Solemnidad Pentecostés
En este Pentecostés eclesial nos reunimos recogidos en oración comunitaria e invocamos al Espíritu para que:
El acreciente la fe de todos los cristianos como encuentro personal con Jesucristo Resucitado que, con el envío de su Espíritu,ilumina nuestras mentes, enciende en el amor nuestros corazones y nos impulsa a comunicar la vida nueva y verdadera a todos;
El anime y renueve en los pastores de la Iglesia, desde la confianza en Jesucristo, la apuesta por convocar, formar y animar a los laicos a la corresponsabilidad eclesial y a la evangelización de la sociedad actual;
El avive el entusiasmo por el Evangelio de Jesucristo en todos los laicos, de modo que se sientan llamados y enviados por Jesucristo a ejercer la caridad política a través de una presencia pública cristiana promoviendo, desde Jesucristo, la transformación de las personas, los ambientes y las instituciones desde la libertad, la justicia, la solidaridad, la paz…; El impulse también a los laicos a “hablar de Jesús”, a proclamar y exponer con palabras, avaladas por el testimonio de su vida, la persona y el Evangelio de Jesucristo.
La felicidad del cristiano y la realización de la Iglesia consisten en vivir la Buena Noticia de Jesucristo. Viviendo con convicción y entusiasmo el mayor tesoro, el tesoro escondido del evangelio, lo reflejamos en la vida y lo comunicamos con nuestras palabras. Somos portadores personales de paz, esperanza y alegría. ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian la buena noticia!
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