente “Bienaventurado el dirigente político que no tiene miedo de la verdad ni de los medios de comunicación, porque en el momento del juicio responderá sólo ante Dios, no ante los medios de comunicación“. Tampoco en el momento del juicio valdrán los aplausos recibidos en la Tierra. Sólo si nos aplaude Dios seremos bienaventurados.
Mons. Héctor Aguer
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