DACHAU Y UNA SOLA MISA
Ayer me comprometía a mostrar testimonios de vida de fe, cada vez que leyera alguna noticia que sin escrúpulos pusiera en duda la entrega y fidelidad de sacerdotes , religiosos, laicos y cualquiera que sufriera persecución por el nombre de Cristo. Os presento uno ,que ha logrado emocionarme. Recurro una vez más al libro del P. Pablo Dominguez: Hasta la cumbre, que sigo aconsejando leer por entero.
Karls Leisner. Había sido dirigente de un movimiento juvenil católico muy extendido, pero comprendió que su vocación era ser sacerdote. En 1939 recibió la ordenación de diácono. Poco después de ser ordenado fue arrestado por las SS y llevado al campo de concentración de Dachau para acabar con su vida. Pasó cuatro años en el campo. En Dachau, los prisioneros tenían que hacer trabajos forzados. Cuando se trataba de jóvenes, normalmente los ponían a trabajar muy duramente y, si perdían la salud, los mataban. Si eran mayores o no tenían salud, los mataban inmediatamente.
Karl era fuerte, joven, por tanto, le pusieron a hacer trabajos forzados. Como era diácono, ya no pudo ordenarse sacerdote. Cayó enfermo de tuberculosis. En los campos, a los que enfermaban les mataban.
Él pensaba que lo iban a matar enseguida. Y, efectivamente, le trasladaron a un lugar distinto donde se agrupaban los que iban a ser conducidos a las cámaras de gas. Fue entonces cuando comentó a uno de los que estaban allí que su única pena, la tristeza que tenía, era no haber podido ser ordenado sacerdote para haber celebrado, al menos, una Misa en su vida.
Y la providencia de Dios hizo que esas palabras se extendiesen por el campo y que llegasen, de boca en boca, de barracón en barracón, a un obispo que también era prisionero de los nazis. El obispo, que también murió en el campo, al enterarse del deseo de Karl, se las ingenió para acudir a la sala donde estaba Karl para ordenarle sacerdote.
Y así fue. Le ordenó cuando ya estaba terriblemente enfermo de tuberculosis. El 17 de diciembre de 1944. La alegría de Karl era enorme. “Voy a morir siendo sacerdote”, decía. Pero no podía celebrar ninguna Eucaristía porque allí, en Dachau, ¿cómo iba a celebrarla? El obispo le había ordenado, pero no había ni pan, ni vino. Nada de nada. Era imposible.
Karl vivía una alegría tremenda por ser sacerdote, pero también una pena inmensa por no poder consagrar el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor.
Cuando le llevaban a la cámara de gas, estaba tan enfermo que decidieron abrir las puertas del campo de concentración y tirarlo fuera para que muriera allí. Estaba medio muerto y los carceleros pensaron que, con la cantidad de gente que iban a quemar después de pasar por la cámara de gas, era preferible arrojarlo fuera. ¡No daban abasto!
Agonizaba cuando algunas personas le recogieron. Les contó su historia y le llevaron a un hospital para que muriera. Pero, sobre todo, él les dijo que era sacerdote y que le gustaría, al menos!, celebrar una Misa.
Y allí, en la cama de un hospital, celebró su primera y última Misa. Murió inmediatamente.
¡Alabado sea Jesucristo!
19 comentarios
Querido Angelo: yo vi la película y leí el libro y lamento mucho haber perdido un sacerdote como ese, pues tenía un amor incuestionable por Dios, pero no dejo de pensar en el grano de trigo que debe caer a la tierra y morir para germinar. Pero así como murió Pablo, murió ese joven sacerdote en otro lugar y en otro momento: amando a Jesús Eucaristía y a los hombre, hijos de Dios. Por eso me alegro que traigas estas historias al blog, como siempre, la Virgen te ilumina para que des a conocer a sus hijos ejemplos de hijos santos. Un abrazo y que Dios te bendiga.
ResponderEliminarNo conocía la historia de este sacerdote. ¡Cuantos santos -a veces anónimos- dieron testimonio en los campos de concentración! La luz puede brillar en las tinieblas, el bien en medio de ese infierno. Ellos y ellas fueron luz del mundo, como se nos dice en el Evangelio de este día,ya pasado.
