DESEO DE DESEARTE


 En el año 1985, me encontraba en Roma ,cuando me presentaron a una religiosa belga, de la congregación de las hermanas de La Retraite, llamada Jeanne-Françoise De Jaeger. Me habían hablado muy bien de ella y deseaba conocerla; me la recomendaron para realizar una experiencia espiritual novedosa para mí: Los ejercicios espirituales en la vida corriente.

Lo de la vida corriente me enganchó, para interesarme en qué consistía. La llamé por teléfono y concertamos una cita. Llegado el día y la hora, al tocar a la puerta, me abrió ella misma. Encontré una religiosa menuda con unas gafas estilo Harry Potter, lanzándome una sonrisa ,que hizo entrara en un gran ambiente de serenidad y confianza. Su dulce voz, y el tono casi susurrante de quien no quiere romper el silencio ambiental que imperaba en la casa, hizo que aún hoy sea incapaz de plasmar lo experimentado en ese encuentro. Estaba condicionado por lo que me habían hablado de ella. Sus títulos universitarios y experiencia en la predicación (su carisma se dedica a ello) hicieron que apreciara aún más, esa imagen de sencillez y humildad. ¡Qué importante es saber acoger !

En ella, descubrí una gran bondad y dulzura ,que me era desconocida hasta entonces. Lo que su exterior transmitía, me inducía a desear mi encuentro semanal con ella. Me hablaba de la vida espiritual, como un joyero mostrando su pieza más valiosa. Experimenté ese valor de forma casi palpable. Cada frase suya, me convencía, provocaba en mí un deseo imperioso de llevar a cabo lo que me aconsejaba. El tiempo que pasaba con ella, diseñando mis ejercicios espirituales en la vida corriente, pasaba sin percatarme de él.

Cuando la conocí tenía 63 años, murió en el 2005 a la edad de 91. La tengo siempre presente, cada día está en mi oración. No puedo olvidarla. Una de las cosas que más calado tuvo en mi interior, fue una petición que me enseñó, para llevarla siempre a la oración.

Un día, me invitó a profundizar sobre el salmo 41, donde se habla de la búsqueda de agua por parte de una cierva sedienta. De cómo el salmista utiliza la imagen de este animal, corriendo jadeante, acosado por una sed inmensa en busca del manantial . Llevaba en las manos una postal,(La foto que he puesto arriba) que me entregó al finalizar la explicación del salmo, y me dijo : “Esta tarjeta ,tiene un mosaico que se encuentra en la Basílica de San Clemente en Roma, donde se ve a la cierva del salmo saciando ya su sed; Angelo caro, te propongo una  petición a Dios cada día, te lo repito, cada, cada día, sin tener en cuenta lo que sientas en tu interior o dejes de sentir, y no dudes de que el Señor te lo concederá. No le pidas desearle, dile más bien: Señor, concédeme cada día el deseo de desearte, ese anhelo que te empuje a buscarle continuamente". Y seguía diciendo en forma de susurro: “el deseo de desearte…, el deseo de desearte

Desde entonces, esta petición se convirtió en una jaculatoria que pronuncio a lo largo del día .No imagináis lo que me ayuda decir estas palabras. Y tanto es así, que cuando hablo con alguien que se tambalea en la fe, o aún no la ha encontrado buscando de corazón, la fuente de la Vida, siempre le repito la recomendación que Jean Françoise me hizo. Le digo : “cada noche antes de acostarte, dirígete a Dios y dile con el corazón : “Señor, concédeme  el deseo de desearte, el deseo de desearte ¿Acaso esa aspiración no es ya haberlo encontrado?
¡Alabado sea Jesucristo!