ResponderEliminarEl Tyburn, cercade Marble Arch en Londres donde celebramos el otro dia la Vigilia era el lugar de ejecución publica desde 1196 hasta 1783. de los miles de ejecutados alli 105 han sido oficialmente reconocidos como martires catolicos. La ley convirtio en un acto de traicion al rey el no reconocer la supremacia de la corona sobre la Iglesia. tambien alli murieron muchos protestantes. En tiempos de Isabel I se tubo que modificar el diseño para permitir la ejecucion de varios a la vez, pues tampoco daban a basto. Los martires catolicos trajeron un espiritu 'fresco' al aire de carniceria que tenia el lugar, debido a su alegria a su humor y en imitacion a Jesus, a los mensajes de perdon que destinaban a sus ejecutores. Cuando Blessed Thomas Maxfield fue ejecutado en 1616 se habla de que la gente llevaba flores, hierbas y laurel. Blessed Philip Powel dijo antes de morir:'Es el dia mas feliz de mi vida, pues aqui estoy por la unica causa de ser sacerdote y monje benedictino. El sacerdote jesuita San Edmun campion rezo por el perdon de los que le mataban y Edward Morgan, tambien sacerdote le regañaban por estar tan contento.
ResponderEliminarEsto lo he leido en un librito a raiz de la visita del Papa a estos lugares.
Un testimonio ejemplar, gracias por esta nueva sección, que DIOS te bendiga siempre. ABRAZOS.
ResponderEliminarPreciosa hstoria!!
ResponderEliminarMuy emotivo.No me sale decir más.
ResponderEliminarPERO QUE MUY EMOTIVO!!!
¡Qué grandeza, qué impresionante! ¡Qué abismo entre lo que puede llegar a vivir un hombre sufriendo rodeado de horrores si está totalmente entregado a Dios y lo que se puede degradar otro hasta el punto de tirar a un semejante agonizante porque "no le cabe" en el "matadero"!
ResponderEliminarNo nos dejes de tu mano, Jesús; no dejes que nos alejemos de Ti y, si lo hacemos, haznos volver como sea; desde mi libertad, te lo pido y te doy permiso aunque luego, en mi torpeza, en algún momento pueda ocurrir que no sepa ver que contrariedades, vivencias, sorpresas, descoloques o incomodidades,sufrimiento, lo que sea... eran el medio quizás mejor en ese momento para que, por fin, me abandonara a Ti, para que dejara de tenerte atado con mis torpes deseos y proyectos, con mis preocupaciones de "yo-yo", y así experimentar que hay un Amor Más Grande, y que sólo en Ti puedo llegar a avanzar en ese proyecto tan hermoso y único, irrepetible, ilusionado e ilusionante que, para el Padre y desde el origen de los tiempos, soy yo, somos todos y cada uno de los seres humanos.
Sorprendente historia que conmueve, los emjemplos de personajes como este sacerdote debe ser difundidas, gracias por darlo a conocer y permíteme hacer un réplica en mi blog
ResponderEliminarNo conocía la historia de este sacerdote y ciertamente me ha conmovido, es una historia en la que la reciprocidad el Amor se hace palpable, tan grande es el hecho de que él deseara ardientemente en su corazón ser sacerdote y poder consagrar el cuerpo y la sangre de Cristo, como la predilección que Nuestro Señor sintio por Él, que al final le dió el gozo de morir habiendo cumplido su sueño de entrega.Un abrazo
ResponderEliminarImpresionante.
ResponderEliminarNo tenía ni idea, y eso me hace pensar en la cantidad de historias heroicas que no conozco y la cantidad que no conoce nadie (excepto Dios)
Por cierto, son las 8.30 y aquí ya hay un montón de ocmentarios. ¿la gente que lee este blog, no duerme?
Impresionante testimonio.
ResponderEliminarImagino cómo viviría este joven sacerdote el momento de proclamar el "HOC EST ENIM CORPUS MEUM".
Para dejarle a BRUCE si palabras....
ResponderEliminarjajaja.
El Amor, sólo el Amor es capaz.
ResponderEliminarImpresionante Angel.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir este testimonio.
Me hace recordar aquella frase de Victor Frankl "El que tiene un por qué para vivir, puede soportar cualquier cómo".
Voy a intentar conocer algo más de este santo sacerdote.
Me conmueve ver también cómo Dios en su Providencia, cuida de sus hijos hasta el detalle.
Un abrazo.
Balbi.
Un testimonio impresionante. No lo conocía.
ResponderEliminarY por cierto, también muy interesante lo que cuenta mrswells.
Un saludo a todos!
Que buen testimonio, para nosotros los msacerdotes, el poder celebrar cada Misa como si fuera la primera y la última. Un abrazo
ResponderEliminarMorir crucificado con el Crucificado vivo en las manos.
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo en Cristo, hermano Ángel.
Impresionante Angelo, impresionante
ResponderEliminarMucho amor al Señor.
Felicidades a tí por tu contribución a Héroes del Espíritu
Que buena idea traernos estos testimoniso de fe.
ResponderEliminarGracias MAr
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